El presidente de Malí anuncia su dimisión y la de su Gobierno forzado por militares: «No quiero que se derrame sangre»
El presidente de Malí, Ibrahim Boubacar Keita, ha presentado su dimisión y ha anunciado a su vez la disolución del Parlamento y del Gobierno, horas más tarde de haber sido secuestrado junto al primer ministro, Boubou Cissé, por un grupo de militares rebeldes. «Nuestras Fuerzas Armadas concluyen que esto debe terminar con su intervención, me someto a ellas porque no quiero que se derrame sangre para mantenerme en el poder», ha anunciado Keita a través de un mensaje difundido por la televisión estatal ORTM.
«Por eso quisiera en este preciso momento, mientras agradezco al pueblo de Malí su apoyo durante estos largos años y la calidez de su afecto, comunicarles mi decisión de dejar mis funciones a partir de este momento, con todas las consecuencias legales: la disolución de la Asamblea Nacional y la del Gobierno», ha añadido.
«Durante siete años tuve la alegría de intentar restaurar este país lo mejor que pude, (…) como jefe de Gobierno de este país estaba convencido del esfuerzo que suponía mejorar el Ejército de Malí», ha dicho al inicio de su discurso.
«Después de semanas de turbulencias, hubo varias manifestaciones salpicadas lamentablemente por víctimas con las que me solidarizo, pues nunca lo quise, todo el país lo sabe», ha asegurado, en relación a la muertes de varios manifestantes el pasado 10 y 11 de julio al ser reprimidas por las autoridades unas protestas celebradas en las calles de Bamako, la capital
Horas antes de presentar su dimisión Keita y Cissé habían sido detenidos por un grupo de soldados rebeldes cuando se encontraban en la residencia del ya presidente saliente en Sebenikoro, horas después de que se registrara un motín en un cuartel del Ejército en la localidad de Kati, que se encuentra a 15 kilómetros de Bamako.
Según informaciones del diario ‘Jeune Afrique’, ambos fueron trasladados por los soldados al cuartel, donde se había registrado previamente un intercambio de disparos entre militares amotinados y otro grupo de soldados presentes en la base.
Poco antes de su detención, Keita apeló a la «razón» y al «sentido patriótico» y pidió «silenciar las armas» en medio de un escenario político que recordaba al golpe de Estado de 2012.
Informaciones preliminares señalaban que el nuevo ministro de Economía, Abdoulaye Daffé, se encontraba retenido en su oficina en Bamako a manos de hombres armados, una suerte que también habría corrido el presidente de la Asamblea Nacional, Moussa Tiembiné, y el de Defensa, Ibrahima Dahirou Dembélé.
En un momento de máxima tensión para el país, cientos de manifestantes antigubernamentales se congregaron en las últimas horas en la Plaza de la Independencia para mostrar su apoyo al Ejército y corear consignas a favor de los militares sublevados
Imágenes trasmitidas a través de las redes sociales mostraron, además, a decenas de personas en el interior de una villa perteneciente a Karim Keita, hijo del presidente, la cual habría sido saqueada. Además, un grupo de manifestantes habría atacado el bufete de abogados para el que trabaja el ministro de Justicia, Kassoum Tapo, y habría incendiado las dependencias.
Cierre de fronteras
Ante estos acontecimientos, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), formada por 15 países, ha anunciado el cierre de sus fronteras terrestres y aéreas, así como la suspensión de las transacciones económicas tras «el golpe de Estado» llevado a cabo por militares rebeldes en Malí.
La CEDEAO ha advertido en un comunicado difundido a través de su página web de que «este golpe de Estado» no sólo «tendrá un impacto negativo sobre la paz y la estabilidad en Malí», sino también sobre el resto de la región, por lo que también «invita al resto de socios» de la organización a llevar a cabo estas mismas medidas.
A su vez, le grupo regional ha anunciado que Malí ha sido apartado de todos sus órganos directivos hasta que el orden constitucional sea restablecido.
Crisis en Malí
Los sucesos se producen en un momento en que el país del Sahel se encuentra sumido en una grave crisis política que viene a sumarse a la grave inseguridad ocasionada por las acciones de los grupos yihadistas, con las filiales de Al Qaeda y Estado Islámico a la cabeza, pero también a la creciente violencia de carácter intercomunitario.
Un sector de la oposición, aglutinado en torno al influyente imán Mahmud Dicko, viene reclamando desde el pasado junio la dimisión del presidente, Ibrahim Boubacar Keita, a quien acusan de la situación actual del país, castigado también por una crisis económica a la que se ha sumado igualmente la pandemia de coronavirus.
El conocido como Movimiento 5 de Junio ha protagonizado multitudinarias manifestaciones en Bamako, la última de ellas el pasado 10 de julio que se saldó con más de una decena de muertos.
Este lunes, los líderes del movimiento opositor anunciaron una intensificación de sus acciones para lograr la renuncia del presidente, con un llamamiento a los malienses a sumarse a una campaña de desobediencia civil que arrancaba este martes en Bamako hasta el domingo.
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