Brigadas del ejército israelí salvan vidas de civiles y milicianos adentrándose en la frontera siria
Son ya cinco años de guerra en Siria, con más de 200.000 muertos y ocho millones de desplazados. Un país, antes culto y lleno de vida y hoy destrozado económica y humanitariamente por las guerras cruzadas entre decenas de facciones islamistas, kurdos reivindicando sus derechos eternamente pisoteados, un Gobierno sátrapa y varias potencias mundiales jugándose la influencia en la región a bombazos desde sus cielos.
En ese contexto, el vecino Gobierno de Israel no deja de llamar la atención al mundo entero de las masacres que están ocurriendo al otro lado de su frontera. Pero ni interviene en el conflicto ni toma postura por ninguna de las partes. «Bastantes preocupaciones tenemos ya», dicen fuentes de las Fuerzas de Defensa de Israel, el ejército de la única democracia de Oriente Próximo.
«Alguno de los que rescatamos y llevamos nuestro hospital nos dijo que era un islamista con misión de matar israelíes»
Esas «preocupaciones» son, en realidad, una vecindad de acuerdo en una sola cosa: que Israel no tiene derecho a existir y debe ser «aniquilado» o «barrido del mapa». Fronterizos con el país de los judíos son Egipto, cuyo gobierno militar de Abdelfatah al Sisi mantiene los históricos acuerdos de paz firmados por Anuar el Sadat tras la guerra del 67 por pura conveniencia; Jordania, cuyo rey Abdala II sostiene un fragilísimo equilibrio con una población que desde siempre es partidaria de volver a las armas con Israel; los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania, en plena Intifada de los cuchillos; un Líbano tomado por la milicia chií Hizbulá (aliada de Irán, el mayor enemigo de Israel), y Siria, hoy un avispero insondable gobernado sólo en parte por Bashar al Assad y, en todo caso, lleno de peligros. Todos querrían a los judíos fuera de su territorio.
Desde que hace cinco años estalló la guerra civil en Siria, el Gobierno de Benjamin Netanyahu decidió no tomar partido pero sí invertir en seguridad en esa frontera. Desde los búnqueres herrumbrosos de los ocupados Altos del Golán se atisba un territorio hoy disputado por sanguinarias milicias como el autodenominado Estado Islámico o el frente Al Nusra (marca de Al Qaeda en el país).
Y más abajo, cada noche, patrullas de las Fuerzas de Defensa de Israel vigilan el borde. ¿Para qué? Para salvar vidas.
El mes de junio de 2014, un teniente coronel del ejército israelí explicó a un grupo de periodistas españoles cómo son esas brigadas. «Queremos demostrar a los habitantes del otro lado de la frontera que no hacemos distingos y que atenderemos a cuanto herido nos encontremos allí. Es beneficioso para ellos y también para nosotros».
El oficial insiste en que las Fuerzas de Defensa de Israel no son sectarias: «somos profesionales, defendemos a nuestro país, y una de las mejores maneras es demostrarle a los ciudadanos de países vecinos que queremos lo mejor para ellos». Así, tropas israelíes recogen cada noche heridos en la frontera y los llevan a hospitales israelíes para sanar sus heridas y, después, devolverlos al lado sirio de la frontera.
«No hacemos distingos, atendemos a civiles y a milicianos… más de uno nos ha confesado que es combatiente de Al Nusra y que una de sus misiones es matar israelíes». Entonces, ¿por qué los curan? «Lo hacemos por nuestra propia seguridad: si los atendemos, alejamos un posible frente militar. Y si nos atacan, saben que se quedarán sin nuestro servicio sanitario», explica el alto mando del ejército. Y en Siria no abundan los médicos. Según Médicos Sin Fronteras, de los 2.500 profesionales sanitarios que tenía Alepo en 2011, una de las ciudades más castigadas en la guerra, no quedan ni un centenar para atender la salud de las 300.000 almas que aún habitan la urbe.
Hace unos meses, el Mail Online publicó un trabajo de su reportero Jake Wallis Simons, empotrado en una de esas patrullas fronterizas, en el que mostraba en vídeo cómo las tropas israelíes recogían a un miliciano árabe del lado sirio con heridas graves en diversas partes de su cuerpo, entre ellas los intestinos desgarrados. Era la primera vez que se mostraban pruebas documentales de ese trabajo humanitario que un año y medio antes contaba aquel teniente coronel druso a este periodista.
Acceda aquí para ver los vídeos del reportaje que publicó.
«Nuestro sueño es que un día la Cruz Roja venga y nos sustituya, que dejemos de tener que ocuparnos de esta pobre gente de la que nadie se ocupa en el mundo», afirma Itzil Malka, otro oficial druso de las Fuerzas de Defensa Israelíes.
En los años en que Israel lleva enviando estas brigadas a la frontera siria, ha gastado más de 10 millones de euros en las operaciones y ha salvado la vida de más de 3.000 personas, según fuentes de sus Fuerzas de Defensa. El 80% de ellos eran varones en edad de combatir. «Pero también atendemos a mujeres embarazadas que se acercan a la frontera para poder dar a luz en nuestros hospitales», aseguraba el oficial a este periodista en junio de 2014.
Tiene sentido que sean drusos los que comandan estas patrullas médicas, pues es uno de los pueblos más numerosos en el norte de Israel, fronterizo con Siria y Líbano, donde también hay comunidades de esta religión. En el país de los judíos, los drusos habitan 22 aldeas de esa zona caliente. Además, una de las condiciones de este pueblo de religión musulmana heterodoxa es la de jurar una fidelidad absoluta al Gobierno del país en el que habitan. Su población es cercana a las 120.000 personas de los más de 8,3 millones de ciudadanos israelíes.
Los israelíes definen su país como «un territorio muy pequeño rodeado de vecinos hostiles» y basan su fortaleza en una economía muy tecnologizada y un ejército siempre dispuesto para entrar en acción. El servicio militar es obligatorio para cualquier israelí -salvo algunas excepciones por cuestiones religiosas-, tres años para los varones y dos para las mujeres. Todo esto es la razón por la que su ejército se llama «de defensa»: «no intervendremos en nada que tenga que ver con las primaveras árabes», dijo el ministro Yuval Steinitz a este periodista, «eso sí, lo sabremos todo, tenemos que estar preparados para cuando haya que actuar»
Por el momento, el Gobierno de Netanyahu actúa practicando labores humanitarias de las que pocos se hacen eco. «Es una inversión en nuestra seguridad», insisten. «Además, la tragedia de Siria nos duele».
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