Orcel lanza un órdago a Botín: cita al presidente de UBS para desmontar la versión del Santander
Ana Botín esgrimió que Orcel se había comprometido a que UBS se haría cargo del bonus, pero el banco suizo nunca cedió
Botín será testigo en el juicio por la demanda de Orcel al Santander, que arrancará el 10 de marzo
El juicio del año de España, el que enfrenta al ‘Messi de la banca de inversión’, el italiano Andrea Orcel, con el Banco Santander, dejó ayer una bomba contra el banco español: el financiero italiano llamará a declarar a Axel Weber, todopoderoso presidente del suizo UBS, para que desmonte bajo juramento la versión de Ana Botín sobre su despido.
Andrea Orcel, el banquero de cabecera de Emilio Botín para sus operaciones corporativas cuando estaba en Merrill Lynch (y de la propia Ana en la ampliación de 7.500 millones y la compra del Popular), fue fichado como consejero delegado del Santander en septiembre de 2018 para tratar de levantar la alicaída cotización del banco. El 15 de enero de 2019, Ana Botín daba marcha atrás y reponía a José Antonio Álvarez en el puesto.
¿Qué había pasado? Aquí es donde difieren las dos versiones. Según el Santander, que el bonus 55 millones que tenía pendiente de cobrar Orcel tras su salida de UBS (banco en el que trabajó después de Merrill Lynch) era demasiado alto y no podía hacerse cargo de él. Según el italiano, la hija de Emilio Botín había faltado a su palabra y se había echado atrás sin motivo alguno, lo que le daba derecho a ser readmitido o indemnizado. Al no llegar a un acuerdo amistoso, demandó al banco español con una reclamación de 112 millones, la mayor indemnización por despido improcedente de la historia de España. La vista previa del juicio se celebró este lunes en el juzgado de Primera Instancia número 46 de Madrid.
Y ahí fue donde Orcel lanzó su bomba: su abogado llamó a declarar a la propia Ana Botín y también, mucho más importante, a Axel Weber, el presidente de UBS. Su intención es que Weber ratifique que nunca hubo un acuerdo, ni posibilidad de alcanzarlo, para que la entidad suiza se hiciera cargo de una parte del bonus que tenía pendiente de cobrar Orcel. Es decir, que desmonte la versión del Santander sobre su marcha atrás.
El bonus de la discordia
Cuando Santander anunció el fichaje, no había contratado todavía a Orcel, sino que simplemente habían firmado una carta-oferta con los principales términos de la incorporación (algo habitual en los niveles más altos de las grandes empresas y bancos). En dicho documento, se decía que Orcel haría «sus mejores esfuerzos» para convencer a UBS de que se hiciera cargo de parte del bonus de la discordia y, según Santander, el italiano no movió un dedo para ello: «El banco tenía la esperanza, generada y mantenida por el señor Orcel, de que UBS asumiría una parte importante de sus incentivos a largo plazo y que, por tanto, los costes de compensación a cargo del banco serían menores», según la entidad.
En cambio, Orcel, propietario de varios Ferraris, yates y villas por todo el mundo, sostiene que UBS nunca le dio opción a reducir el bonus con un argumento demoledor: si tú fichas a alguien, tendrás que hacerte cargo de su coste tú, no su antigua empresa. Y eso es lo que Orcel pretende que Weber ratifique en su declaración, fijada ayer nada menos para el 10 de marzo. En la banca de inversión, es normal que, cuando un banquero estrella ficha por otra firma, sea la nueva la que se haga cargo de la retribución pendiente de la antigua: UBS lo hizo en 2012 con la que arrastraba el propio Orcel de Merrill Lynch, por importe de 26 millones.
La agencia Reuters publicó en enero los mensajes que se cruzaron Botín y Orcel en los meses críticos. En ellos, se evidencia que Ana Botín advirtió a Weber de que, si no pagaba parte del bonus, el Santander no volvería a hacer negocios con UBS. Pero ni siquiera esta presión dio su fruto y el banco suizo se mantuvo firme en su postura de no pagar ni un euro a Orcel. Este sostenía que ya había renunciado a 20 millones -el salario pactado inicialmente con Santander era de 35 millones el primer año- y que no estaba dispuesto a rebajar más sus pretensiones.
Mala imagen y lucha de poder
¿Qué pasó en realidad? Es difícil saberlo, pero fuentes cercanas a ambas partes señalan dos motivos principales para la marcha atrás de Botín. Por un lado, el problema de imagen que generaría el altísimo sueldo de Orcel, que iba a ser el ejecutivo mejor pagado de la banca comercial europea (la banca comercial paga mucho menos que la de inversión), tanto ante la opinión pública española como ante el nuevo Gobierno socialista, que amenazaba con ‘meter mano’ a la banca.
Por otro, las pretensiones de poder de Orcel, que iban a reducir el de la propia Ana Botín. Nada más anunciarse su fichaje, el italiano comenzó a mantener reuniones con las distintas áreas del banco y a diseñar planes de acción. Entre sus propuestas, destacaba la venta de la filial en EEUU (la especialidad de Orcel son las compras y ventas de empresas). La estructura habitual fuera de España es tener un presidente no ejecutivo y un consejero delegado (CEO) que acumula todo el poder, pero aquí lo normal es que el presidente sea también ejecutivo, cono Botín, y que el CEO sea su subordinado.
En ese esquema, las ansias de poder de Orcel no encajaban. Pero tampoco se entiende que, si Ana Botín no quería a nadie que la hiciera sombra, ¿para qué fichó a alguien como Orcel?
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