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Zidane saca petróleo de la estrategia

El Real Madrid es el mejor equipo del mundo a balón parado. O, al menos, uno de los mejores. Su dominio aéreo es demoledor e infinitamente superior al del resto de rivales que, en cada córner, centro o falta favorable a los blancos, solo pueden echarse a temblar y rezar para que la jugada no acabe en gol.

Zidane sabe que esta disciplina es importantísima dentro del fútbol que se juega en la actualidad y que se suele decidir por detalles. Por ello, insiste en ensayar estas jugadas en Valdebebas durante la semana, en las sesiones preparatorias previas a cualquier partido.

La temporada pasada, sin ir más lejos, el Madrid regaló a sus aficionados incontables alegrías gracias al balón parado pero, sobre todo, dos noches inolvidables. La primera, la remontada frente al Wolfsburgo, en la vuelta de los cuartos de final de la Champions, en la que los blancos anotaron dos de los tres goles que necesitaban a balón parado. Un córner rematado por Cristiano Ronaldo y una falta directa convertida también por el luso. Y, más tarde, en la final de la Champions cuando Sergio Ramos abrió el marcador también al rematar una falta.

Y es que es normal que el Madrid domine en esta disciplina ya que tiene gente como Kroos, Modric o James que parecen tener un guante en el pie y pone el balón perfecto para que un compañero remate. Y no será por falta de pretendientes a esos balones: Cristiano, Ramos, Bale, Morata, Pepe, Casemiro o Varane son especialistas en cabecear.

Este fin de semana, ante Osasuna, el Madrid ha vuelto a demostrar que domina la estrategia y ha dado otro recital de su potencial a balón parado. Tanto el tercer gol, obra de Ramos como el cuarto, de Pepe, vinieron tras saques de esquina que ambos centrales se encargaron de convertir en gol.