Pitando a por la Liga
Pitando a por la Liga. Así va el Real Madrid, que se impuso a la Real Sociedad bajo el aguacero de un Bernabéu, que perdió demasiado pronto la paciencia con los suyos. Y entre el diluvio apareció San Mateo Kovacic para disfrazarse de Noé y eludir el naufragio de la nave blanca. Suyo fue el primero gol de los de Zidane y suya la asistencia para Cristiano Ronaldo en el segundo, el que dio la tranquilidad. Morata abrochó la goleada con el tercero en el 81. La Liga, ahora sí, empieza a tener un color blanco. Blanco nuclear.
Los guantazos del fin de semana del Atlético, Barça y Sevilla, que se habían parecido a Alex Zulle bajando un puerto con lluvia, le ponían la Liga a Zidane como a Fernando VII. Habían sido los enemigos del Real Madrid, manda huevos, quienes habían contribuido más que nadie a calmar los ánimos de un Bernabéu que tenía más ganas de silbar a su equipo que un albañil a una rubia en minifalda.
Silenciados los pitos, Zidane ponía en el cargador de la Liga todas sus balas, incluidos los señalados Danilo y Benzema. Era uno once similar a que rozó la remontada en Balaídos, con las novedades de Varane en el centro de la defensa y Lucas Vázquez para ejercer de miniBale. Sin novedad en el resto. Nacho por Marcelo en el lateral izquierdo y Kovacic por Modric en el centro del campo como retoques al que sería el once de gala del Real Madrid.
La Real salió al Bernabéu con una valentía rayana en el suicidio. Presión altísima y defensa muy adelantada. Al Real Madrid le costaba sacar el balón jugado, pero si superaban la primera línea de presión los delanteros tenían latifundios por delante para correr y aprovechar pases filtrados. Así sobrevino la primera llegada del equipo de Zidane a los dos minutos. Respondió rápido la Real con un ataque directo comandado por Oyarzabal que salvó Varane en el área. Para los blancos el partido iba a ser más incómodo que un traje de picador.
Muchos en el Bernabéu se acordaban a las primeras de cambio del juego entre líneas de Modric, de la imaginación de Marcelo y de la potencia de Bale, pero los que no están, no están. Una buena maniobra de Danilo, que tiró paredes como el increíble Hulk cabreado, demostró al madridismo que no es ni mucho menos tan malo como parece. Maduraban el partido los locales con la paciencia del público como aliado. No era un día para pitar.
Partido sin dueño
Una jugada por la derecha de Lucas Vázquez a los 11 minutos puso el uuuuuy en el Bernabéu. Su pase de la muerte no encontró a un emboscado Benzema. Raúl Navas conjuró el peligro. Pero la Real no se arrugaba. Seguía presionando y asutando al Madrid con un Zurutuza más peligroso que un inspector de Hacienda en casa de Luis Bárcenas.
Una falta lanzada por William José desde Nuevos Ministerios volvió a demostrar que Keylor Navas está como un flan. El meta del Madrid despejó con muchos apuros a córner una pelota que se había envenenado con el bote. El duelo era un acordeón. En otra acción posterior Cristiano demostró que está sin chispa al menos para las carreras a campo abierto.
El Bernabéu empezaba a silbar, todavía flojito, a Benzema y también a Cristiano Ronaldo, que parecía una versión lusa de Steve Urkel de lo torpe que estaba con la pelota. CR7 lo intentaba con tanto corazón como desacierto. Corría, se mataba, pero estaba divorciado con la pelota. De Karim no se podía decir lo mismo, porque a Karim lo de pelear no es lo suyo.
Media hora y el juego del Real Madrid era insulso y frío como una vichyssoise. El fútbol de los blancos se volvía gris y congelado, pero el Bernabéu se ponía cada vez más calentito. Lloraba a cántaros el cielo de Madrid, triste porque los de Zidane estaban cantando una oda a la impotencia. Y entonces apareció Kovacic para convertir los pitos en aplausos con un golazo propio de la era Mourinho.
Milagro de San Mateo
Corría el minuto 38. Fue un buen pase filtrado por Cristiano Ronaldo ante la presión enorme de toda la defensa realista. El luso vio el desmarque de Kovacic, que se plantó solito delante de Rulli y le batió por bajo con la serenidad de un párroco de pueblo. El 1-0 era un bálsamo para un Bernabéu que empezaba a enfurecerse.
En el 43 tuvo en sus botas el segundo Cristiano, pero optó por un intento de asistencia a Benzema, que se quedó a medias. Respondió la Real con una jugada entre Oyarzabal y Juanmi, que el delantero terminó echando arriba. El descanso cayó sobre el Bernabéu como un paraguas gigante que cubriera el agua, la crisis y los pitos.
Se reanudó el duelo sin cambios ni en lo deportivo ni en lo meteorológico. Seguía el diluvio. Y seguía atacando la Real con su fútbol cadencioso y pausado. Se defendía el Real Madrid con la jerarquía de su capitán, Sergio Ramos, que levantaba en el área un muro que para sí lo querría Donald Trump. Le ayudaba un más que solvente Varane, sobre todo en el juego aéreo. Hasta Danilo apretaba los dientes para defender. Sufrían los de Zidane.
El martillo de Cristiano Ronaldo
Y entonces volvió a aparecer Kovacic. Era el minuto 50 y San Mateo comandó una contra en la que encontró a Cristiano Ronaldo. El luso, esta vez sí, lo hizo perfecto. Controló, encaró a Rulli y se la puso por arriba con una vaselina perfecta. El Bernabéu se reconciliaba con su ídolo y el Real Madrid acariciaba un triunfo balsámico y puede que decisivo para la Liga.
Eusebio trataba de agitar el duelo metiendo al césped a Carlos Vela. A la Real sólo le quedaba media hora para intentar la machada de los dos goles. El Madrid necesitaba un cambio –quizá Isco por Benzema para tener más el balón– pero Zidane prefería aguantar sin tocar nada. Lo hizo en el 65 y metió a Morata por Benzema, que se marchó con división de opiniones en la grada.
En el 69 Iñigo Martínez debió ver la segunda amarilla por una cornada a Kovacic, pero el árbitro pitó falta y luego miró para otro lado. Y en el 70 anuló, esta vez con acierto, un gol de Morata después de una falta lateral botada por Cristiano Ronaldo. Lucas tuvo en sus botas el 3-0 después de un error de Rulli, pero el propio portero de la Real Sociedad evitó el tanto con los pies.
A la segunda sí que se fue a la calle Iñigo Martínez tras arrollar a Casemiro en un intento de despeje que acabó en una patada de karate que haría las delicias del mismísimo Señor Miyagi. Con un jugador menos y 15 minutos por delante, para la Real el partido del Bernabéu parecía misión imposible. Zidane sacaba al héroe de la noche, San Mateo Kovacic, para dar entrada a Isco.
Ya en el 81, con el partido resuelto, los de Zidane se cascaron una contra de manual de esas que tanto le gustan. La gestaron Cristiano y Danilo, la aceleró y asistió Lucas Vázquez y la remató Morata con un cabezazo picado que abrochaba la victoria de un Madrid que va pitando a por la Liga.
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