Vettel gana sufriendo con un Fernando Alonso mágico
La esquizofrenia reinó durante unos minutos, un ascenso a la gloria pasada de una Fórmula 1 en decadencia. Los primeros metros fueron la encarnación de la teoría de la reminiscencia de Platón: aquello ya lo habíamos visto en la plenitud de los tiempos. Vettel defendía una posición que nadie intimidó: la batalla estaba en los Hamilton, Fernando Alonso y demás ‘traseros’. Todos dándose de codazos en tan sólo milímetros.
Tal fue la cercanía de los cuerpos mecánicos que la abrasión quemó a los Red Bull. Un subidón de taurina acabó con Max Verstappen pinchando y Daniel Ricciardo fuera en la primera vuelta. Fernando Alonso volvió a gritar en un circuito a través de un manos de museo y un cerebro de ajedrecista. Del decimotercero pasó al octavo en un par de giros. Moviéndose de lado a lado, agresivo, con aparente velocidad en el McLaren. Se permitió pasar a Hamilton tras la salida en una jugada inédita en los días más cercanos. Está de vuelta.
A Carlos Sainz le tocó la cara amarga de los inicios: perdió posiciones y se ahogó en el límite de los puntos, rozando la décima posición toda la carrera. Se quedó clavado, sin mucha posibilidad de remontada. Mientras que Vettel y Bottas jugaban al gato y al ratón, Fernando Alonso fue testigo de lujo de un adelantamiento de genio: Lewis Hamilton pasó a tres monoplazas a la vez en la recta de entrada de Sakhir.
Se alzó hasta la cuarta posición para unirse al cuarteto que iba a convivir casi toda la carrera en la lucha por el podio. Allí, por detrás, sorprendían Magnussen y Gasly. El de Toro Rosso-Honda confirmó que la nueva especificación de los nipones es aquello con lo que soñó Fernando Alonso y McLaren durante tres años. La tinta se extinguirá en los días futuros comparando ambas realidades enfrentadas ahora en la distancia.
Hulkenberg y Alonso iban a provocar el delirio de Sergio Dalma durante toda una carrera: bailaron bien pegados. Mientras jugaban su particular partida, Bottas intentaba alcanzar por lo civil y lo criminal a Vettel. No lo hacía ni en boxes ni en pista. Mercedes urdía una trampa con Hamilton como esbirro… sin éxito. Todo parecía controlado por Ferrari. Casi todo…
Porque Kimi Raikkonen, que luchaba por el podio, se llevó por delante a uno de sus mecánicos en la última parada. Rueda sin colocar, fractura, y el finlandés todavía más enfadado. Fuera de carrera. Y cuando Vettel se situaba seis segundos por delante de Bottas, sus neumáticos empezaron a vislumbrar un precipicio que amenazaba la carrera. Fernando Alonso también encontraba un resquicio en los neumáticos desgastados de Hulkenberg. Quedaban 5 vueltas.
Volaban ambos, en distintas zonas del asfalto, soñando con alcanzar esa posición extra. Bottas por la victoria; Alonso por el sexto. Se quedó en ese eterno casi que casi nunca sucede en los últimos metros de carrera. Lo rozaron sin éxito. Victoria para Vettel; Fernando Alonso séptimo. Lewis Hamilton completó el podio. Carlos Sainz, undécimo, fuera de los puntos… y Gasly, con el Honda, cuarto. Estallaban en Toro Rosso. Qué pensarán Alonso y Mclaren…
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