La Enriqueta final
Enric Mas deja sentado a Pogacar y conquista el Giro de Emilia
El desgarrador testimonio de Enric Mas: «Estoy bloqueado, tengo un miedo que me cuesta superar»
Si ha habido un ciclista que ha tenido que superar críticas, ironías y la presión de saberse observado, medido y calculado, este fue el Enric Mas del 2022. El mallorquín ha sido capaz de crear toda una corriente de opinión sin apenas mediar palabra. No es un tipo mediático, sobre todo si lo comparamos con sus homólogos. Refugiado en un reducido entorno y en Andorra, supo desaparecer en las semanas más críticas de la temporada.
Nada se sabía de él después de lamentar su fracaso en el Tour más esperado, confesar un bloqueo psicológico en los descensos y aludir a un positivo por Covid para justificar su abandono de la carrera central. Algunos no le creyeron. Buscaron en el positivo del virus una argucia para quitarse de en medio y desaparecer ante tanta presión.
Las escasas tres semanas que transcurrieron entre el Tour y La Vuelta fueron realmente decisivas en la resurrección ciclista de Enric Mas. El hombre se recuperó y emergió el campeón que habita en un ciclista que no encandila, pero al que todos le ven muchas virtudes y cualidades para alcanzar la gloria.
La primavera estuvo marcada por las caídas. Dolorosa fue la de la Tirreno Adriático, pero peor aún fue la de Arrate. Enric Mas tenía la conocida cima marcada en rojo. Estaba señalada para ser el despegue definitivo que apuntalase un liderazgo moral en la escuadra telefónica, todavía muy dominada por Valverde. Las diferencias que tenía con sus adversarios en la contienda ― Daniel Felipe Martínez, Evenepoel, Vlasov y el líder provisional, Carlos Rodriguez ― eran asumibles. Arrate le traía excelentes recuerdos. Disfrutó como un niño en el 2018, con la victoria que representó su nacimiento para el gran público y la designación como heredero de una generación irrepetible.
Cuatro años después, no tan solo tenía la oportunidad de reeditar el triunfo parcial, sino que aquel podía representar ganar en la Vuelta al País Vasco. No pudo ser. Nuevamente, una caída dio al traste con el golpe a la clasificación general, esperado y necesitado. El infortunio se aliaba con la presión, la insatisfacción con la rabia, la impotencia con la sátira del enemigo.
Batir a Pogacar
Estos empezaron a brotar por miles. Refugiados en el anonimato, se auto denominaron “la Enriqueta”, hoy en boga con su homónima “ la Scaloneta” de Argentina, que hace honor a su director técnico, Lionel Scaloni, por cierto, gran aficionado al ciclismo. Estos “valientes” tuiteros se multiplicaron en apenas tres semanas. Las mismas que vieron a Enric Mas pelear y desfallecer con los Pogacar, Van Aert, Vingegaard. Las críticas e ironías recibidas dejaron en ocurrencias las que Landa viene soportando desde hace años. Era el precio que pagar por estar dentro del juego y en el circo del Movistar.
La presión individual estaba acompañada por la colectiva. Movistar no tenía asegurada la plaza en la primera división. Necesitaba urgentemente puntos. Los nervios, noticias fakes y ausencia de éxitos encadenaron semanas hasta que llegó La Vuelta. Todo se iba a dirimir en la ronda española. Y Enric Mas, seguía desaparecido en su refugio andorrano.
¿Se habrá recuperado en tan poco tiempo? ¿ Podrá disputar de tú a tú La Vuelta a los Roglic, Evenepoel, Carapaz…? ¿Le darán el “sorpasso” los jóvenes talentos , Ayuso y Carlos Rodríguez? Estas y muchas más eran las preguntas que sobrevolaban crónicas y análisis en la víspera del 19 de agosto, horas antes del comienzo de la última oportunidad de la temporada para Enric Mas y su Movistar.
Y de nuevo el País Vasco iba a refrescar y a iluminar la carrera ciclista del mallorquín. La primera semana aguardaba tres etapas vascongadas. Un terreno propicio que Enric Mas conoce y domina de sus años de aprendiz del oficio ciclista. Recuperación de sensaciones, buenas vibraciones, recuerdos de días felices, ejercieron de terapia efectiva para hacer resurgir la mejor versión de Enric Mas. Su rostro y su gesto habían cambiado y, con ellos, amanecieron los primeros y ansiados ataques. El mallorquín iba a por La Vuelta de palabra y de acción. Su equipo le creyó, sus rivales también, y la prensa empezó con una mutación que todavía persiste, a la espera de un 2023 que promete verla terminarse, a tenor del magnífico final de temporada.
La victoria en Emilia por delante del mismísimo Pogacar arqueó las cejas de muchos. Y el segundo cajón en el último Monumento de la temporada, jugándose el triunfo al sprint con el rey del ciclismo actual, Tadej Pogacar, y su otro yo, Mikel Landa, confirmaron a propios, extraños, amigos y enemigos, que Enric Mas ha sido la mejor noticia del ciclismo español del 2022.
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