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Tamara Kreisler, galerista: «Para vender arte es más importante tener buena obra que tener contactos»

Tamara Kreisler es la tercera generación que se dedica al mundo de las galerías de arte. Como curiosidad, el abuelo de esta galerista fue el agente doble que engañó a Hitler en la II Guerra Mundial sobre la ubicación del Desembarco de Normandía.

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Galerista, economista y filántropa. Tamara Kreisler, directora de Tamara Kreisler Gallery de Madrid, es la tercera generación que se dedica al mundo del arte. Primero fue su abuelo, Edward Kreisler, más tarde su padre Juan y si tío Jorge, y por último ella.

De formación es economista, Tamara ha viajado por varios países y vivido en otros tantos vendiendo publicidad. «Prefiero vender arte», apunta. Fue pionera entre los Kreisler en digitalización y montó una galería online que funciona muy bien y donde se pueden encontrar obras de entre 50 euros y cifras mayores. «Te diría que alrededor del 80% de las obras que están en kreislerart.com cuestan menos de 3.000 euros», subraya.

Estos días está en Estampa 2023, la feria de arte contemporáneo del otoño, y está «emocionada» porque la primera vez que acude con su propia galería, la cual sólo lleva cuatro meses funcionando. «Estar en las ferias es importante, pero tienes que ser selectiva porque estar en ellas es costosísimo», termina.

Sobre la venta de obra a perfiles jóvenes, Tamara señala que la «la economía en este momento no ayuda mucho y comprar arte es complicado. Hay que ser realista, al final el arte es algo que te compras cuando ya tienes asegurada una serie de activos más necesarios».

Eres la tercera generación de galeristas de tu familia. Tu abuelo lo era, tu padre y tu tío también, y ahora lo eres tú. ¿Quién eres?

Soy una mujer muy curiosa, muy activa y una gran amante del arte, como lo han sido mis abuelos, que en el año 1965 abrían una de las primeras galerías de arte en Madrid. Un trabajo que continúan después, efectivamente, mi padre Juan y mi tío Jorge. El mundo del arte para mí ha sido una constante en mi vida, aunque no ha sido mi primera vida profesional.

Durante diez años me dediqué a viajar por el mundo vendiendo publicidad, otros diez años dedicados a la filantropía con la Fundación Theodora y estos últimos años de mi vida profesional los quiero dedicar al arte, que es algo que he tenido desde niña y que me parece un maravilloso privilegio.

¿Prefieres vender arte o publicidad?

(Ríe) ¡Arte! No hay color. Sólo puedo vender cosas en las que creo, así es como se vende. Mi padre dice que una de las cosas más bonitas de ser galerista es que tú sientes la misma pasión por el objeto que la persona que se lo lleva más tarde. Compartes pasión con el creador y con el comprador, y tú eres un poco el que hace la selección.

La exposición actual que tienes es de Juan Gerstl: Ikaria. Háblanos de su obra.

Son obras muy especiales y ha formado la exposición Ikaria, que es una isla griega en la que Juan veranea. Allí se quedó enamorado de la luz, el cielo, el mar, las villas, etc. y eso es lo que vemos aquí, pero en su lenguaje característico, que es imprimir sobre metacrilato y acero, aunque ha salido de su zona de confort y también trabaja con nuevos materiales como el papel o el mosaico, haciendo un homenaje a la Grecia antigua. Esta obra de color azul que me acompaña –señala el Aliento de Poseidón– es como si estuvieras bajo el agua, buceando y te entra un rayo de luz en ese momento antes de subir a la superficie.

A mí la obra de Juan me encanta y esta es una exposición que merece la pena ver. Termina a finales de mes, tenemos más programadas que pueden ver con la agenda de nuestra web. En esta galería hay mucha vida, hago muchas fiestas e inauguraciones constantemente, invito a la gente a que vaya a las galerías y experimente el conocer nuevos artistas.

‘Aliento de Poseidon’ de Juan Gerstl.

En el sector del arte, ¿a la persona que más admiras es a tu padre?

Sin duda, es el gran referente y el más cercano. Pero también haber vivido en Nueva York, Oriente Medio o París, hace que veas otras maneras de hacer las cosas y en estos países hay galerías muy importantes. Nosotros como Galería Kreisler siempre hemos tenido espacio, primero lo abrieron mis abuelos; mi padre lo abrió en Nueva York y Miami, también en Madrid, Barcelona, Málaga o Marbella. Y ahora el apellido Kreisler está aquí, en mi galería.

Un apellido, además, que ha estado en la prensa en varias ocasiones porque tu abuelo Juan Pujol, conocido como Garbo, era agente doble en la II Guerra Mundial.

Sí, así es. Nosotros conocimos a Juan Pujol en los años 80, que es cuando reapareció para toda la familia. Fue doble agente en la II Guerra Mundial, así es, y fue quien engañó a Hitler para que pensara que el Desembarco de Normandía se iba a producir muy lejos de donde verdaderamente ocurrió.

Juan es el padre natural de mi padre, aunque éste y mis tíos adoptaron el apellido Kreisler, de Edward Kreisler, el segundo marido de mi abuela. Todos estamos súper orgullosos del trabajo que hizo mi abuelo Juan, porque fue una labor definitiva para acortar la guerra y salvar muchas vidas humanas, que es lo más importante. No fue nada fácil para ni para él ni para mi abuela el llevar esa doble vida, pero lo hicieron y creo que fueron un par de locos maravillosos que consiguieron cosas importantes tomando y llevando información a los Aliados, primero en Portugal y más tarde en Inglaterra. Creo que su labor fue importantísima, por ejemplo, daba las coordenadas erróneas para que los bombardeos se hicieran fuera de la ciudad.

Esa vida afectaba a su vida y a la de toda su familia.

Claro, por eso reivindico la labor de mi abuela también. Ella fue muy valiente para acompañarlo en todo, fue una mujer muy muy muy especial. Estoy convencida de que mi abuelo Juan sin ella no hubiera hecho nada de lo que hizo.

Tamara Kreisler con una obra de las obras de Juan Gerstl en la galería. @OKDIARIO

¿Conociste a ambos?

Sí, sí. La relación con mi abuela era muy cercana, como cualquier abuela. En el caso de mi abuelo Juan, cuando yo le conozco en el año 84 aún soy una adolescente. Me gustaba mucho su figura, pero me costaba llamarle abuelo porque no le conocía. Ahí es cuando comenzamos a escribirnos, a tener una relación de correspondencia que nos unió mucho. En estas cartas me cuenta su vida, cómo era y la razón por la que trabajó de espía. Son unas cartas que guardo con mucho cariño.

¿Dónde estuvo durante los 40 años que no estuvo con la familia?

En Venezuela. Imagino que aquello también fue duro para él, estar apartado de sus hijos. Aunque mi abuelo Juan se casó y tuvo hijos, creó también otra familia, pero sufrió mucho por separarse de sus hijos.

¿Cuándo le mirabas a los ojos qué percibías? ¿Tenía el peso de la tristeza del paso del tiempo y la separación?

Era muy joven cuando lo conocí. Lo que sí te puedo decir es que tenía unos ojos muy brillantes y una sonrisa muy bonita. Tengo un gran recuerdo de él, apareció en nuestras vidas, pero disfrutamos poco de él porque desgraciadamente murió a los pocos años. Apareció y desapareció pronto, fue una pena.

Os habéis criado con una persona que hizo de abuelo y padre, que fue Edward Kreisler. ¿Cómo se sintió él cuando aparece Juan Pujol tras 40 años?

No sé muy bien decirte cómo se sintió, la verdad. Lo cierto es que todo se hizo con mucho amor, mucho respeto y mucho cariño. Debemos entender también que los años de la guerra eran otros tiempos y las cosas sucedían de otro modo. Los tiempos de paz son muy distintos a los de la guerra, donde todo es extremo.

Pero, volvamos al arte y la experiencia online de los Kreisler, que en este caso la pionera eres tú con kreislerart.com. Una web que aún sigue viva y vendiendo. Un espacio virtual permite tener más obra, más stock y más artistas, por tanto, ¿más mercado?

Lo puse en marcha cuando vivía en Suecia, en una pequeña ciudad ubicada al sur, así que no tenía mucho sentido abrir una galería física allí. De esto hace alrededor de 10 años, momento en el que todo lo comprábamos online, desde unos billetes de avión hasta unos zapatos, y pensé que sería una buena idea trasladar todo mi mundo hasta ese espacio digital.

Desde que lo inauguré, y gracias a que es online, he podido llevar esta mochila a los distintos países en los que he vivido y que me ha permitido tener también clientes en todo el mundo. Desde Australia hasta Alemania o San Francisco, y esto te lo permite una galería digital, no una física. Aunque a mí el trato directo con el comprador, con el coleccionista o con ese aficionado que entra por primera vez a una galería y tú le orientas para que ponga arte en su vida, me parece maravilloso. Tanto el mundo digital como el analógico son complementarios, no se quitan espacio uno al otro, sino que se apoyan. Hay obras para vender online por la técnica y por el precio, y hay otras que se deben vender en espacios físicos.

¿Por qué se aprecian mejor?

Bueno, cada vez que hago una venta online me dicen que cuando la obra llega les ha gustado aún mucho más que en las fotografías. Esa llamada me encanta, me hace muy feliz.

Alice, Stanley y Najin. @Nick Brandt

Las nuevas tecnologías permiten que tengas una galería de arte híbrida, diferente a la de tu familia. ¿Cómo sientes que ha sido la evolución desde tu abuelo Edward Kreisler hasta hoy?

Esa venta de la que hablas es de los años 60. En ese momento, yo era una niña que correteaba por la galería, veía todo lo que hacían y cómo lo hacían. Antes quizá los compradores que tenía mi padre siempre le adquirían una obra de cada exposición, así iban haciendo su colección y eran muy fieles; mientras que ahora el público que compra se mueve por más galerías, ferias de arte, viaja y compra online.

Las nuevas tecnologías no sólo han cambiado la forma de comprar, sino que también se han convertido en un lenguaje artístico propio que se traduce en forma de obras. Es decir, los cambios han sido muchos, pero me gusta pensar que siempre vamos a mejor porque a mí lo que me encanta es el arte. Lo que me motiva es levantarme en mi casa y ver mis cuadros, con eso estoy muy contenta.

Así que este tipo de galerías, las de ahora, que parecen de otra galaxia en algunos momentos, me gustan porque, cuantos más locos seamos y más amemos el arte, creo que viviremos en un mundo mejor.

¿Tienes la sensación de que más gente joven compra arte? Aunque sean piezas sencillas.

Creo que la economía en este momento no ayuda mucho y comprar arte es complicado. Hay que ser realista, y es que, al fin y al cabo, el arte es algo que te compras cuando ya tienes asegurada una serie de activos más necesarios.

No obstante, a mí me encanta que venga gente joven a la galería, procuro hablar con ellos y acercarlos al mundo del arte, teniendo obras asequibles para todos los bolsillos y hablando mucho con ellos entendiendo qué les motiva, qué les gusta y, de este modo, poder aconsejarles mejor. Luego hay personas que sólo vienen a charlar y a mirar.

No todo el mundo compra.

No, no, ojalá, para nada.

Hablar de dinero siempre es peliagudo, pero si además no sabes muy bien qué precios hay da aún más pudor. Cuando hablas de todos los bolsillos, ¿de qué estamos hablando?

En la web, que es también mi almacén de obra, ya que aquí no me cabe todo en el espacio físico, hay piezas de todos los precios: desde 50 euros hasta cifras mayores. Pero sí te digo que el 80% de las obras que están en kreislerart.com cuestan menos de 3.000 euros. A todo el mundo le remito a mi página, ahí está todo.

Si está el comprador en Madrid puede ver la obra e, incluso, ir al taller del artista. Tú se lo gestionas.

Sí, incluso los puedo acompañar a visitar el estudio o puedo pedir al artista que traiga la obra a la galería. Si es una obra que está en Madrid o cerca, yo estoy encantada de atenderles.

Tu padre cuenta que lo normal era cerrar a las 21 horas y que allí se presentaran los artistas a charlar un rato y a tomar una copita. ¿Eso sigue siendo así hoy?

En mi caso, procuro mantener también mi vida familiar en orden porque soy madre de dos chicos, así que cierro a las 19,30 horas. Eso sí, las noches que hay inauguración, por supuesto, siempre son largas. Mis hijos también vienen y me ayudan trabajando de camareros en el catering, esto es un negocio familiar. Abro de 11,30 horas a 19,30 horas, no cierro a mediodía e intento aprovechar el tiempo al máximo. Prefiero tener unos horarios un poco más racionales.

¿Qué relación se tiene ahora con los artistas? ¿Se puede pedir exclusividad en un mundo tan conectado?

Es muy complicado pedirle a un artista que, efectivamente, trabaje contigo exclusivamente porque ya todos tienen una página web, tienen su Instagram, y le puedes pedir fidelidad al menos en tu ciudad, que en Madrid sólo estén conmigo. Con respecto a la relación que se teje, sobre todo es importante que haya comunicación y que haya la misma pasión por el arte que se produce. Uno para venderlo y otro para que lo pueda seguir haciendo. Es decir, el arte es el pegamento entre el artista y el galerista. 

Todos podemos tener el prejuicio de que los galeristas, desde el punto de vista económico, estáis forrados. ¿Es así?

(Ríe) ¡¡Ojalá!! Pero, no. Ya me gustaría. Hay de todo, tanto galeristas como artistas que tienen más o menos éxito, son más o menos conocidos, y estar más tranquilos económicamente. Esta es una galería que lleva mucha historia detrás y también mucho esfuerzo personal, sólo llevamos cuatro meses abiertos.

‘Ecos del océano’ de Juan Gerstl.

Para vender arte, ¿es más importante la obra o los contactos del galerista?

Yo creo que si tienes una buena obra, los contactos te llegan. Creo, sin duda, que es más importante la obra y tener artistas originales, que tengan su propio lenguaje.

Hace poco escuchaba una entrevista a Luis Miguel Dominguín, que era muy amigo de Picasso, que hablar en España en los primeros tiempos de la transición de este artista, vinculado al PCE, era muy complicado. En ese momento, me acordé de que la primera exposición de la galería de arte de tu tío Jorge Kreisler estaba dedicada a Picasso, pero le aconsejaron que la aplazara porque estaba en la calle Claudio Coello (Madrid) y acababan de matar a Carrero Blanco en un atentado. ¿Recuerdas aquellos días?

Sí, lo recuerdo perfectamente. Era el año 1973 y lo que se hizo mi tío en la galería fue una exposición sobre Picasso, que además acababa de fallecer, que se llamó Homenaje a Picasso y se pidió a los artistas contemporáneos de ese momento más punteros que hicieran una obra haciendo referencia al artista. Tras aquello que comentas, recuerdo que se tuvo que cambiar el titulo de la exposición y se llamó Homenaje a un pintor, en lugar de Homenaje a Picasso. Es algo que ahora nos parece casi ridículo, pero bueno, era lo que había en aquel momento. Y eso fue lo que sucedió.

Parece inverosímil que se pudiera relacionar un atentado, en este caso de Carrero Blanco, y la exposición de una galería de arte, ¿no?

De alguna forma el arte es una forma muy importante e interesante de ver hacia donde va la cultura y la sociedad. Los artistas son visionarios o retratistas de lo que ocurre. Por ejemplo, yo trabajo con muchos artistas preocupados –y ocupados, porque hay que buscar soluciones– por el cambio climático y esa preocupación la incorporan a su obra.

La segunda exposición que tuve en la galería, por ejemplo, fue de un fotógrafo inglés, Nick Brandt, que ha hecho una serie de fotografías sobre animales y personas que han tenido que abandonar su hábitat natural por causas de desastres naturales provocados por el cambio climático. Se trata de un artista que está muy alineado con mi pensamiento y mi preocupación por el cambio climático. Este artista denuncia a través de su trabajo una realidad y la primera vez que ha expuesto en España ha sido aquí conmigo, quería acercar su trabajo al público español.

Fatuma, Ali y Bupa en Kenia. @Nick Brandt

¿Cómo se descubren nuevos artistas?

Viajando, yendo a ferias internacionales y museos, mirando Instagram, por decirte algo más actual, y en definitiva, teniendo la antena activada. Además, he vivido en diez países, tengo muchos amigos en muchos lugares del mundo a los que pido que vayan a esta o a otra exposición, me cuentan todo y así es como me entero de muchos artistas. Tengo una red de amigos que me hacen constantemente favores, y siempre estoy pensando a quién puedo traer a la galería.

¿Recuerdas la primera obra que vendiste?

Perfectamente. La obra la vendí en una feria de arte en Venecia, a unos amigos alemanes. Recuerdo con cariño el punto rojo que puse en la cartela que significa la venta de la obra. Tengo esa foto en casa, fue una ilusión tremenda.

Imagino que acudir a las ferias de arte es primordial para la difusión de la obra y la venta.

Sí, pero es tan costoso… No sólo tener el stand es caro, es que también debes llevar la obra y el transporte, estar allí unos días, etc. Así es que es complicado y una gran apuesta, tiene un coste elevado y tienes que ser muy selectivo. Debes ver si compensa económicamente y también llevar propuestas interesantes.

Estás en la feria Estampa hasta este domingo. Días frenéticos. ¿Tienes agenda cerrada?

Sí, espero muchas visitas. Estoy muy contenta porque es la primera vez que vengo a Estampa 2023 con mi galería, tengo un stand precioso y me gustaría invitar a todo el mundo a que venga a ver las obras de Juan Gerstl, Andrés Anza y Nick Brandt, el fotógrafo del que hablamos antes que tiene unas fotografías impresionantes. 

Antes de acabar, ¿me dejas un minuto de publicidad?

Claro, adelante.

Con relación al arte, llevamos años impulsando una fundación que se llama [H]ARTE y nos dedicamos a llevar el arte a los hospitales a través de exposiciones. Este es un trabajo del que también estoy muy orgullosa porque, además, estoy convencida de que el arte es un gran apoyo cuando se está sano, pero mucho más cuando están en un momento complicado de salud. Los hospitales deben ser también espacios agradables y más acogedores.

@MaríaVillardón