Villafranca del Bierzo y Santiago de Compostela: las grandes apuestas de Las Edades del Hombre en 2024

Ya para 2025, la siguiente edición unirá en una cita transfronteriza dos enclaves tan significativos: Zamora y Oporto, en Portugal

El Camino de Santiago Francés, conoce la ruta por excelencia que recorre las tierras de Castilla y León

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La Fundación Las Edades del Hombre lleva décadas trabajando por la difusión y promoción del arte sacro de Castilla y León, y lo hace, por ejemplo, organizando exposiciones desde 1988, año en el cual se presentó una muestra bajo el nombre de El arte en la Iglesia de Castilla y León, ubicándola en la Catedral de Valladolid. 

Esta Fundación, que tiene como sede el Monasterio de Santa María de Valbuena, en San Bernardo (Valladolid), uno de los conjuntos del Císter mejor conservados de Europa fundado en 1143 por Doña Estefanía de Armengol, hija del V Conde de Urgel, trabaja, entre otros aspectos, la investigación científica, la correcta gestión, así como la conservación y restauración y la divulgación patrimonial.

La edición de 2024 en Villafranca del Bierzo y Santiago de Compostela

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Para este 2024-25, las apuestas de la Fundación vienen pisando fuerte con varios ejes estratégicos importantes, entre ellos, una gran edición de Las Edades del Hombre en la localidad leonesa de Villafranca del Bierzo y en Santiago de Compostela. Una exposición que tendrá como hilo conductor la hospitalidad, una de las características de los habitantes de esta región a la hora de recibir a los peregrinos que hacen el Camino de Santiago Francés.

Este evento cultural tiene prevista su inauguración en torno al mes de junio de 2024. Las sedes en las que se ubicará dicha exposición en Villafranca del Bierzo serán la Colegiata de Santa María –la catedral berciana, referencia monumental y religiosa del municipio– y la iglesia de Santiago –paso obligado de peregrinos y, por tanto, una entrada simbólica de bienvenida, de acogida y hospitalidad–.

Ya para 2025, la siguiente edición unirá en una cita transfronteriza dos enclaves tan significativos: Zamora y Oporto, en Portugal. Se trata de una apuesta por revelar el patrimonio como un elemento vertebrador identitario y de hermanamiento de territorios.

Zamora lo celebra, además, porque ya una de las ediciones se celebró en la ciudad y fue un boom turístico. En aquel entonces se llamó la exposición Remembranza, en 2001 y en la Catedral del Salvador. Llegaron a las calles zamoranas más de medio millón de visitantes en los días que duró la muestra, superando por primera vez al resto de ediciones anteriores.

El impacto social y económico de las exposiciones

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Estas exposiciones, que todo el mundo conoce, se ha convertido en imagen de marca de Castilla y León, y en un escaparate de gran importancia para mostrar las posibilidades de su patrimonio como motor económico, generación de empleo y revitalización del medio rural.

Y es que estas muestras expositivas de las Edades del Hombre constituyeron, probablemente, uno de los primeros exponentes en demostrar como el patrimonio cultural puede cumplir una doble función complementaria: ser factor de reforzamiento social y cultural, y a la vez una fuente generadora de riqueza.

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Recordemos que el impacto económico de las muestras de Las Edades del Hombre son importantes. Sólo en 2022, la actividad de la Fundación tuvo un impacto de 60 millones de euros cuantificados sobre Plasencia con su exposición Transitus y un Valor Publicitario Estimado (VPE) de 10,8 millones de euros, y elevó un 150% el turismo en la Montaña Palentina en 2019, por dar algunas cifras, gracias a la muestra Angeli.

En 2024, la Fundación Edades del Hombre regresa para hacer una apuesta expositiva de gran importancia para la región de Castilla y León, y que cuenta con el apoyo de la Junta de la citada comunidad.

1988, una exposición pionera en una catedral

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Uno de los hitos que supuso la primera exposición de Las Edades del Hombre en 1988 fue que por primera vez se hizo en una catedral un acto desacralizado. Una apuesta que marcó el presente museográfico, gracias a la creación de una arquitectura efímera que convirtió los muros sacros en elementos que aportan belleza intrínseca sin menoscabar la importancia de lo mostrado y ayudando a engrandecer el relato.

Durante ese periodo, la Catedral se convirtió en una inmensa sala de exposiciones en la cual obras de arte sacro provenientes de los más diversos lugares, que recuperaron por un espacio de tiempo la finalidad con la que fueron creadas. También innovador fue su orden, ya que por primera vez las piezas no se ordenaban con un criterio cronológico, sino que cada escultura, cada pintura, cada elemento que conformaba la muestra tenía una historia que contarnos.

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