No hay partido fácil

No hay enemigo pequeño y en primera división solo difíciles o más difíciles, además el Mallorca ha pasado ya por la amarga experiencia de sus malos resultados contra rivales peor clasificados o inferiores únicamente en hipótesis. Hemos visto equipos con menos fútbol que el Leganés, cuya posición tal vez no guarda una relación directa con sus actuaciones. Una solitaria victoria fuera de casa en todo el campeonato, sí, pero en el campo del Barça, ¡casi nada!, y un atraco de libro en el Santiago Bernabéu. Su tarjeta de visita registra siete empates a domicilio, cifra que tampoco cabe despreciar.

Viene con una baja importante, la de Raba, el ex jugador del Villarreal que ha tardado en adaptarse, pero que ha destacado a raíz del cambio de demarcación y función más adecuado a sus carecterísticas. Mérito del joven entrenador Borja Jiménez que cuenta con un centro del campo más que apañado con futbolistas todo terreno como Renato Tapia, Neyou, Brasanac, discípulo de Arrasate en Osasuna, o Paté Ciss y, ¡ojo!, Juan Cruz muy peligroso en disparos desde fuera del área, zona desde la que le dieron serios disgustos a Greif en Valencia y frente al Celta en Palma. Rosier y Javi Hernández en los laterales y Jorge Sáenz en el centro, junto a Sergio González forman delante del veterano Dmitrovic (Alcorcón, Eibar y Sevilla), un buen portero.

Jagoba sigue sin los lesionados Muriqi, Asano, Morlanes y Robert Navarro. La duda estriba en si mantendrá una defensa de cinco, como en San Sebastián, o dispondrá un plan diferente. En cualquier caso con Raillo y Samu, así como Larin, Sergi Darder, Maffeo y Mojica. Tampoco tiene tanto fondo de armario aunque, tal cual quedó demostrado, el conjunto no depende en absoluto de sus individualidades pero sí de su rendimiento jornada tras jornada.

Pita el gallego Muñiz Ruiz, uno de los mejores. Cuarto nombramiento para el Mallorca, (0-0 y 1-1 contra el Sevilla y 2-3 en Las Palmas) igual que con el Leganés (1-0 al Getafe, 2-5 frenta el Villarreal y 1-1 en Vallecas). El gallego, de Pontevedra, arbitra con tranquilidad, deja jugar y solo exhibe tarjetas justificadas. El peligro viene del VAR, Figueroa Vázquez. No es que se le dé mal al anfitrión (0-1 en Butarque, 2-1 al Valencia y 2-1 al Girona como contraste al 2-1 adverso en Cornellá y 2-0 en el Metropolitano), pero queda la injusta expulsión de Muriqi ante los de Montilivi por un pisotón de los que se repiten cada domingo sin mayor castigo que una amonestación y, por el contrario, la salvaje entrada sufrida por Jan Salas frente al Atlético que ni siquiera apreció.