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Ni rastro de saturación para ver el atardecer el último domingo de agosto en la playa urbana de Palma

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Indalecio Ribelles
  • Indalecio Ribelles
  • Redactor OKDIARIO en Baleares, información local de Palma, social y política en general. Antes, redactor en EL MUNDO/ Baleares durante 20 años.

Ni rastro de saturación para ver el atardecer el último domingo de agosto en la playa urbana de Palma, donde apenas había medio centenar de personas contemplando una puesta de sol espectacular. Una circunstancia que pone en evidencia la turismofobia que esconde el mantra de la masificación de Mallorca que vende día si día también la coalición de gobierno de socialistas, independentistas de Més y Podemos en el Govern balear y el Ayuntamiento de Palma.

Después de recuperar los índices prepandémicos de ocupación hotelera tras dos años de duras restricciones por el covid y sin haber construido ni realizado una sola nueva infraestructura en materia de accesibilidad, carreteras o transporte público, el primer edil palmesano calificó este lunes el mes de agosto como «complicado» en cuanto a masificación y llegada de turistas y afirmó que su gobierno «está trabajando» para abordar esta problemática en profundidad con la regulación de la oferta.

Por ello, resaltó las medidas contrarias a la principal y casi única industria de Baleares adoptadas por Govern y Ayuntamiento, caso de la prohibición del alquiler vacacional en pisos, la limitación a la construcción de nuevos hoteles o a la llegada de cruceros al puerto de Palma.

Desde el Govern, el conseller independentista de Medio Ambiente, Miquel Mir (Més per Mallorca) en redes sociales abogaba, directamente, por el descenso en el número de turistas que llegan a Baleares por «la saturación evidente de este verano, que debe hacernos reflexionar para seguir trabajando por la contención y el decrecimiento».

También desde el Ejecutivo balear, el conseller socialista de Turismo y portavoz del Govern, el socialista Iago Negueruela, defendía que se han tomado medidas contra la saturación turística, como la congelación de plazas, pero puntualizaba que el modelo no se cambia «de un día para otro».

Después de siete años gobernando y sin tomar medida alguna para que Baleares no dependa única y exclusivamente de una industria turística a la que el Govern ataca, Negueruela recordó que se han adoptado «medidas importantes en esta comunidad» contra el turismo, pactadas entre los socios de gobierno. Y puso como ejemplo la congelación de plazas turísticas durante cuatro años, señalando que serán los consells «quienes tengan que decidir qué sucede con estas plazas».

Tras recordar la limitación del número de cruceros que llegan a Palma, única ciudad de toda la costa española que lo ha implantado beneficiando así a sus directos competidores, caso de Barcelona, Valencia o Málaga, Negueruela también puso el acento en el aumento de la protección de reservas naturales que, entre otras cuestiones, se ha traducido en el cierre de una decena de chiringuitos playeros, dejando en el paro a más de 200 trabajadores.

«Está claro que de un día para otro no reduciremos la potencia que tienen nuestras islas en plazas», remachó el conseller de Turismo, que ahondando en su discurso antiturístico afirmaba que de no haber tomado estas medidas, Baleares habría tenido «todavía más personas» en los meses de julio y agosto.

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