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Aarón Palacio, el novillero aragonés de moda: «Hay que crecerse como un gallo en la pelea»

Aarón Palacio afronta su próximo desafío como novillero en Pamplona, el próximo 5 de junio

En esta entrevista hablamos de Dios, de la manera de afrontar los desafíos, de sus maestros y sus sueños

Aaron Palacio tiene 20 años. Se inició en la tauromaquia por el festejo popular. Es un enamorado del toro bravo. Un día su padre le regaló una muleta, le gustó sentirse con los trastos y decidió apuntarse a la escuela taurina Mar de Nubes de Zaragoza. Ahí conoció a Miguel Cuartero –el fundador de la escuela– quien vio algo distinto en él desde el primer becerro al que se puso delante. Sirvieron cuatro pases para que Cuartero dijera ‘ahí hay torero’, la sentencia que abrió la puerta de los sueños.

Lleva una temporada importante, es el novillero aragonés de moda. Lo apodera el torero Raul García, El Tato. En Sevilla, salió por la puerta grande al cortar dos orejas. En Las Ventas otro apéndice, que le valió para convertirse en el mejor novillero de San Isidro. Los entendidos dicen de él que ve las cosas rápidas en el ruedo, que tiene un buen concepto del toreo y que una virtud fundamental para esta profesión: la firmeza.

Aarón Palacio: la sociedad y los desafíos

OKDIARIO entrevista a Aarón Palacio en el jardín de invierno del Parque Grande de Zaragoza. El sitio de los toreros, como se le conoce a este lugar donde los novilleros acuden diariamente en cualquier mes del año para torear de salón, dado que todavía en el coso taurino de La Misericordia no se les permite entrenar.

En la plazoleta en la que nos encontramos, se atisban algunas pintadas con mensajes antitaurinos. No parece importarle en exceso: «Son cobardes, no se atreven a decirnos lo que piensan a la cara», me dice sonriendo y tranquilo.

Este novillero aragonés original de Biota (Zaragoza) tiene calma. Está seguro de sí mismo. Vive por y para el toreo. «Es algo que no entiende la sociedad de ahora ni tampoco mi generación. No comprenden que con 20 años no quieras irte de fiesta o de vacaciones. Yo disfruto con esto, entregándome todos los días a mi sueño. No me puedo jugar la temporada, ahora es el momento de trabajar», dirá.

Hablamos durante media hora en esta entrevista en la que el novillero nos deja penetrar sus pensamientos y sentimientos. Se muestra natural a las cámaras, habla desde el corazón y desde la verdad.

Nos cuenta que los momentos previos a torear son «muy difíciles». «A veces mi cuerpo me dice que no soy capaz, pero entonces me digo: sí, lo soy. ¡No llevo entrenando tantos días para nada! Me he sacrificado para esta oportunidad y soy un afortunado. Y cuando estoy delante del toro, ahí disfruto de verdad. A veces incluso no me acuerdo lo que he hecho, pero sí sé que me he sentido bien».

La hora del gallo

Los aficionados que le siguen tienen una clave para referirse a cada cita con el toro. Le llaman la hora del gallo. Según nos explicará, se debe a que un día en el que Aaron toreaba, su maestro Miguel Cuartero –a quien dice querer como a un padre-, salió a correr por el campo y vio un gallo que le impresionó por la fuerza y elegancia que transmitía. Al regresar, le dijo al novillero, «es la hora del Gallo» y con este especie de mantra, pisó el ruedo en una tarde en la que salió triunfal.

«Lo que sale bien, no hay que dejarlo», asevera. «En la vida, hay que crecerse como el gallo de pelea, que da todo de sí. El gallo simboliza la fuerza, la fortaleza, la garra y las ganas de querer ganar al oponente».

«Para mí Dios lo es todo»

Este joven tenaz, de ojos verdosos y mirada cristalina con hambre de gloria –su nombre en hebreo significa ‘león guerrero’–, también nos hablará sin tapujos de Dios y lo que significa en su vida. «Para mí Dios lo es todo. No vengo de una familia  muy practicante, me he acercado más a Él en estos últimos años. A mí, Dios me da fuerzas. Él lo ve y lo sabe todo. Cuando salgo a una plaza, sabe lo que he dado antes y lo que estoy dispuesto a dar. A mí me hace bien creer en Dios, me hace ser mejor», nos confesará.

Le preguntamos sobre cuál es el valor más importante que pueda aportar la tauromaquia en nuestra sociedad. Aaron Palacio no duda, responde rápido: «El respeto a los mayores. En esta sociedad se les falta el respeto continuamente. Considero que debemos todo a nuestros mayores. La tauromaquia respeta el legado que nos precede, aprendemos de ellos».

¿Y Pamplona? ¿Cómo la resumiría Aaron Palacio en una palabra? «Alegría», nos contestará. «He ido desde pequeño, he sido muy feliz viendo los encierros nocturnos, me han ayudado mucho y ahora que cuento los días para torear en Pamplona, sueño en devolverles el cariño que siempre me han dado y que disfrutemos todos».

Podríamos contarles más cosas de esta entrevista. Pero lo mejor es que la vean y escuchen directamente a este joven que reivindica «el toreo de lo clásico» y que considera a Morante de la Puebla como «el mejor torero de la historia». «Lo que hace Morante, sólo lo hace él. Morante es torero dentro y fuera de la plaza. Lo que provocó en Madrid hace unos días es inédito», opina.

¿Teme la muerte?, le preguntamos. Su respuesta podría quedar impresa en un libro de autoayuda para aquellos que tienen el pánico. «Yo amo la vida. Me declaro un vividor, en el mejor sentido de la palabra. Pero sé que todos tenemos una hora, los toreros lo tenemos muy presente. Por lo que no pienso en ella, ni le tengo miedo. Moriré cuando me toque, ya sea en una plaza, ya sea fuera de ella. No nos escapamos nadie».