¿Qué santos se celebran hoy, jueves 26 de junio de 2025?
Los santos Juan y Pablo destacan entre las celebraciones del santoral de hoy
¿Qué santos se celebran hoy, jueves 26 de junio de 2025? En este día, como en el del resto del año, la Iglesia Católica recuerda a varios santos que, con trayectorias muy distintas pero profundamente significativas, han dejado huella en la historia de la fe. Se trata de Juan y Pablo, Vigilio de Trento, Majencio y Pelayo cuyos nombres, evocan no sólo devoción, sino también resistencia, sacrificio y una firmeza de espíritu que ha trascendido los siglos.
Resulta fascinante cómo vidas tan distintas, desde eunucos imperiales hasta un niño mártir o un obispo misionero, puedan entrelazarse bajo el mismo día litúrgico. Sus relatos, a veces enmarcados en leyendas , a veces con documentación más sólida, se mantienen vivos no sólo por la Iglesia que los canonizó, sino por la devoción popular que ha sabido conservar su memoria en iglesias, pueblos, reliquias y nombres. Conozcamos a continuación cuál fue su historia al detalle, pero además os vamos a enumerar al resto de santos que se celebran en este día.
Los santos Juan y Pablo
San Juan y San Pablo de Roma, no deben confundirse con los apóstoles del mismo nombre. Fueron dos hermanos cristianos que vivieron en el siglo IV, durante los tiempos turbulentos en los que el cristianismo aún luchaba por consolidarse frente al paganismo. Servidores en la corte de la princesa Constantina, hija del emperador Constantino, desempeñaban un papel de confianza en palacio, probablemente como eunucos o diáconos, según narra la tradición. A ellos se les atribuye una generosidad singular, pues repartieron las riquezas de la princesa entre los más pobres, demostrando desde temprano una fe vivida con compromiso.
Su historia toma un giro dramático bajo el reinado de Juliano el Apóstata, emperador que intentó restaurar la antigua religión romana y frenar el avance cristiano. Cuando se les pidió abjurar de su fe, Juan y Pablo se negaron rotundamente. El comandante Terenciano, encargado de doblegarlos, optó por decapitarlos en secreto en su propia casa del monte Celio. En ese mismo lugar también fueron ejecutados otros creyentes que oraban junto a su tumba. Lo más llamativo es que la conversión de Terenciano ocurrió después de un milagro atribuido a su intercesión: la curación de su hijo. Este hecho fue clave para que, bajo el siguiente emperador, Joviano, se les rindiera homenaje con la construcción de una basílica sobre su sepulcro, la actual Basílica de los Santos Juan y Pablo en Roma.
Su culto se extendió rápidamente por todo el cristianismo antiguo. En Venecia también se les dedicó una basílica imponente, conocida como San Zanipolo, testimonio de la profunda veneración que estos santos han recibido a lo largo de los siglos. Además, en países germanos se les considera protectores contra las tormentas, lo que les vincula con una dimensión más simbólica y cotidiana de la fe.
San Vigilio de Trento
San Vigilio, tercer obispo de Trento, nació en Roma en el año 355 y terminó su vida como mártir en el año 405. Pero entre ambos extremos, su existencia fue un verdadero ejemplo de lo que significa evangelizar en tiempos inciertos. Viajó a Atenas para formarse en teología y filosofía, y allí conoció al influyente San Juan Crisóstomo. De regreso en Italia, y ya como obispo, dedicó su vida a extender el cristianismo en las regiones alpinas, desde el Trentino hasta el lago de Garda, en un contexto de paganismo muy arraigado.
No fue un obispo de despacho, sino un pastor que caminaba entre los suyos. Fundó iglesias, escribió tratados, y envió misioneros a zonas remotas, como el Val di Non, donde sus discípulos también sufrieron martirio. Su propia muerte ocurrió en el Val Rendena, tras destruir una estatua pagana y provocar la ira de los locales. Según la tradición, fue apaleado hasta la muerte y enterrado en la catedral de Trento, que él mismo impulsó.
El Sentiero di San Vigilio, camino que recorre los lugares de su vida, sigue siendo una ruta de peregrinación y reflexión. San Vigilio no solo es patrono del Trentino y del Alto Adigio, sino también de los mineros y trabajadores de la tierra, lo que demuestra su profundo arraigo en la vida cotidiana de la región.
San Majencio
Menos conocido, pero igualmente venerado, San Majencio nació en Agda (Francia) hacia el año 447. Desde joven se volcó en el estudio y la vida monástica, encontrando su verdadero propósito en el monasterio de San Saturnino, donde fue acogido por el santo fundador San Agapito. Allí, Majencio asumió pronto el liderazgo del monasterio, guiando a los suyos con humildad y sabiduría. En tiempos de guerra y agitación, su figura representó una estabilidad espiritual que atrajo incluso a los poderosos.
En 507, el rey Clodoveo I le visitó antes de una importante campaña contra los visigodos arrianos, pidiéndole intercesión divina. La victoria en Vouillé fue interpretada como una muestra de que Majencio gozaba del favor celestial, y esto cimentó aún más su fama de santidad. Murió en 515 y su nombre quedó ligado al lugar donde vivió y oró: Saint-Maixent-l’École, que aún hoy mantiene su memoria viva.
Su vida fue la de un contemplativo, pero su influencia traspasó los muros del monasterio. Representa esa vertiente de la santidad que no necesita martirio ni gestas espectaculares: la del compromiso diario, la fe constante y el liderazgo humilde.
San Pelayo
De todas las figuras que recordamos hoy, quizá la más impactante por su crudeza y simbolismo sea la de San Pelayo, un adolescente gallego que murió mártir en el año 925. Tenía solo catorce años cuando fue ejecutado en Córdoba por negarse a renunciar a su fe y a aceptar los avances sexuales del califa Abderramán III. Su historia es una mezcla de drama, valor y una convicción profunda que conmueve incluso a los más alejados de la religión.
Había sido llevado a la corte califal como rehén tras la derrota cristiana en Valdejunquera. Su tío, el obispo Hermogio, fue liberado, pero Pelayo quedó atrás. Durante sus años de cautiverio, se negó a las proposiciones del califa, pero eso le costó una tortura brutal y la muerte.
Su culto se difundió rápidamente. Sus reliquias viajaron desde Córdoba hasta León y más tarde a Oviedo, donde se conserva parte de su cuerpo en el monasterio benedictino que lleva su nombre.
Otros santos que se celebran el 26 de junio
Junto a los mencionados, en este día se celebra también a estos otros santos:
- san Deodato de Nola, obispo
- san David de Tesalónica, eremita
- san Salvio de Valenciennes, obispo
- san Antelmo de Belley, obispo
- beato Raimundo Petiniaud de Jourgnac, presbítero y mártir, arcediano de Limoges
- beatas Magdalena Fontaine, Francisca Lanel, Teresa Fantou y Juana Gérard, vírgenes y mártires
- san José Ma Taishun, mártir
- san José María Robles, presbítero y mártir
- beato Andrés Jacinto Longhin, obispo
- beatos Nicolás Konrad y Vladimiro Pryjma
- beato Andrés Iscak, presbítero y mártir
- san José María Escrivá de Balaguer, presbítero
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