Cebrián: «Aznar es un mediocre, la reina Fabiola una fea y Alfonso Guerra un provinciano»

El País nació con la muerte de Franco. Juan Luis Cebrián (Madrid, 1944) pudo aliviar así sus contradicciones vitales por haber crecido y prosperado en el seno de una familia adepta al régimen. El director fundador del que a la postre sería el periódico más importante de la nación, y símbolo de la progresía, no lo dudó, sin embargo, a la hora de caminar hacia el futuro con los pies fijos sobre un pasado que le había permitido observar desde las alturas sociales la miseria de un país en posguerra.

«Aunque mis convicciones eran republicanas pensaba que la Corona podía jugar un papel decisivo durante la Transición», asegura ‘Janli’. Y hace una revelación llamativa al respecto de la Casa Real de aquella época: «El Rey Juan Carlos tenía un enlace y testaferro para sus relaciones con los países árabes, especialmente con el soberano de Arabia Saudí».

Un periodo histórico con algunos claros y numerosos grises: «Fraga y Areilza decidieron boicotear al nuevo presidente —Aldolfo Suárez— y dificultar que formara gobierno, empezando por rechazar, igual que Antonio Garrigues, cualquier presencia suya en él». Cebrián, siempre cerca del poder, se mantuvo al lado del líder de Unión de Centro Democrático. Tal y como confiesa en sus memorias, «nos ofreció a Jesús Polanco y a mí un puesto en las listas para el Congreso con garantías de ser elegidos… a lo que renunciamos».

«El Rey Juan Carlos tenía un testaferro para sus relaciones con los países árabes»

En aquellos años de inestabilidad y vaivenes políticos (1975-1978) Cebrián y Polanco estaban convencidos de que la única manera de que la cabecera prosperara era emparentarla con el antiguo régimen. De ahí que convencieran a Manuel Fraga, entonces ministro de la Gobernación, para que se involucrara en el accionariado y también en la captación de otras personas que apoyaran el proyecto tanto de un modo económico como institucional.

Los dos hombres más importantes de El País le prometieron que el diario jamás sería revolucionario ni agresivo contra su persona. Ambos faltaron a su palabra, algo que provocó el enfado de Fraga. Cebrián se burla del líder y fundador de Alianza Popular en ‘Primera Página’: «La violencia esperpéntica que desplegó el personaje ha sido durante décadas motivo de chanzas entre nosotros».

Contra la derecha

El rechazo a su cuna franquista lleva al progre Juan Luis Cebrián a expresar una férrea beligerancia contra los líderes de la derecha española. Utiliza la figura de Manuel Aznar para atacar a su nieto, el expresidente José María Aznar. Manuel Aznar Zubigaray fue uno de los periodistas más destacados de la primera mitad del siglo XX en España: «Lo bauticé como el ‘Aznar listo’ en oposición a la mediocridad de su descendencia».

«La violencia esperpéntica de Fraga ha sido durante décadas motivo de chanzas entre nosotros»

El presidente ejecutivo de PRISA muestra una mirada escéptica hacia los representantes públicos: «La calidad humana de artistas y literatos contrasta con la arrogancia infautada de muchos líderes políticos». El intelectual Antonio García-Trevijano sale mal parado: «Su persona me inspiraba gran desconfianza. Era un individuo singularmente no querido entre los periodistas».

«Bauticé a Manuel Aznar como el ‘Aznar listo’ en oposición a la mediocridad de su descendencia»

Tampoco resulta favorecido Jaime de Mora y Aragón, hermano de Fabiola de Bélgica. En palabras de Cebrián, alias ‘Janli’: «Un parásito social cuyo mayor mérito era ser hermano de Fabiola de Bélgica, aunque en nada se parecía a ella. Fabiola era fea, rancia, retrógrada y aferrada al tradicionalismo católico y a todas las represiones y limitaciones del ejercicio del poder».

Cebrián y el PSOE

Juan Luis Cebrián apostó por el Partido Socialista como forma de asentar el diario que dirigía. La jugada le salió bien. De hecho, El País y PRISA —aquejados de una severa crisis en la actualidad— nunca han sido tan fuertes como durante los años de esplendor del PSOE. No obstante, y a pesar de la rendida admiración hacia Felipe González —lo considera «un amigo fraternal»—, Cebrián no opina lo mismo de Alfonso Guerra, otro de los líderes históricos: «Me pareció un provinciano necesitado de impostar su figura para hacerse acreedor de una autoridad que no poseía».

«Fabiola de Bélgica era fea, rancia, retrógrada y aferrada al tradicionalismo católico»

En general, Cebrián habla de los poderosos, pasados y presentes, como si a los 72 años se hubiera convertido en una especie de antiestablishment: «Mis contactos con políticos y jefes de Estado de medio mundo no valieron sino para aumentar mi escepticismo respecto a las verdaderas razones y los objetivos de quienes ocupan el poder».

«Guerra me pareció un provinciano necesitado de impostar su figura para ganar autoridad»

Un rechazo que, sin embargo, contrasta con la condescendencia semántica que utiliza para referirse a las acciones de la banda terrorista ETA durante la Transición: «En el País Vasco decenas de párrocos colaboraban con los activistas de ETA, incluso con los que perpetraban delitos de sangre, ocultándolos con frecuencia en las sacristías, dándoles cobijo y confrontándolos moralmente».

La tolerancia con los etarras se convierte en admiración a la hora de hablar del Papa Francisco: «Sus manifestaciones tantas veces provocadoras nos permiten finalmente comprender la influencia que el cristianismo tuvo en los movimientos políticos y sindicales de oposición al régimen franquista».

«En el País Vasco decenas de párrocos colaboraban con los activistas de ETA»

‘Janli’, el chico del régimen, se convirtió con el paso de los años en un poderoso director de periódico que supo sacarle todo el jugo empresarial a la socialdemocracia política y económica que dominó España durante más de dos décadas. Cebrián aún guarda más secretos en sus memorias, especialmente en lo referido a las tumultuosas relaciones con sus compañeros de profesión: los periodistas.