Opinión

Vicente Gil: «Sánchez censura a la prensa, sólo quiere palanganeros del poder como PRISA»

Pedro Sánchez ha anunciado que aprobará este martes su ley de control de los medios de comunicación. Sánchez saca un nuevo conejo de la chistera para seguir sobreviviendo. Trata de recuperar la iniciativa política tras sus derrotas parlamentarias.

A esa ley para la censura, Sánchez la ha llamado «Plan de Acción por la Democracia». Suena a aquella Ley de Defensa de la República de 1931, que le sirvió al PSOE de entonces para encarcelar a periodistas de derechas y cerrar medios críticos. Con el tiempo, los milicianos terminaron haciendo el paseillo si te pillaban un ejemplar del Abc en casa.

«Plan de Acción por la Democracia». «Ley de Defensa de la República». La izquierda hace suyos, siempre, los términos «democracia», «república», «memoria», «historia» para imponer su relato. Quien discrepa pasa a ser un ultraderechista antidemocrático fascista e ignorante. Ahora, con esta ley, Sánchez da un paso más. Lo que pretende es pasar al discrepante por el Código Penal y, si es posible, tiempo al tiempo, por la cárcel.

Sánchez no disimula. Ha dicho que quiere saber quién financia a los medios de comunicación. En un mercado libre y en plena Europa, esto ya es una injerencia inaceptable sea cual sea la actividad de una empresa. Como en tantas ocasiones anteriores (recuerden las mentiras sobre la sedición) Sánchez se agarra a un Reglamento -no vinculante- de Europa de cuya lectura se deduce que el propósito es, precisamente, garantizar la libertad de los medios y no tratar de ahogarlos económicamente, como quiere hacer Sánchez con los medios críticos.

Porque eso es lo que va a hacer Sánchez, aparte de mandarles al fiscal con la nueva ley en la mano: presionar a empresas y anunciantes de los medios críticos. Los fondos europeos, las ayudas oficiales, las subvenciones que otorga el Gobierno… son una tentación muy golosa para esas empresas y para los medios.

Les contaba la semana pasada que Sánchez ha acelerado este verano, mientras el PP estaba de vacaciones, la negociación para renovar RTVE. Las empresas del sector le han recordado a Sánchez que prometió, antes del verano, repartir 100 millones de euros para «digitalización». Quédense con la idea de que ese dinero y cualquier otro que mueva Sánchez en relación a los medios de comunicación es un peaje, un caramelito, para comprar su silencio y que no informen de la corrupción de Begoña Gómez y compañía.

Con esta ley de censura y coacciones, Sánchez va a incrementar su presión contra todo el que le critique y sea un obstáculo para sus planes dictatoriales. Hoy hemos sabido que un equipo de Ferraz lleva meses preparando en secreto un plan de desprestigio público -con nombres y apellidos- contra jueces y periodistas para lanzarlo en cuanto la ley de mañana esté aprobada. Se trata de diluir los escándalos que afectan a Sánchez y su ejecutivo, pero con un arma legal en la mano hecha ad hoc contra los medios críticos. Ésta es la degradación a la que ha llegado nuestra democracia con el felón de La Moncloa.

Éste fue el primer paso que dió también, en su momento, Hugo Chávez hasta terminar cerrando periódicos y televisiones y empujando a la cárcel o al exilio a periodistas críticos. E, incluso, con el tiempo, también, a muchos de los que le habían apoyado al principio. Es lo que pasará aquí con los Ignacio Escolar, Àngels Barceló, Silvia Intxaurrondo y demás escribientes de Sánchez que dicen que la nueva ley les parece fantástica para luchar contra los bulos y la desinformación que ellos mismos propagan. a diario desde TVe, la Ser o eldiario.es. Porque La Moncloa es, desde la llegada de Sánchez, la verdadera «máquina y fábrica del fango», pero con dinero público.

A Sánchez lo que le gustan son periodistas cortesanos que La Moncloa pueda comprar imponiéndolos en las tertulias de medios públicos y privados. La vida del periodista está muy achuchada y cualquier ingreso extra viene bien. Así de degradada está nuestra profesión.

Sánchez terminará repudiando a estos pelotas del sanchismo que, sin vergüenza ni dignidad alguna, igual critican un día la amnistía, la sedición o el cupo catalán como lo apoyan al día siguiente si Moncloa se lo ordena. A estos tertulianos -créanme- les pasan a diario el argumentario por escrito.

Porque hay un momento en que los sátrapas enloquecidos, como Sánchez, sospechan de todos y se lían a hacer purgas indiscriminadas para tapar sus fracasos. Como la que están esperando, estos días, en su gabinete y círculo cercano de La Moncloa tras la salida de Óscar López. Andan todos en La Moncloa, perdonen la expresión, con el culillo apretado por si les toca y se les acaba el chollo y el sueldazo.

Sánchez sólo quiere periodistas como aquella directora de Radio Nacional de España nombrada por él en 2018 que -hoy hemos sabido- cerró una planta entera de la Casa de la Radio en Prado del Rey en septiembre de 2018 -recién llegada la parejita a La Moncloa- para grabar un podcast personal a Begoña Gómez de promoción de su máster fake en la Complutense. De esto es de lo que Sánchez no quiere que informemos. ¿Se dan cuenta de los aires de grandeza con los que la parejita llegó a La Moncloa? A los dos meses ya estaban cerrando, con escoltas, una planta entera de Radio Nacional de España para grabar a Begoña Gómez un podcast personal de sus negocios.
¿No es esto usar medios públicos para fines privados?

En julio, al prometer a los medios 100 millones de euros, Sánchez dijo en el Congreso: «Debemos limitar la financiación pública para que no haya medios que tengan más financiación pública que lectores y garantizar que no hay partidos que compran líneas editoriales con el dinero de los contribuyentes». ¿Se refería al Grupo PRISA? ¿Lo de Begoña Gómez usando Radio Nacional para fines privados no cuenta?

Con la nueva ley, Sánchez será quien determine qué medios son «pseudomedios» -como los llama él- y qué es un bulo o no. El Gobierno decidirá. Como Maduro en Venezuela.

Imaginamos que esto también afectará a los medios del Grupo PRISA, esparcidor habitual de los bulos del Gobierno. La semana pasada, sin ir más lejos, por citar el último bulo, El País y la SER nos vendieron en sus portadas como una «bajada» del precio de los alimentos el dato de la inflación que, en realidad, suponía que seguían «subiendo» pero más moderadamente. Y así todo.

Ya que Sánchez quiere saber la financiación de los medios, que empiece por los suyos. Por ejemplo. Uno de los grandes misterios de la Humanidad, a día de hoy, es cómo sobrevive el Grupo Prisa. ¿Cómo subsiste el grupo de medios favorito del Gobierno al que Sánchez va a darle ahora un canal de TDT para tener su propia tele pese a estar en quiebra técnica?

La nueva tele de PRISA la están preparando Contreras, Fran Llorente (el que mandaba en la TVE de Zapatero) y José Pablo López. López es quien llevó a Broncano a TVE para que vaya haciendo audiencia, gane 28 millones y luego pasarse al nuevo canal de PRISA cuando lo abran.

Para ello, José Miguel Contreras y Sánchez necesitan quitarse de enmedio al actual presidente de PRISA y dueño de Amber Capital, Joseph Oughourlian, que tiene el 29% de las acciones. Sánchez y Contreras llevan meses metiendo a empresarios amigos de Moncloa en el capital de PRISA a través de Global Alconaba que ya posee el 7% de la sociedad. A otros poderosos accionistas les están presionando para que echen o disminuyan el poder de este inversor francoarmenio convertido en un grano en el culo de las ambiciones televisivas de Sánchez. Las llamadas incluyen a grandes empresas, la familia Polanco, Carlos Slim y otros magnates mexicanos con capital en PRISA.

Oughourlian se niega a sacar adelante una tele que -sabe- será ruinosa. Sólo estar en el canal de TDT cuesta ya 10 millones de euros. Sumen lo que supone montar una televisión desde cero. Contreras y compañía saben que montar esta tele es a fondo perdido porque Sánchez la hinchará, como a la SER y EL PAÍS, de dinero público. O sea, de dinero suyo y mío, de nuestros impuestos.

Esta es la letra pequeña de la política de Sánchez con los medios de comunicación que mañana pondrá negro sobre blanco en la nueva ley antilibelo. Sánchez inventa herramientas legales de corte franquista para meter presión a los empresarios y empresas que sostienen a los medios. Para ello va a necesitar un nuevo secretario de Estado de Comunicación con más garra con el mundo empresarial que el actual. Será el encargado de ejercer las presiones, amenazas y coacciones. El actual, Francesc Vallés, puede ir haciendo las maletas. Salvo sorpresa, le toca ser purgado.

El Grupo PRISA ha estado dos veces a punto de desaparecer. Las dos veces no le salvó el PSOE. Le salvó el PP. Con Aznar cuando Polanco se metió en el ruinoso negocio de Canal Satélite Digital. Y con Rajoy cuando la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría le salvó de la quiebra llamando al Banco Santander para renegociar su insoportable deuda. La vida, ya saben, es un banco de favores y entre la política y la empresa mucho más.

Si Aznar hubiera hecho caso en 1997 a Álvarez Cascos, hoy PRISA no existiría. Pero ya saben. Cuentan que don Jesús del Gran Poder, como llamaban a Polanco padre, fundador y jefe de esta secta, fue a La Moncloa y le enseñó a Aznar el completo dossier que tenía guardado para el momento oportuno sobre el entonces vicepresidente Rodrigo Rato y sus negocios. Aznar salvó a PRISA. ¿Lo entienden? De Rato después, en cualquier caso, lo supimos todo. El PP, como siempre, en Babia.

Pero, por situarnos en el hoy. El Grupo PRISA, ese al que Sánchez va a regalar una nueva tele ruinosa, presentó este verano los resultados del primer semestre de 2024. El resultado neto del Grupo fue negativo. Fue de -24,4 millones de euros.

Por resumirles sin aburrirles. Los ingresos de explotación de PRISA, es decir los que proceden de sus actividades recurrentes, están en 425 millones de euros. Insuficientes para la deuda del grupo. La deuda del Grupo PRISA está todavía en 776 millones de euros. El Grupo PRISA tiene un patrimonio neto negativo de 366,3 millones de euros. Conclusión: PRISA está en quiebra técnica, según los expertos. La comparación de su deuda con sus activos no se sostiene. Pero Sánchez va a darles una tele.

¿Entienden ahora lo de Angels Barceló, la cadena SER y Lo País? ¿Entienden lo de la ley de Sánchez de mañana? Va a regalarle una tele deficitaria a un grupo en quiebra sólo para tapar sus casos de corrupción y que le doren la píldora de su narcisismo patológico.

Un día, por cierto, habrá que saber también quién financia a Escolar más allá de la leyenda de George Soros. Porque el rollo ese de que viven sólo de sus socios no se lo creen ni ellos y suena a eso de los sindicatos comegambas subvencionados por Sánchez diciendo que ellos subsisten gracias a las cuotas de sus afiliados.

En fin. Que esto es lo que quiere Sánchez: periodistas palanganeros del poder que le limpien la basura de corrupción que le rodea.