Opinión

Tercera bofetada de la Justicia a Marlaska por su trato de favor a los presos etarras

Ya van tres. La Audiencia Nacional ha vuelto a dejar en evidencia al Ministerio del Interior de Fernando Grande-Marlaska por su condescendencia con los presos etarras. El tribunal ha revocado el tercer grado al etarra Íñigo Gutiérrez Carrillo, en libertad desde diciembre después de que el Gobierno le abriera las puertas de la cárcel. Gutiérrez, que entró en prisión en julio de 2008,  cumple una condena de 14 años por los delitos de colaboración con banda armada y depósito de armas y municiones. Fue el pasado 27 de diciembre cuando Marlaska le concedió la semilibertad en contra de la Junta de Tratamiento de la Prisión, pues su pronóstico de reincidencia era «medio alto». Es decir, los propios responsables de la cárcel entendían que el tercer grado que proponía el ministerio era excesivo, «por la gravedad de los hechos delictivos».

Llueve sobre mojado, porque el tercer grado al etarra Jon Crespo Ortega, condenado a más de 25 años de cárcel, también fue anulado por la Justicia al «no constar petición de perdón expreso a las víctimas del terrorismo». El pasado 4 de octubre, la Sala de lo Penal revocó también la concesión de la semilibertad al terrorista Unai Fano, al considerar «prematura e improcedente» la progresión al tercer grado concedida por Instituciones Penitenciarias. Cabe recordar que en aquella ocasión la Audiencia Nacional reprochó al Ministerio de Interior  su empeño en la «minimización» de los delitos. Y es que Interior justificó el tercer grado en el hecho de que los delitos se cometieron en Francia y no hubo víctimas. El tribunal argumentó que el hecho de que el delito se cometiera en la nación vecina «no excluye su gravedad» y recordó que si no hubo víctimas fue por la acción policial.

Parece evidente que el Gobierno se ha convertido en el mejor aliado de los presos etarras para que estos salgan a la calle. Marlaska, antaño juez implacable con los asesinos, es ahora tan condescendiente con los terroristas que la Justicia le ha tenido, hasta por tres veces, que pararle los pies.