Opinión

La socialista Chivite sigue profanando la sangre de sus compañeros asesinados

Que el socialismo parece dispuesto a vender navarra al nacionalismo vasco parece una evidencia. Que Geroa Bai y EH Bildu van a cobrarse muy caro su apoyo a la investidura de la socialista María Chivite como presidenta del Gobierno foral, también. No se trata de meras suposiciones ni de juicios de valor sin fundamento, sino la constatación de que los últimos movimientos van irremediablemente en esa dirección.

El PSOE va a utilizar Navarra como moneda de cambio, un siniestro intercambio de cromos que es la gran baza que estaban esperando PNV y Bildu para lograr su histórica aspiración de controlar, como primer paso previo a la anexión, el territorio vecino, cuna de españolidad y dique de contención de la recurrente estrategia expansionista del nacionalismo vasco.

Después de «regalar» Huarte a EH Bildu, el PSOE acaba de entregar a separatistas y proetarras el control parlamentario de los fondos locales, claves para hacer y deshacer a su antojo e impulsar su estrategia de «euskaldunización»de Navarra. Geroa Bai controlará las comisiones de  Ordenación del Territorio, Vivienda, Paisaje y Proyectos Paisajísticos, Desarrollo Económico y Empresarial y Economía y Hacienda. Es cierto que el denominado Mapa Local Navarro –toda una reforma de la administración local foral que dispara el poder de los proetarras– depende orgánicamente de un consejero socialista, pero no lo es menos que Geroa Bai cuenta con capacidad de maniobra suficiente para apuntalar su proyecto anexionista.

El hecho de que EH Bildu haya puesto, por otra parte, la vista sobre el control municipal de Navarra para transformar el entero esquema administrativo significará que utilizará su poder comarcal para controlar e imponer modelos educativos en el ciclo de cero a tres años y plantear la obligatoriedad del euskera en toda Navarra.

En definitiva, separatistas y proetarras huelen la debilidad del socialismo, al que han convertido en rehén de sus aspiraciones. Han nombrado a María Chivite presidenta y van a cobrarse, una a una, la pieza. Navarra, más que nunca, está en peligro.