Opinión

Queridos musulmanes: luchad junto a nosotros

El pasado domingo, en la iglesia adyacente a la catedral copta de El Cairo, un terrorista islámico de apenas 22 años de edad hizo estallar una bomba con doce kilos de TNT, asesinando a 24 personas e hiriendo a otras 48. Ese mismo día, el grupo terrorista islámico Boko Haram hizo estallar a dos niñas de siete y ocho años en un mercado de Nigeria, asesinando a tres personas e hiriendo a otras 17. El viernes dos terroristas de este mismo grupo islamista, haciéndose explotar, asesinaron a otras 56 personas en otro mercado de Nigeria. Cada día, a cada hora; desde el siglo VII, hasta hoy. Ocurre allí, entre ellos o contra los que no son como ellos, y ocurre aquí, entre nosotros.

El 11 de septiembre de 2001 asesinaron a más de 3.000 personas en Estados Unidos, el 11 de marzo de 2004 a 191 en Madrid, en julio de 2005 a 56 en Londres, en enero y en noviembre de 2015 a 12 y a 130 en París, en marzo de 2016 a 32 en Bruselas, en julio a 86 en Niza… Son sólo algunos de los que más nos han impactado. Muerte, sangre y destrucción con los que pretenden islamizar nuestra sociedad. Porque ése es el objetivo del terrorismo islamista, restaurar la grandeza de siglos pasados del Islam y extenderlo por todo el planeta, mejor por las malas que por las buenas.

Cuando ocurrieron los atentados de París todos conocimos Molenbeek, ese barrio de Bruselas que el Ministro de Interior belga dice que “las autoridades no controlan”. Y existen muchos barrios similares en Europa, son las llamadas ‘No Go Zones’ o como eufemísticamente las llaman en Francia, ‘Zonas Urbanas Sensibles’, barrios en los que los policías sólo se atreven a entrar armados como marines en Vietnam. En esos barrios se han creado miniestados islámicos regidos por la ley islámica. Me ha contado un amigo algunas de sus numerosas experiencias cuando vivía en París, os resumiré aquí sólo una de ellas. Iba en el metro con una amiga francesa cuando a su vagón subió un grupo de musulmanes jóvenes que inmediatamente empezaron a insultarla porque iba maquillada. “Puta (sic), te reventaba” le gritaban mientras le escupían a la cara, le tiraban del pelo y le apretaban fuertemente los senos. Entre sollozos su amiga le susurraba, “Por favor, baja la cabeza, ni los mires, déjales hacer, que si les miras nos matan”. Y él se tuvo que tragar sus lágrimas, clavándose las uñas hasta sangrar, porque sabía que esa era la verdad, que si los miraba los matarían a ellos dos también.

Queridísimas y queridísimos musulmanas y musulmanes: os amamos. Os queremos aquí, trabajando junto a nosotros en nuestros países, para crear entre todos una sociedad mejor y más justa. Pero haceros un favor, borrad ya ese engendro de palabra inventada, esa ‘islamofobia’ a la que dedicáis todos vuestros esfuerzos y uniros a nosotros en la lucha contra la violencia islamista. Haceros querer, ganaros nuestro cariño y respeto, protestad en contra y no consintáis tanta violencia, tanto machismo, tanta muerte, tantas lágrimas como causan todos estos malnacidos hijos de Satanás. Lo demás va a venir sólo de forma natural. Pero si todos vuestros esfuerzos se dirigen únicamente a luchar contra esa pretendida ‘islamofobia’ la verdad es que vosotros también os convertís en una parte más del problema y habrá que combatiros por todos los medios legales. Porque si no estáis con nosotros en esta lucha por las libertades es bastante evidente con quienes estáis.