Opinión

‘La PSOE’ sanchista o España

Las palabras se quedan cortas para expresar la indignidad que el PSOE le permite a Pedro Sánchez con la única motivación de poder seguir durmiendo en La Moncloa. Lo que en justicia y verdad debe hacerse extensivo a quienes le apoyan en tal conducta política y que son sus cooperadores imprescindibles para hacerlo, aunque lo sean en grados diferentes, por supuesto. Todos ellos son sus votantes, sus militantes y, en grado máximo, los 120 diputados que le acompañan con su disciplinado voto para no perder los beneficios de seguir en activo en la PSOE. Esta expresión define perfectamente la transformación de un partido político -que con sus sombras y sus luces ha prestado indudables servicios a España- en una mera empresa cual agencia privilegiada de colocación y empleo público.

Felipe González y Alfonso Guerra encarnan aquel partido socialista que renunció al marxismo para asumir la socialdemocracia, y que coadyuvó a una Transición pacífica tras la muerte de Franco a la (hasta ahora) democracia constitucional. El mismo partido que gobernó España durante 14 años, con indiscutibles aciertos y graves errores, como en toda obra humana, pero con límites claros a lo que la Constitución establece y, por supuesto, respecto a la indisoluble unidad de la nación española y sus consecuencias.

Son esos dos mismos referentes personales, acompañados de otros tantos, los que declaran su absoluta discrepancia con los derroteros políticos a los que Sánchez ha llevado y pretende seguir llevando a nuestro país. El dejar sin valor alguno la palabra dada, convirtiendo en presuntos e hipócritas cambios de opinión lo que son literalmente mentiras y engaños, hace materialmente imposible una razonable convivencia. En especial si ésta se pretende democrática, en la medida en que se trata de un sistema político basado en el apoyo popular expresado mediante el voto y que, a su vez, se basa en un programa político y unos compromisos.

Si quien lidera un proyecto con declaraciones, argumentos y escritos, tanto en medios de comunicación como en la misma sede de la Soberanía nacional, lo incumple con premeditación y alevosía , el vínculo de confianza política y personal que se expresaba con el voto queda destruido.

Recientemente, otros dirigentes de aquel PSOE como Paco Vázquez y Nicolás Redondo se han expresado de forma rotunda y clara al respecto, lo que, por cierto, le ha valido la expulsión del partido a este último por optar por la coherencia personal ante la deriva autocrática actual.

Hace ya tiempo que nos hemos pronunciado por tener que afrontar un dilema que jamás hubiera parecido verosímil: tener que optar por Sánchez o por España. Hoy, por desgracia, ya no es una exageración retórica ni mitinera, sino una dramática realidad. Cada día supera al anterior en la cuota de indignidad que paga la reputación de España y la autoestima y patriotismo de los españoles con lo que el sanchismo realiza.

La actual dramática situación en Oriente Próximo pone de relieve el verdadero rostro del Gobierno sanchista, con sus socios comunistas que suma Yolanda manifestándose a favor de Hamás. Esas ministras y ministros de Yolanda tan enfervorizados feministas no condenan a un grupo terrorista que ha provocado un ataque criminal contra población civil incluyendo a no pocas mujeres y niños. Grupo caracterizado, además, por su absoluta falta de respeto a la dignidad, derechos y libertades de la mujer (y homosexuales) a la que obligan a ir vestida como sabemos y con el rostro cubierto. Nada extraño en quienes tienen a la República islámica de Irán como matriz política y financiera, y cuyo feminismo es suficientemente conocido por la opinión pública mundial.

Pretender que esta realidad no afecte a la reputación de España es una utopía. El presidente Biden ha mantenido un encuentro por vía telemática con su colega francés Macron, el canciller alemán Scholz, la italiana Meloni y el primer ministro británico para coordinar la respuesta a esa grave situación, y Sánchez no ha sido invitado. Fuentes interesadas aluden a un formato «ya previo y consolidado», pero obvian que España -aunque no lo parezca- es el actual presidente semestral del Consejo de la UE. Podría haber delegado en Yolanda, y lo saben.