Propaganda frente a realidad económica
El Gobierno, hay que reconocerlo, tiene una deriva extraordinaria a la hora de colgarse medallas, algunas fatuas, y otras que no le corresponden en modo alguno.
Especialmente es llamativa esta capacidad para el autoengaño en los temas económicos. Veamos. Sánchez y sus ministros se presentan como los campeones del crecimiento en Europa y ello tiene trampas como en casi todo lo que hacen. España encabeza el ranking europeo en creación de pobreza; son millones ya las familias que corren el peligro de esta en esa situación y otros millones al borde de entrar en la penosa realidad. De lo que no hay duda es que a los españoles en su notable mayoría se les hace muy difícil llegar a final de mes y están haciendo cuentas y sacrificios para no caer en la insolvencia.
Recientemente, la agencia independiente Moody’s ha decidido no elevar el rating de España por sexto año consecutivo y frena de esta manera las expectativas del Gobierno y su fatuo entusiasmo propagandístico. La agencia internacional, que sabe de números y de riesgos soberanos, mantiene la calificación de solvencia del Reino de España por debajo, por ejemplo, de la Portugal, que tampoco es un país para tirar cohetes en asuntos macroeconómicos. Otra agencia, S&P, concluye su revisión sin mejoras.
El ministro Carlos Cuerpo, que se vendió como un «técnico» y en la práctica se comporta como un hooligan sanchista, ha intentado en los últimos tiempos que se calificara optimistamente la situación española, sobre todo después de que los expertos internacionales hayan concluido que en países como el citado Portugal, Irlanda y Grecia sí han mejorado sus respectivas situaciones.
¿Dónde está la madre del cordero? Es sencillo y mejor que nadie lo pueden entender las amas y amos de casa españoles. Carestía brutal en alimentos de primera necesidad; de hecho, la bajada de la inflación no hace que la vida de millones de ciudadanos vea con más optimismo el futuro inmediato.
Por otro lado, está la macroeconomía. Una enorme deuda soberana cuyo pago de intereses se asoma ya a los 45.000 millones de euros anuales. Algo que parece importar una higa a los responsables gubernamentales con un despilfarro público desaforado. Ya sabemos que el ministro Cuerpo no manda; no tiene fuerza política, es un mero mandado. Se hace lo que dice y ordena Moncloa. Por algo huyó Nadia Calviño con destino a predios más cómodos y coherentes para una economista que se precie.
El otro argumento básico es la «inestabilidad política». Sánchez no tiene y no tendrá Presupuestos si antes no paga el peaje a independentistas y nacionalistas.
Aquí puede engañar a muchos; fuera, no.
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