El problema no es la abstención, eres tú, Pedro
El captor del Partido Socialista, Pedro Sánchez, vive a su vez secuestrado por su propio ego. Su alocución de ayer en Ferraz redujo todo el debate interno del PSOE al principal elemento de su credo político: él mismo. No hubo una palabra de reflexión relacionada con el estado de profunda crisis que vive su partido. Por supuesto, omitió cualquier tipo de consideración relacionada con los españoles y la parálisis institucional que padecen por su ambigüedad política. Ni el más mínimo sentido de Estado o atisbo alguno de responsabilidad. Ante la amenaza de que el Comité Federal tumbe este sábado el Congreso extraordinario que pretende convocar en noviembre, el aún secretario general se refugia en un mantra tan simplista como falaz a modo de presión: o conmigo o con Rajoy. O consulta a la militancia o gestora para dar el Gobierno al Partido Popular.
Como si hubiera mutado en un líder populista cualquiera, Sánchez ha localizado un enemigo externo en su discurso —en este caso el PP— para así tratar de eludir sus inexcusables responsabilidades. Utiliza a Rajoy para culpabilizar a sus críticos si finalmente se ve obligado a dimitir. Una táctica de habilidad rasante, demasiado evidente, y con claro ánimo de fomentar la disgregación y el enfrentamiento interno, justo lo contrario de lo que necesita el PSOE en estos momentos. Con esa falsa amenaza de potencial abstención —como si, por otra parte, poner España en marcha tras casi un año de parálisis fuera pecado venial— el madrileño trata de soslayar el debate real: su calamitosa gestión al frente del PSOE y la grave crisis interna que ha provocado. El único culpable de la situación que viven en la otrora omnipotente Ferraz se llama Pedro Sánchez Pérez-Castejón.
Un hombre récord de la política menguante que ha conseguido sacar los peores resultados en la historia de su partido por dos veces y de manera consecutiva en tan solo seis meses. Además, su injerencia en la confección de las listas de cara a las elecciones gallegas y vascas ha provocado que sus respectivas federaciones se despeñen en ambas comunidades. En Galicia, sobrepasados por En Marea; y en el País Vasco, como la fuerza que más diputados ha perdido con respecto a los comicios de 2012. Con un currículo así, el Comité Federal de mañana no es una cita para dilucidar si los socialistas quieren, o no, dar su abstención a Rajoy. Es, más bien, una oportunidad para que el PSOE asiente los cimientos de un proyecto de futuro y despida, sin remisión, a un secretario general que sólo les ha legado el caos interno y la perniciosa costumbre de perder siempre.
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