Opinión

Los peones de TV3 en RTVE

El proceso de degeneración de las instituciones nacionales que Pedro Sánchez dirige con mano firme no es más que una copia de la degradación de las instituciones catalanas. Durante el procés la escuela pública aumentó la intensidad del adoctrinamiento escolar –¿recuerdan los institutos con esteladas y los profesores montando aquelarres separatistas en los patios tras las cargas del 1 de octubre?–, el Parlament se convirtió en una cámara en la que se violaban los derechos de la oposición, el gobierno autonómico pasó a ser una cueva de delincuentes que malversaban dinero público y TV3 se convirtió en una herramienta de ingeniería social y de difusión de odio.

Podríamos hablar de cómo Sánchez ha destruido la neutralidad de instituciones como el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Banco de España, el CIS, el Instituto Nacional de Estadística y un largo etcétera de organismos públicos. El último ejemplo es RTVE, que el PSOE ha decidido convertirlo en su cortijo, y se ha pasado de la tradicional dependencia del ente público del gobierno de turno, a que Moncloa decida hasta la programación de los espacios de entretenimiento. Ahí está La revuelta como ejemplo para castigar a El hormiguero, por ser molesto para Sánchez. Hasta PRISA le ha dado el Ondas, a pesar de que no lleva ni dos meses en antena. Toda publicidad es poca para el último juguetito de Moncloa.

Dentro de esta degeneración de RTVE ha llegado la lista de consejeros pactada por la «mayoría progresista», que consagra que el ente público va a convertirse en una burda copia de lo que ha estado haciendo TV3 en la última década. De hecho, hasta han incluido en la lista a dos aspirantes que saben muy bien cómo ha funcionado la televisión pública catalana, y cómo ha servido fielmente a la causa separatista. Hablemos de Sergi Sol, la mano derecha de Oriol Junqueras en materia de comunicación en la etapa más dura del procés, cuando el ex presidente de ERC era vicepresidente de la Generalitat.

Sol es alguien que sabe la utilidad de utilizar una televisión pública para alimentar una estructura clientelar alrededor del Gobierno que sirva de elemento irradiador de sus consignas. No se trata de influir solo sobre la audiencia de la televisión pública, también sobre todos aquellos comunicadores y productoras que cobran de ella, y que tienen espacio e influencia en otros medios. A pesar del proceso congresual que vive ERC, Sergi Sol puede atar los votos de esta formación en el Congreso porque es la voz de este espacio político con más repercusión, dado que colabora en La Razón, El Periódico, ElNacional, Onda Cero…

Y en este campo el separatista Miquel Calçada también es un maestro. Comenzó como locutor gamberrete y ocurrente que, gracias a su total adhesión al espacio político de la Convergencia pujolista, consiguió vender –a buen precio– un buen número de programas a TV3 y acumuló, tras competir en los sucesivos concursos convocados por Pujol, un buen número de emisoras de FM en las cuatro provincias catalanas. En 2010 se fue a estudiar dos masters en Estados Unidos, uno de relaciones internacionales y otro de administración pública. Su objetivo, ser útil al procés, que ya estaba en el ambiente, y con el que se sentía muy identificado. Luego fue el comisario de los actos del Tricentenario del 1714, que fue un siniestro aquelarre propagandístico independentista. En 2015 vendió su participación en su empresa de comunicación para dedicarse en cuerpo y alma a extender el independentismo. Tras moverse en el entorno de Junts –fue candidato al Parlament y al Senado, y se presentó al concurso para dirigir la radio de la Generalitat– ha sido escogido por el entorno de Puigdemont para representarlo en el consejo de RTVE. Queda claro que Sánchez ha comprado el apoyo de ERC y Junts para convertir al ente público en un espejo de lo que es su coalición progresista: un pozo de sectarismo que estará al servicio de sus integrantes y que denigrará a la media España a la que el PSOE busca laminar.