O se llevan a cabo reformas, o el empleo se resentirá
Como ya hemos venido diciendo, no dejan de llegar señales de alerta sobre la economía española. Si bien es cierto que evoluciona mejor que la media de la UE, también es cierto que su ralentización es cada vez mayor, con un deterioro rápido. ¿Quiere decir esto que nos encontramos sumidos en una grave crisis? No, desde luego. Ahora bien, lo que quiere decir es que tenemos que aprovechar todas esas señales para realizar las reformas que precise la economía para que mantenga la agilidad que ha tenido en los últimos tiempos y se encuentre, por tanto, preparada para capear mejor la parte baja del ciclo y pueda, después, remontar con fuerza.
La economía tiene ciclos, como es bien conocido. Una parte de los mismos es alcista y la otra bajista. Es cierto que la parte de cada uno de ellos puede durar más o menos, y ahí es donde hay que tratar de conseguir que las condiciones en las que se desarrolla la economía sean las mejores posibles: que crezca más en épocas de bonanza y que resista mejor en épocas de crisis. ¿Cómo hacerlo? Con el mantenimiento continuo de un sistema normativo que no interfiera en el sistema productivo, que no le ponga obstáculos en el camino, que no lo ralentice. En definitiva, con una reforma permanente que logre que nuestro crecimiento potencial sea cada vez mayor.
Hemos oído que el BCE va a volver a inyectar liquidez hasta marzo de 2020, con el mantenimiento de los tipos a cero. Esa inyección de dinero puede ayudar -aunque lo ortodoxo es seguir una política monetaria algo más contractiva- pero no es la solución por ella misma, como no lo fue en los años que van desde 2012 hasta la actualidad. Debe ir acompañada de reformas económicas por el lado de la oferta, como las reformas laborales, las reformas que dotan de agilidad a la Administración, las reformas que son eficientes con el gasto público, las reformas que liberan recursos para ciudadanos y empresas, y las reformas que dan seguridad y confianza para atraer inversiones. Con ello, no se puede evitar que una economía se desacelere o que, incluso, caiga, pero sí se puede evitar que dicha caída sea muy abrupta y minimizar el retroceso.
Por eso, en estos momentos en los que se oyen tantas propuestas, hay que afinar el oído y aclarar la vista para separar el grano de la paja, para ser conscientes de que se necesitan propuestas audaces que permitan que la economía salga más fuerte después de una desaceleración o de una crisis, así como para evitar una caída profunda. La economía puede tener una inercia durante un tiempo, pero no dura para siempre. O se llevan a cabo reformas o la economía se resentirá. Y que se resienta la economía tiene su impacto directo en la actividad económica y, por tanto, en el empleo.
José María Rotellar
Profesor de la UFV, del CES Cardenal Cisneros y del Trinity College
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