Nuestra hora
Ha llegado nuestra hora. Los ciudadanos debemos tomar las riendas de la política y actuar con la responsabilidad con la que no actúan nuestros representantes. Ante el espectáculo vivido en los últimos tres meses con la negociación de Gobierno, el circo de reproches vivido hoy en el hemiciclo y los vetos y cordones sanitarios, los votantes tenemos la obligación de recordarles a los políticos que nosotros somos sus jefes.
Cuando en una empresa privada alguien es incapaz de cumplir con un encargo profesional, lo más seguro es que a los pocos días se le rescinda el contrato. Deberíamos hacer lo mismo. Si son incapaces de hacer política y llegar a acuerdos, deberíamos rescindirles el contrato y mandarles a su casa aunque fuese de forma temporal.
Los electores deberíamos impulsar una ILP para reformar la ley electoral, con el fin de impedir que en caso de repetición de elecciones los presidenciables que no han llegado a un acuerdo puedan repetir como candidatos en los siguientes comicios que han provocado. Igual así, valorarían un poco más el voto y la confianza de los ciudadanos. Es muy fácil jugar con un país cuando todos los presidenciables, como miembros de la Diputación Permanente del Congreso o el ejecutivo, no pierden ni un solo día de sueldo.
No podemos continuar cerrando los ojos ante la indecencia de una clase política que vive muy lejos de la realidad de la sociedad y que se permite risas y aplausos en el hemiciclo como si se tratase un patio de escuela y no un pleno para elegir un Presidente. Continuar haciéndolo como hemos hecho hasta ahora es un flaco favor a nuestras instituciones, y lo hemos visto con los muchos políticos que se han metido en sus bolsillos los recursos públicos.
Y al Rey. Al Jefe del Estado también tendríamos que darle un toque de atención. Ante una situación como la actual, no tengo duda alguna que debería llamar a todos los líderes políticos, sentarlos alrededor de una mesa del Palacio de la Zarzuela y no dejarles salir hasta que haya acuerdo. Estoy convencido que su padre lo hubiese hecho.
Queridos electores, es nuestra hora. No podemos lamentarnos por cómo van las cosas si nos conformamos con ir a las urnas cada cierto tiempo y les dejamos hacer, sin fiscalizar la labor de nuestros empleados. Se trata de una cuestión de responsabilidad.
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