Opinión

No es inmigración, es invasión demográfica

Tres noticias, sin aparente relación, pero conectadas en origen, llamaron mi atención este fin de semana. La primera la leí en un diario sanchista, de nivel preescolar en redacción y composición, pero doctorado en subvención, convertido desde sus inicios en órgano de propaganda del régimen, cuya información sólo contiene activismo en favor del Gobierno socialista y contra toda oposición a este. Su titular merece el análisis detenido para entender la evidencia posterior. «PP y Vox impiden a los inmigrantes irregulares acceder a los descuentos de los buses de la Empresa Municipal de Transportes de Valencia».

Amén del absurdo de tildar la e de Valencia cuando escribes en castellano, el titular quiere poner el foco, habitual en este medio, en la injusticia que comete el nuevo Gobierno de dicha comunidad autónoma impidiendo acceder a las ayudas a quien ni siquiera tiene la nacionalidad española ni ha cotizado un solo segundo en nuestro país.

Huelga decir que, si un ciudadano español emigra a otro país y sin tener siquiera el visado, exige, por ejemplo, una ayuda al billete de transporte en la ventanilla correspondiente de la administración pública a la que se dirija, ésta le será inmediatamente denegada, con razón. Pero detrás de tan sesgada y sectaria información del diario soviético de Sánchez se esconde el amor que por el inmigrante ilegal tiene la izquierda millonaria del welcome refugees, un postureo ideológico que en nada corresponde a su praxis cotidiana, porque ni acogen en sus hogares a refugiados, ni contratan en sus medios a inmigrantes irregulares, ni viven en barrios donde la inseguridad provocada por muchos de estos es inabordable. Desde la comodidad de sus domicilios de lujo pontifican sobre lo que hay que hacer bajo el cómodo colchón que proporcionan los millones en ayudas del Gobierno de izquierdas.

La segunda de las noticias no era menos inquietante. Así titulaba una de las principales cabeceras andaluzas. «Cuatro de cada diez niños nacidos en Almería son ya de padre o madre extranjera», según recogían los datos del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía. Es decir, que en pocas décadas ese porcentaje, debido al gran problema que tiene España con la natalidad, será duplicado. Si cogemos como referencia a Francia, donde el 30% de los inmigrantes con nacionalidad francesa y nacidos allí no se reconocen como franceses y no apoyarían a Francia en caso de conflicto con su país de origen, entenderemos que el problema ya no es local, sino continental. Y será cuestión nacional aquí en pocos años.

La tercera de las informaciones hacía referencia al aumento de la delincuencia en Cataluña, y aportaba una serie de datos que, con la tranquilidad del análisis pormenorizado exigible a estos casos, se concluía que dicho incremento venía provocado por ese descontrol planificado de inmigración irregular, la mayoría proveniente de Marruecos y países del entorno Magreb. Cataluña ya es un territorio sin Estado, ahora sin ley y pronto sin derechos, con barrios donde la sharía será predominante, como ya ocurre en numerosos epicentros de la Europa cristiana.

Tres factores contribuyen a entender esta realidad: el buenismo socialdemócrata, la estrategia globalista y el negocio migratorio. Ya hay casos de sociedades, como la danesa o sueca, que han comprobado en sus calles las consecuencias con sangre y terror. Y ahora reaccionan a golpe de decreto mientras sus ciudadanos se defienden como pueden.

Reemplazo demográfico, invasión planificada, votantes futuros, inseguridad a la vista, irresponsabilidad consciente. Llámenlo como ustedes quieran, porque son ustedes quienes pagan esto. Hay un plan para que las fronteras de Europa, y de España, permeen inmigración innecesaria, y siempre con carácter delictivo, de la mayoría de quienes vienen, transportados por esos taxis humanos llamados oenegés. Cuando grandes masas de población que llegan a un territorio nuevo y desconocido dependen de pagas del Estado, se creen con derecho a tenerlas para siempre, y votarán siempre al partido que conserve tal dislate privilegiado. Así secuestra el socialismo a los países.

En España, por mor de la presión que Marruecos ejerce mediante el chantaje al débil Gobierno del PSOE, la cuestión demográfica ya no es un tema transversal en el debate político, sino su bastión principal. Los partidos a la derecha de esta izquierda mansurrona, buenista y globalista deben priorizar, en sus programas y mensajes, la seguridad como principio rector de su gestión. Porque no estamos todavía ante una invasión, pero sí ante una evidente sustitución demográfica. Y por esa rendija, se diluirán los valores seculares que conformaron la nación que nuestros antepasados crearon, defendieron y protegieron hasta nuestros días.