Navarra, socialista e independentista
Tras cuatro años de inmersión en una euskaldunización tan artificial como intensa, el buen sentido de la sociedad navarra dijo basta. La coalición de PP, UPN y C’s llamada Navarra Suma –un ejemplo a seguir si el centroderecha quiere algún día volver al Gobierno en España– logró 19 diputados autonómicos. Holgada victoria, máxime cuando se compara con la segunda fuerza política, PSN-PSOE, que obtuvo 11 diputados.
Sin embargo, la socialista María Chivite, para satisfacer su ambición de poder, está dispuesta a apoyarse en Geroa Bai –la franquicia del PNV en esas tierras–, en los comunistas de Podemos e Izquierda Unida y, peor aún, en la abstención de EH Bildu. A cambio, le entregaría la Alcaldía de importantes ayuntamientos navarros al partido de Uxue Barcos.
Cuando la formación que liderará el Ejecutivo tiene 11 representantes y la mayoría absoluta de la cámara está situada en 26 diputados, no hace falta tener una bola de cristal para predecir con notable dosis de acierto cómo será el futuro Gobierno; estará sometido a las presiones de semejantes compañeros de investidura, que no sólo discutirán con Chivite, sino también entre sí. Una jaula de grillos radicales, cada uno con su propia hoja de ruta.
Semejante amalgama de fuerzas –de la operación forman parte hasta cinco partidos políticos, que abarcan todo el arco ideológico que va de la socialdemocracia hasta el independentismo de extrema izquierda– no puede tener un proyecto común para el conjunto de los navarros. Será, por el contrario, un gobierno marcado por la artificialidad, por los zarandeos de sus propias contradicciones.
Dejamos para el final lo más grave del pacto. Los socialistas navarros están dispuestos en apoyarse en los proetarras de Bildu con tal de llegar al poder. El mismo PSOE que se rasga las vestiduras cuando PP y C’s se acercan a negociar con Vox, en cambio no tiene problemas en sacar adelante un gobierno autonómico –y especialmente uno tan significativo como el navarro– gracias al apoyo de una formación de extrema izquierda independentista, cuya simpatía y afinidad con una banda de asesinos que mató a cerca de 900 españoles está más que demostrada. Pedro Sánchez y el PSOE perderán cualquier legitimidad moral si Chivite es presidenta gracias a Bildu.
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