Luego no os quejéis del monstruo que habéis creado
Alemanes y no alemanes se suelen preguntar cómo pudo llegar al nazismo la nación de Gutenberg, de Lutero, de Kant, de Beethoven, de Bach, de Einstein o del superlativo Goethe. Cómo una de las naciones más cultivadas del universo pudo caer tan bajo quedando deslumbrada por un demagogo de quinta. Misterios que tiene la vida. Pero ocurrir, lo que se dice ocurrir, ocurrió. Lo de menos, desgraciadamente, es el cómo; lo de más, el qué.
Estadounidenses y no estadounidenses alucinan víctimas de su propia impotencia cómo puede llegar al trumpismo la nación de Washington, Lincoln, Ford, Allan Poe, Walt Whitman, Kerouac, Disney, Jobs, Kennedy, Martin Luther King o Rosa Parks. Cómo la nación más poderosa, fructífera y libre de la historia está siendo deslumbrada por un verborreico patán. Chi lo sa. Pero ocurrir, lo que se dice ocurrir, puede acabar ocurriendo salvo milagro clintoniano. Lo de menos, desgraciadamente, es el cómo; lo de más, el qué.
Franceses y no franceses se interrogan cómo puede acabar en el lepenismo la nación de Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Stendhal, Victor Hugo, Descartes, Pasteur, Juana de Arco o De Gaulle. La nación de La Marsellesa. Cómo el país que se atrevió a encender la luz de un mundo oscuro puede acabar sumergida en las tan totalitarias como repugnantes arenas movedizas de Marine Le Pen. Manda narices que la nación que alumbró el racionalismo, es decir la primacía de la razón frente a la fe, la autoridad o la irracionalidad, no halle explicación empírica a tamaña deriva. Pero ocurrir, lo que se dice ocurrir, puede acabar ocurriendo. En menos de un año la hijísima puede ocupar El Elíseo. Lo de menos, desgraciadamente, es el cómo; lo de más, el qué.
Italianos y no italianos se cuestionan cómo ha podido caer tan bajo la nación de Leonardo, Miguel Ángel, Rafael, Donatello, Garibaldi, De Gasperi, Maquiavelo, Colón, Américo Vespucio, Verdi o Puccini… que se dice pronto. Cómo la nación del Renacimiento está ya con pie y medio en ese populismo payasesco que es el Movimiento Cinco Estrellas del bufón profesional Beppe Grillo. En Roma, en la capital del Imperio, fueron la fuerza más votada hace escasos siete días en la primera vuelta de las municipales. De momento, no parece que vayan a gobernar Italia, pero estaban muertos y ahora han resurgido inexplicablemente de sus cenizas cual Ave Fénix. Lo de menos, desgraciadamente, es el cómo; lo de más, el qué.
España no es una excepción que confirme la regla de un auge imparable de unas corrientes políticas a cual más peligrosa. Todas ellas contienen un común denominador: esa demagogia que es como un chicle que puedes estirar hasta el infinito. Te inventas un enemigo real o inventado, prometes lo imposible (dinero para todos, borrar de un plumazo la corrupción y crear puestos de trabajo como churros) y llegas al poder más rápido de lo que Usain Bolt recorre 100 metros. El problema es que lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible, que decía el Guerra bueno. El crecimiento exponencial de Podemos demuestra que no somos una isla sino una parte más de este océano de patrañas y alucinación colectiva, un cóctel que siempre acaba de la misma manera, o muy mal o peor.
Que Podemos en general y Pablo Iglesias en particular pueden estar en dos semanas en Moncloa ya no es una locura de Inda y tres o cuatro más, llámese Rojo, Herrera, Marhuenda o Jiménez Losantos. El Centro de Investigaciones Sociológicas muestra y demuestra que si no es a la segunda, es decir, el 26-J, pueden asaltar el cielo a la tercera. Es más, si de aquí a 14 días el PSOE se va por el desagüe no es descartable ni mucho menos que acaben siendo la primera fuerza política en votos y escaños. Lo cual no tendría nada que objetar si se tratase de una formación impecablemente democrática. La alternancia es el mejor antídoto contra la corrupción y la esclerosis institucional.
El drama es que hablamos de un proyecto político que loa y coquetea con una banda terrorista ETA que se resume dramáticamente en 850 asesinatos, que está financiado por dos satrapías (Venezuela e Irán), que lo dirige un tipo (Pablo Iglesias) con cuentas en un paraíso fiscal (Granadinas), que está integrado por terroristas y filoterroristas como Alfon o Pablo Hassel, que quiere disparar el gasto público en 60.000 millones, que planea una subida de impuestos a la estratosfera considerando «ricos» a quienes se embolsan más de ¡¡¡60.000 euros brutos al año!!! y que con su victoria provocará un desplome de la Bolsa del 50% y una fuga de capitales de ésas que dejan a un país tiritando y a tiro de piedra de la bancarrota.
Lo más preocupante de todo no es que estén, que en democracia pueden estar hasta los enemigos de la propia democracia. Lo más delirante es que cuentan con bula papal. Se les perdona todo. Que se les descubre una corruptela, tranquilos porque será mentira sí o sí: los podemitas nunca roban. Que se niegan a pedir la liberación de los 2.000 presos políticos que hay en Venezuela, se mira hacia otro lado y aquí paz y después gloria. Lo que suceda en Venezuela es problema de los venezolanos, como si la libertad no fuera un derecho universal y se pudiera compartimentar. Que el líder morado suelta que el padre de la Teoría de la Relatividad es Newton, que en Andalucía hubo un ¡¡¡referéndum de autodeterminación!!! en la Transición o que la obra maestra de Kant es La ¡¡¡Ética!!! de la Razón Pura, tampoco pasa nada porque todo dios saldrá a relativizar (y nunca mejor dicho) el gazapo con el cantoso argumento de que «todos somos humanos».
Lo mismo ocurre cuando exhibe un machismo fascistoide con Andrea Levy o Ana Romero, cuando se alía con los proetarras en Navarra o con los independentistas en Cataluña, cuando invita al auditorio a «dejarse de mariconadas y salir a cazar fachas» o cuando se autocalifica de «socialdemócrata» un sujeto que habrá subrayado no menos de 200 veces que es «comunista». La cosa es tan dadaísta que se le ha llegado a presentar poco menos que como un semental en uno de esos programas ad maioren gloriam.
Lo he destacado mil veces pero no me resisto a hacerlo mil y una. Cuando una sociedad considera normal lo anormal, moral lo amoral, ético lo antiético e intelectual lo banal, es que va directita al precipicio. La culpa, sin embargo, no es de Pablemos y cía. La culpa es de quienes desde los medios y desde el poder han creado este monstruo. Los unos porque ayudaba a crecer ventas y los otros porque había que hacer desaparecer del panorama político a un Partido Socialista que, por cierto, es un partido homologable al que gobierna en Francia, en Alemania y en no pocos países modernos y avanzados de nuestro entorno. La ideología de Brandt, de Palme, de Kreinsky o de González.
Estos mismos personajes no dudan en calificar de «genio» al personaje de la coleta. Con buena p****, bien se f****, que afirman los chelis. Si a nosotros nos dan 30 millones de euros no metemos a OKDIARIO en el top 8 de los diarios nacionales en siete meses, lo colamos entre los tres primeros de la fila. Cuando te llaman todos los medios habidos y por haber, cuando todos te ríen las gracias, cuando muy pocos te ponen en aprietos, cuando nadie te saca las vergüenzas, cuando te llaman hasta guapo no siendo precisamente Adonis, cuando el acriticismo (es decir, la antítesis del criticismo kantiano) es total, lo extraño no es que tengas 80, 90 ó 100 diputados, lo extraño es que no estés cerca de la mayoría absoluta.
La irresponsabilidad de unos y de otros ha convertido a la hormiga en un pitbull. Que luego nadie se queje cuando nacionalicen o cierren medios privados o cuando cercenen el sistema de libertades que nos regalamos en 1978 tras 40 años de dictadura. Éstos son chavistas puros y duros. No han venido a gobernar sino a quedarse el poder. Venezuela era la perla de Sudamérica hace no más de 20 años y hoy es un Estado en el que se pasa hambre, en el que pensar diferente supone la cárcel y en el que la inflación supera de largo el 1.500% anual. Que luego no lloren cuando se tengan que ir con su pasta a otro lado, cuando les metan un IRPF del 55% o un Impuesto de Sociedades del 30%, cuando les hagan la vida imposible, cuando se queden en la oposición hasta el Día del Juicio Final o cuando se creen leyes para nacionalizar o robar la propiedad privada, cuando se restrinja la libertad de expresión o cuando se troceen grupos editoriales, radiofónicos o televisivos. Éstos no tienen amigos, entre otras razones, porque buscan el enfrentamiento civil. Sus idealizados Marx y Lenin lo pudieron expresar más alto pero no más claro: «Los capitalistas nos venderán la soga con la que les ahorcaremos». El destino está escrito en las estrellas y la tontuna patria en el refranero: «Cría cuervos que te sacarán los ojos».
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