La Junta pasa del S. XIX al S. XXI
La llegada del PP, apoyado por Ciudadanos y VOX, a la Junta de Andalucía es mucho más que un cambio de siglas. La salida del PSOE de San Telmo supone, sobre todo, el fin del enchufismo y el clientelismo tercermundista que los socialistas han urdido con descaro a lo largo de casi cuatro décadas. El reprobable modo de proceder del PSOE durante todos estos años ha encarnado uno de los principales males del Estado moderno, el conocido como mecanismo del favor. Para no ser apartado jamás del poder de la Junta, los socialistas han levantado una colosal administración pública donde la picaresca ha sido la tónica habitual, tal y como atestigua el caso de los ERE, uno de los mayores escándalos de nuestra democracia.
Juan Manuel Moreno Bonilla, el líder popular, ha hecho historia al arrebatar a Susana Díaz el sillón de mando y tendrá que recomponer las piezas de una región que sufre unos problemas estructurales nocivos para su conveniente desarrollo. Andalucía tiene una de las tasas de paro más altas de España, según datos del Ministerio de Trabajo ha cerrado 2018 con 800.000 personas sin empleo. Y no sólo eso, además, en cuanto a educación, uno de los motores fundamentales que garantizan el progreso de cualquier sociedad, es una de las regiones con menor desarrollo en educación juvenil de todo el territorio español debido al temprano abandono de los estudios.
Para solucionar semejante calamidad y devolver el Estado de Bienestar a los andaluces, así como para llevar savia innovadora a una atascada Andalucía, la vocación de Moreno Bonilla no puede ser otra que totalmente regeneradora y valiente. La actitud del popular, además, no tendrá más remedio que ser dialogante con todas las fuerzas parlamentarias, a pesar de la altanera negativa de la principal interlocutora de la oposición, ya que la fragmentación del Parlamento no le dejará otro camino. Díaz, olvidando la derrota del PSOE a través de un legítimo pacto gubernamental y democrático, basará su estrategia –así lo ha dejado ver durante las últimas semanas– en la crispación y el desgaste de un Gobierno que aún ni siquiera ha echado a andar. El nuevo Ejecutivo, que se conformará el próximo 22 de enero, no tendrá más remedio que remangarse para crear empleo y levantar las alfombras del palacio sevillano para finiquitar, por fin, las prácticas caciquiles del XIX llevadas a cabo por los socialistas y honrar a los andaluces con la esperanzadora llegada del S. XXI.
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