¿Hemos evolucionado con la tecnología?
Se calcula que el Homo Sapiens existe desde hace unos 350 a 200.000 años, e inventó la escritura hacia el año 3500 a.C.; es decir, tardamos aproximadamente 200.000 años en crear un código de comunicación escrita.
Muchos siglos después, a mediados del XIX, Ada Lovelace escribe lo que se considera el primer algoritmo, y menos de un siglo después (1.940) George Stibitz patenta el primer prototipo de computadora electromecánica. En 1955 nace oficialmente el término de Inteligencia artificial (IA a partir de ahora), y tan solo 42 años después (1997) la IA Deep Blue le gana la partida al mejor ajedrecista del mundo, Garry Kasparov. SIRI aparece 14 años después (2011), y 11 años más tarde (30 de noviembre de 2022), Microsoft y OPENAI lanzan Chat GPT.
De manera paralela a la IA, iniciamos un proceso de digitalización con la aparición de internet (1969) y posteriormente de la web -w.w.w- (1990). Como consecuencia de ello, los comercios se convierten en electrónicos, y entramos de cabeza en el mundo de las redes sociales y las aplicaciones, que funcionan hoy bajo sistemas de IA. Todo esto sucedió en menos de 70 años.
Al analizar críticamente estos movimientos que han resultado tan disruptivos para la humanidad, y que han sucedido en un tiempo especialmente corto en comparación con la aparición del Homo Sapiens, o incluso, con la del mismo universo, me asalta el siguiente interrogante:
¿Realmente los humanos hemos evolucionado con la tecnología?
No será más bien que ¿es la tecnología la que ha evolucionado, y nosotros tan sólo hemos sido un medio útil para su desarrollo?
Aunque suene descabellado, dejemos de lado nuestro antropocentrismo y afrontemos la cuestión de la siguiente manera: hoy una máquina es una herramienta que nos ayuda a desarrollar «cosas»; pero estos desarrollos que hacemos a través de un ordenador, no los creamos desde cero, sino que las máquinas ya nos entregan previamente parte de la información o de las herramientas que nos ayudan a reconfigurar nuestras ideas.
En el caso de los programadores, no son ellos quienes se inventan el código de la nada, sino que utilizan modelos ya existentes, y a partir de éstos, crean los suyos. O sea, es la misma máquina la que les indica cómo hacerlo. Otro ejemplo surge cuando le pedimos a Google algo, pues es el mismo buscador el que nos está dando la respuesta de cómo solucionar nuestra petición.
Las tareas que los humanos hacemos con las máquinas son complementarias, ya que gran parte del trabajo lo pueden realizar éstas por si mismas. Las máquinas nos están enseñando cómo hacerlo, y gracias a esto ahorramos tiempo. Además, cada año estos tiempos disminuyen, haciendo nuestro trabajo más eficiente, y requiriendo menos intervención humana. Y si esto es así, ¿quién es el que está evolucionando?
El gran error que cometemos los humanos hoy con la IA, es seguir pensado que la tecnología tiene la misma evolución que un ser humano, esta es la gran falacia moderna.
La ciencia y la tecnología actúan de manera muy diferente a cómo lo hace nuestra biología, y es allí donde radica toda la complejidad del mundo digital, ya que no es comparable con nada, y sus leyes nada tienen que ver con las leyes de la naturaleza. Para Darwin el proceso evolutivo era lento, y se daba en pequeñas mutaciones que permitían que los seres evolucionaran de manera muy lenta.
El profesor Edward Lee, de la Universidad de Berkeley, propone una teoría llamada «Co-evolución digital», en la cual sostiene que el hombre evoluciona gracias a la tecnología, pero la tecnología ya no evoluciona gracias a nosotros, y por tal razón tenemos menos control sobre la trayectoria de la tecnología de lo que pensamos.
Por eso, cuando hace unos días atrás, la Unión Europea se comprometió a «acelerar» toda su infraestructura para promover una ley para regular la IA en 2025, entendí que nadie en esta organización sabe nada acerca de la IA. Si la Comisión Europea, los gobiernos, las universidades y las empresas se preocuparan por entender cómo funciona verdaderamente el desarrollo tecnológico, para pensar en una reglamentación que objetivamente sirva para la tecnología, deberían saber que no pueden esperar ni siquiera un año.
¿Creéis que esperar dos años a que los tecnócratas se les ocurra una regulación sobre la IA es razonable?
Y mientras ello ocurre, ¿podéis imaginaros lo que evolucionará la IA?
Con vuestra respuesta, contestáis a mi pregunta sobre si los que evolucionan son los humanos o son las máquinas.
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