El Gran Hermano de Ciudadanos
Debo confesarles algo. Tras diez años escribiendo columnas de opinión, una de las que cosas que más divierten es la curiosidad de la gente por saber a quién voto. He escuchado —y leído— que soy una persona que sigue los patrones de nacionalistas, socialistas, populares, ciudadanos y, últimamente, hasta de Vox o Podemos. La Democracia, que no la Constitución española, se ha convertido en los países occidentales en el mejor método de gestión de un sistema que se antoja imperfecto. Un escenario en el que los votos de los ciudadanos no van dirigidos a apoyar un programa o una ideología, sino que están destinados simplemente a descartar. Éste último aspecto es una riqueza que algunos políticos parecen desconocer. Conseguir votos es muy difícil, pero perderlos es tremendamente fácil. Eso sí, la gente —por suerte— ya no es ni tonta, ni tampoco indocumentada como sí ocurría antaño.
A mí que me encanta descubrir resquicios nuevos tras una provocadora y divertida conversación, considero que cualquier sociedad moderna debe sostenerse sobre la crítica porque, ésta es la única manera de avanzar. Un día ya lejano, recordarán, dijimos que Ciudadanos había elegido a Inés Arrimadas simplemente por ‘estar buena’ y nos cayó la de San Quintín. De Vox, que aún poco he escrito, he dicho que su programa tiene ciertos puntos indisociables de una sociedad vertebrada en el respeto. Y del PSOE, Podemos o las formaciones independentistas, qué decir si ellos mismos se retratan sin esfuerzos. Convendrán conmigo en una cosa, estamos siendo testigos de un inteligible baile protagonizado por Ciudadanos. Hace unos meses querían cerrar TV3, pero ahora pactan su gestión alegando que hay que estar dentro de un muerto para conocerlo. Pero, claro, tener solo uno de los seis representantes de la cadena pública siendo el partido más votado de Cataluña es simplemente una estupidez y un acto de cobardía.
La misma, por cierto, que mostraron cuando no lanzaron a su candidata a luchar por la presidencia de la Generalitat. Decían entonces que era una jugada a largo plazo, pero olvidan que la política debe ser un camino de paso y no una forma de vida. Muchos en Ciudadanos han encontrado en la actividad política la tranquilidad económica y social que nunca existió en sus vidas. Pero esto es de todo menos política, ésta debe servir a la gente, pero jamás servirse de ella. Ciudadanos no encuentra el camino. Han pactado un bloqueo para no investigar la tesis doctoral de Pedro Sánchez en el Senado o han pedido la presidencia de Andalucía siendo el tercer partido más votado como si fueran niños recién destetados. Deben saber que ser demócrata se lleva en la sangre y que la Constitución es la manera de garantizar el buen funcionamiento de la convivencia democrática, pero si las personas con cargos de servicio público quieren perpetuarse en el cargo, deben saber también que no son demócratas, son simplemente dictadores de la peor calaña.
Es lícito pactar hasta con el diablo, pero como diría Arturo Pérez- Reverte sobre cualquier buen canalla presente en sus libros —que siempre los hay—, tener una mujer en cada esquina es un ejercicio limpio, siempre y cuando, cuides a todas. Porque, si simplemente las sustituyes, al final te quedaras sin ninguna. Este comportamiento, que algunos tildarán de machista, ha sido el mismo que ha adoptado Ciudadanos en los últimos tiempos. Quizá podrían sentarse un día y explicarnos a todos a qué están jugando. Recuerden, insisto, esos que se hacen llamar políticos hace mucho que nos son votados por convicción, sino por descarte. Y es que, miren, hasta en Gran Hermano sale quién la caga y no quién lo hace bien. ¡Cómo ha cambiado la sociedad! En definitiva, damos nuestro voto al mejor de lo peor.
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