La dama y el vagabundo

La dama y el vagabundo

El último y vil CIS de Tezanos, posterior a un debate que no variaría las encuestas creíbles, aseguraba que: “Ayuso cae e Iglesias sube”. ¡Menuda mierda de predicción se sacó de la manga el gachó, con los millones que nos saca a los españoles por sus servicios de mierda! Lo único cierto es que la dama Ayuso ha dejado fuera de combate al vagabundo Iglesias con una sola frase: “Eres lo más mezquino que hay en la política española”. Ayuso sube y sube en las encuestas no manipuladas, mientras Iglesias anda en caída libre. El 4-M, Madrid tendrá la presidenta que merece, una mujer que ama a los madrileños y que ha sabido librarse de esa hiena que los desprecia.

Cuando Sánchez compra un esbirro apenas le exige dos condiciones: que mienta más que él y que atienda la voz de su amo. Tezanos juró ser fiel a tales consignas y aceptó presidir el CIS. Desde entonces, el Centro de Investigaciones Sociológicas ha perdido toda credibilidad. Nodoyuna, villano de ficción y apodo bis de quien cocina a la carta encuestas infames para agradar al maniquí de La Moncloa, su dueño, no tiene otra misión que confundir a la gente con falsos augurios. Ya va siendo hora de que destituyan y juzguen al mangante.

Las prácticas de Sánchez han convertido el PSOE en un burdel. Mil mentiras, nula inteligencia, mala fe y otras veleidades propias de un tirano, definen dos patologías: la perversión y el desmedido amor a sí mismo, dejando claro que los ególatras son, además de inútiles, gafes. Dicho directamente, lo que es bueno para Sánchez, es malo para España. El presidente Frankenstein alcanzó el poder tras haber comprado con dinero de nuestras arcas a las tribus proetarras, independentistas y comunistas. Sin la UE, que obliga a respetar a los jueces y a volver al Estado de Derecho, también tendríamos hipotecado nuestro futuro.

De ganar Ayuso las elecciones del 4-M, lo que es más que probable, Iglesias saldrá de la política por la puerta de atrás y Sánchez verá cerca su fin. Las damas bravas se ríen de los gallos de porcelana, pues no valen ni para cacarear.

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