Ábalos: ¿tiras o no de la manta?
El Tribunal Supremo ha decidido, por fin, abrir causa investigativa contra el hombre que fue clave en el ascenso al poder de Pedro Sánchez para luego convertirse durante años en la principal referencia de poder sanchista, entre otros en temas turbios todavía sin aclarar.
Pese a que Sánchez ha demostrado ser un tipo correoso, impermeable a los hechos, la realidad es que su ex número dos en el PSOE y ex ministro, José Luis Ábalos, le tiene al albur de que decida de una vez aplicar el viejo adagio castellano conocido popularmente como «tirar de la manta». De hecho, según informaciones precisas y cercanas al hoy diputado del Grupo Mixto, éste ha dejado en caer en determinadas ocasiones comentando su situación con antiguos subordinados en el partido que está dispuesto a contar al juez cómo fueron las cosas. Nadie en su sano juicio podría concluir que las «fechorías» que se imputan a José Luis Ábalos las pudiera perpetrar sin conocimiento de aquel que le hizo vicario de su poder.
Ábalos tras caer en desgracia, sobre todo tras ser expulsado con deshonor de la militancia y del Grupo Parlamentario Socialista, mantenía una obsesión: salvaguardar su buen nombre, su presunción ética. Ello ha saltado por los aires una vez que el juez Moreno ha acumulado datos fehacientes acerca de su jefatura indiscutible en la trama Koldo, cosa, por lo demás, tan obvia como que una DANA es más peligrosa que un disparo de kalashnikov.
«Me han dejado tirado cual chivo expiatorio», dicen que afirmó a ciertos amigos de la prensa que contra viento y evidencias han continuado ejercitando la presunción de inocencia del levantino. Ello es, probablemente, la única verdad descriptible que haya dicho el ex ministro de Transportes durante su larga vida política. No soy yo el que tenga que excitar el celo del señor Ábalos para que haga un gran servicio al pueblo español que le dio dinero, fama y poder. Es algo que le ayudará al menos a ser menos repudiado, esto es, contar la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Incluso le puede servir de desahogo (y hasta de venganza) en estas horas dramáticas para el que fue ambicioso dirigente político de la izquierda.
Si Sánchez fuera una personal normal, que no lo es, a estas horas y a partir de hoy mismo tendría el mismo canguelo que su antiguo protegido. Aún más.
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