¿Qué significa comprar un número de Lotería de Navidad aunque no queramos? Este psicólogo tiene la respuesta

La Lotería de Navidad es mucho más que una tradición. Para muchos, se ha convertido en un ritual social cargado de significado, incluso cuando la intención inicial no es participar activamente. ¿Por qué algunas personas compran un décimo aunque no lo deseen del todo? Esta cuestión, lejos de ser una simple curiosidad, despierta reflexiones interesantes en el ámbito de la psicología.

La respuesta podría encontrarse en la forma en que percibimos las expectativas del entorno o el deseo de pertenecer a un grupo que comparte la emoción de este evento anual. Hay quienes ven en la compra un acto simbólico. Otros, simplemente, ceden ante la presión social: nadie quiere ser «el único» que quede fuera si el número resulta premiado.

El análisis de este comportamiento revela mucho sobre la relación con el azar, las tradiciones y el miedo a perder una oportunidad, por mínima que sea. Lo que empieza como un «por si acaso» termina siendo una pequeña inversión emocional que ofrece más certeza que incertidumbre. No obstante, te puede conectar con los demás y con una época del año marcada por la ilusión compartida.

Los significados de comprar un décimo de Lotería de Navidad

Se acerca el 22 de diciembre. A pesar de que racionalmente sabemos que la probabilidad de ganar el ‘Gordo’ es casi nula, muchos no podemos evitar caer en la tentación de comprar un décimo. ¿Quieres descubrir a qué se debe este comportamiento?

Enric Soler Labajos, tutor de los Estudios de Psicología de la UOC y profesor del Posgrado de Atención a Personas con Enfermedad Avanzada y sus Familiares, explica en The Conversation que la presión social es un factor importante. Comprar un número de lotería para compartir con compañeros de trabajo, familiares y amigos evita el sentimiento de envidia en caso de que les toque el premio.

Sin embargo, el factor más influyente es la adicción. Durante todo el año existen oportunidades para comprar lotería, lo que aumenta las posibilidades de generar una adicción. «Atendiendo a que algo es más adictivo cuanto menos tiempo pasa entre la conducta (comprar lotería) y la satisfacción (conocer el número ganador), tendremos muchos ciudadanos ‘enganchados’ a este tipo de loterías», explica.

El objetivo de los promotores de la lotería es fomentar la adicción al consumo, por lo que las opciones de juego rápido son las más populares. Si una persona no puede evitar comprar lotería, es posible que tenga una adicción que debe ser tratada por expertos.

Otros factores que influyen en la compra de décimos de Lotería de Navidad

Otro factor psicológico que explica la compra de lotería es la falacia del costo perdido. Este sesgo cognitivo nos lleva a creer que un poder superior nos recompensará por las pérdidas económicas previas, lo que nos impulsa a seguir comprando lotería para recuperar el dinero perdido.

Este fenómeno se intensifica durante el mismo sorteo, llevando a las personas a comprar más décimos con la esperanza de recuperar el dinero gastado. La solución a este problema es simple según este especialista: no consumir lotería.

La falacia del costo perdido también se observa en aquellos que compran lotería en zonas afectadas por catástrofes naturales o atentados terroristas, con la creencia irracional de que un «bien superior» recompensará a estas poblaciones.

Este sesgo cognitivo afecta especialmente a las clases sociales más desfavorecidas, que ven en la lotería una forma de escapar de sus dificultades económicas. Lamentablemente, la lotería se ceba en las clases sociales con menos recursos, lo que agrava su situación.

Las campañas de comunicación de las loterías están diseñadas para mantener a los consumidores «enganchados». El orden de los sorteos navideños y el tiempo entre cada sorteo buscan fomentar el consumo y la búsqueda de recuperar el dinero perdido en sorteos anteriores.

Para evitar caer en la adicción a la lotería, es fundamental preguntarse cuánto dinero estamos dispuestos a perder. Según el experto en psicología, no nos hacemos esta pregunta, corremos el riesgo de desarrollar una dependencia.