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El presidente de Sudáfrica Jacob Zuma anuncia su dimisión «inmediata»

Polémico desde antes de su llegada al poder, el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, se ha visto obligado a renunciar al cargo por la presión a la que le ha sometido el Congreso Nacional Africano (ANC), su partido político, el mismo que fundó Nelson Mandela y que ha ganado todas las elecciones en Sudáfrica desde que terminó el régimen del apartheid.

Polígamo convencido, padre de 21 hijos reconocidos y casado en seis ocasiones, Zuma llegó a la Presidencia de Sudáfrica tras ganar las elecciones de 2009 y, ya antes de su llegada al poder, su carrera se vio salpicada por la polémica. Zuma ha decidido finalmente este miércoles renunciar al cargo, cuando para el jueves estaba convocada una moción de censura que su propio partido habría llegado a apoyar si no dimitía.

En 2005, Zuma fue acusado de violar a una amiga de su familia que tenía el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), un cargo que él siempre negó y del que fue absuelto en 2006. En el proceso judicial, Zuma dijo una frase que le acompañó desde entonces a pesar de quedar absuelto, cuando aseguró que se había duchado tras estar con esa mujer para evitar contagiarse del virus del sida.

Hijo de una familia con escasos recursos, Zuma nació en abril de 1942 en Nkandla y fue criado por su madre, que se quedó viuda poco después. Sin estudios, se incorporó a los 17 años de edad al Congreso Nacional Africano (ANC) y, tres años más tarde, se sumó a las filas del brazo armado del partido, Umkhonto We Sizwe, que luchaba contra el régimen del apartheid, según informa la BBC.

Las autoridades lo detuvieron y fue condenado a diez años de prisión por intentar derrocar al Gobierno. Fue entonces cuando Zuma conoció a Nelson Mandela en la prisión de Robben Island, donde sus compañeros de presidio le recuerdan por animar a los compañeros de partido con sus canciones e interpretaciones teatrales.

Tras salir de prisión, Zuma estuvo viviendo en Mozambique y luego en Zambia, mientras ascendía en la jerarquía del ANC, hasta que el Gobierno sudafricano retiró la prohibición que pesaba sobre la formación en los años 90 y pudo regresar a su país para negociar con las autoridades el proceso de transición que posteriormente lideraría Mandela.

Durante el mandato presidencial de Thabo Mbeki, su antecesor en la Presidencia sudafricana, Zuma maniobró con el apoyo de sindicalistas y miembros del Partido Comunista, aliado con el ANC, para sucederle al frente del país, con la promesa de impulsar una mayor distribución de la riqueza para favorecer a los ciudadanos pobres.

Entre los logros de la Presidencia de Zuma figura la reforma en 2010 de las políticas de prevención del sida, con un drástico aumento del gasto en medicamentos antirretrovirales, en un país en el que hay unos cinco millones de personas con el virus.

Bautizado con el nombre zulú de Gedleyihlekisa –que significa el que sonríe mientras machaca a sus enemigos–, Zuma tuvo en 2016 uno de los momentos que han marcado el declive de su carrera política, cuando el Tribunal Constitucional declaró contrario a la Carta Magna el gasto de varios millones de dólares de dinero público destinado a reformar su residencia en Nkandla.

El alto tribunal le obligó a pagar de su bolsillo la reforma, que incluía, entre otras cuestiones, la construcción de una piscina. Zuma se vio obligado a pagar la millonaria reforma y decidió continuar al frente del país.

El segundo caso que ha contribuido al final de la carrera de Zuma en la Presidencia está relacionado con un contrato multimillonario de armamento firmado en 1999 y por el que la Fiscalía presentó cargos por corrupción en su contra y los retiró en 2005, antes de que se convirtiera en candidato presidencial con el ANC y ganara los comicios de 2009.

En 2016, la justicia ordenó que se reactivaran los cargos por corrupción en su contra por ese contrato, una decisión que el presidente sudafricano ha recurrido en los tribunales.

El último caso que ha salpicado el mandato de Zuma ha sido la investigación de la oficina del Defensor del Pueblo, que en 2017 ordenó la apertura de una comisión judicial para indagar sobre las relaciones de Zuma con los Gupta, una familia adinerada que, según algunos testimonios, podría haber influido en decisiones y nombramientos del presidente sudafricano a cambio de apoyarle.

Zuma siempre ha negado que haya cometido irregularidades y ha defendido su inocencia, motivo por el que ha justificado su negativa a presentar la dimisión, con el argumento de que su renuncia podría ser interpretada como un reconocimiento de culpa.

Su partido, el ANC, decidió en diciembre sustituir a Zuma como líder y designó al vicepresidente del país, Cyril Ramaphosa, para asumir las riendas de la formación, descartando a la candidata apoyada por el mandatario, su exmujer Nkosazana Dlamini-Zuma.

Desde entonces, Zuma, que ha superado siete mociones de censura en el Parlamento, está afrontando crecientes presiones desde el seno de su partido para que renuncie al cargo antes de que concluya oficialmente su mandato, en 2009. Las últimas negociaciones con Zuma las ha estado liderando Ramaphosa, que está llamado a ser su sucesor en la Presidencia y el próximo candidato presidencial del ANC.