El candidato pro turco Ersin Tatar gana las elecciones del norte de Chipre
Anoche las calles del norte de Chipre se inundaron con banderas turcas. Tras una campaña agresiva en la que el presidente y el primer ministro se han enfrentado en las urnas, los ciudadanos turcochipriotas han decidido mantener abiertas las conexiones que les unen con Turquía.
Casi 200.000 personas fueron a votar ayer en unas elecciones que dieron la victoria definitiva al pro turco Ersin Tatar, que será el encargado de negociar el futuro de la isla con la sombra de Turquía cobijando y apoyando todas sus decisiones.
Ayer domingo, la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre (RTNC) amanecía celebrando la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en la que el presidente, Mustafá Akinci, defensor de una solución federal y unionista para la isla, se medía con el nacionalista y primer ministro Ersin Tatar, ganador de la primera vuelta y el favorito de Turquía.
La victoria ha sido ajustada. Tatar, líder del derechista Partido de Unidad Nacional (PUN), ha obtenido un 51,8%, mientras que su contrincante, Akinci, quien se presentó como candidato independiente, alcanzó el 48,1%. La participación alcanzó el 62,5%, cifra casi idéntica a la de 2015 (62,35%), a pesar de las circunstancias adversas derivadas del coronavirus.
Estas elecciones han sido un paso decisivo para la región. Con el anuncio de las Naciones Unidas de retomar las conversaciones para apaciguar el futuro de la isla, los ciudadanos del norte de Chipre han escogido un modelo claro con la vista puesta en Turquía. Con su decisión de apoyar a Tatar, los turcochipriotas han apostado por un mayor acercamiento aún hacia Ankara, que había respaldado abiertamente a este candidato.
En lo que respecta al futuro de esta isla dividida desde la invasión turca en 1974, Tatar defiende la creación o bien de una confederación entre las dos comunidades o directamente la división definitiva y la creación de dos Estados.
Akinci, por el contrario, era partidario de darle una nueva oportunidad a la reunificación de la isla con una solución bicomunal, bifederal, con plena igualdad política para ambas comunidades, el modelo que se llevaba negociando desde hace décadas y que Tatar había dado por fracasado.
El fuerte apoyo recibido desde Ankara quedó patente tan sólo unos días antes de la primera vuelta, cuando Tatar viajó a Turquía para fraguar con el presidente, Recep Tayyip Erdogan, la apertura de la playa fantasma de Varosha, en Famagusta, una acción un unilateral que se materializó inmediatamente después.
La apertura de esta playa sellada desde hace 46 años desató las protestas nacionales e internacionales, pues viola las resoluciones de las Naciones Unidas. La ONU, que auspicia el proceso de paz, anunció su intención de reanudar las negociaciones, interrumpidas en verano de 2017, tras este proceso electoral.
Nada más conocerse el resultado, seguidores de Tatar marcharon con banderas turcas por las calles de la parte turcochipriota de la Nicosia dividida hasta la sede del Partido de Unidad Nacional (PUN), del que es líder el nuevo presidente electo.
El pasado domingo en la primera ronda, Tatar, líder del partido Unidad Nacional (PUN), quedó en primer lugar con el 32,35% de los votos, seguido por el aspirante a la reelección Mustafá Akinci, que se presentaba como independiente y logró un 29,84% de votos.
En tercer lugar, se posicionó el líder de centroizquierda del Partido Turco Republicano (CTP), Tufan Erhürman, con un 21,68%, quien anunció su apoyo a Akinci para la segunda vuelta. Erhürman aseguró que comparte principios con Akinci, “incluso sobre una solución federal para el problema de Chipre», en un comunicado del CTP.
Por otra parte, Tatar, además de por el PUN, fue respaldado por el partido del Renacimiento, cuyo candidato en la primera vuelta obtuvo sólo el 5,36%. También quedaron fuera del podio en la primera vuelta el ministro de Exteriores, Kudret Ozersay, con un 5,74%, y el líder del partido Democrático, Serdar Denktash, con un 4,20%.
Dos modelos políticos
Turquía ha controlado militar y económicamente a la RTNC durante décadas. La lira turca es la que usan en las calles y sin el apoyo del país anatolio el norte de la isla prácticamente no podría sobrevivir. Es por ello que se han conseguido unos resultados muy divididos.
Por un lado, están los que quieren seguir como ahora y terminar proclamando un Estado independiente bajo el paraguas del país otomano (la RTNC no está reconocida por ningún país de la ONU excepto Turquía). Y, por otro, los turcochipriotas que quieren unificar la isla de Chipre y funcionar como un Estado unido apoyado por Grecia y la Unión Europea.
Akinci era un gran defensor de la federación como solución a la división de Chipre y quería romper con la fuerte dependencia de Turquía. De hecho, durante su mandato, ha tenido varios encontronazos con el presidente turco Recep Tayyp Erdogan. La semana pasada Akinci aseguró que él y su familia fueron amenazados por el Gobierno turco para que no se presentase a la reelección.
Mientras tanto, Tatar es defensor de la creación de dos Estados independientes y goza de gran apoyo en Ankara. Será el nuevo presidente el que tendrá el papel negociador en las conversaciones para la reunificación de Chipre, que permanece dividida en dos desde la invasión turca del norte de la isla en 1974.
La ONU, que auspicia el proceso de paz, anunció su intención de reanudar las negociaciones tras este proceso electoral. Pocos días antes de esta nueva ronda electoral, Tatar defendió su idea de que un modelo de dos Estados, que podría constituirse como confederación, será siempre mejor que una federación como la que se ha venido negociando durante décadas, sin éxito.
Akinci, por su parte, mantuvo que la mejor solución es una federación bicomunal, con igualdad política entre ambas comunidades, y señaló que la mejor opción es que los ciudadanos oriundos de la isla, tanto los greco como los turcochipriotas, y los llegados desde Turquía (Ankara ha ido colonizando el norte con población turca), puedan convivir «feliz y pacíficamente».
Según analistas políticos locales, la autonomía de los turcochipriotas respecto a Turquía es de momento imposible, vista la dependencia económica. Aunque, por otro lado, algunos turcochipriotas rechazan la presión cultural desde Turquía e insisten en su carácter laico y en que no desean transformarse en un territorio islámico.
Habrá que esperar al comienzo de las negociaciones de las Naciones Unidas para ver cuál es el rumbo político que toma la isla, cómo se dividen el territorio y de qué manera Ankara va a influir en las decisiones que se tomen en Chipre y, por consiguiente, en el Mediterráneo oriental.
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