Ximo Puig ordena enterrar en 24h. a los fallecidos por Covid para disimular la avalancha mortal

Ximo Puig expres
Carlos Cuesta

Con cifras de casi cien muertos por día, Ximo Puig ha ordenado el entierro exprés ante la avalancha de muertos por Covid. La opción es entierro o incineración. Pero el plazo no es opcional: en 24 horas los cuerpos de los fallecidos por Covid deben pasar a su «inmediata inhumación o incineración y que no se acumulen en el depósito del hospital o institución sanitaria en que eran atendidas».

La orden ha quedado plasmada en una resolución de la «consellera de Sanidad Universal y Salud Pública, por la que se acuerdan medidas adicionales en materia de inhumación de personas fallecidas por coronavirus, como consecuencia de la situación de crisis sanitaria ocasionada por la Covid-19».

La explicación del propio Gobierno valenciano de Ximo Puig no oculta la gravedad de la situación ante el elevado número de muertos: «La extensión de la enfermedad Covid-19 en estos momentos hace necesario que se deban extremar todas las medidas de seguridad sanitaria y de higiene y, entre ellas, las relativas al tratamiento de los cuerpos de las personas que fallecen por esta enfermedad».

Por ello, «el fallecimiento de personas por coronavirus, por razones sanitarias obvias, hace recomendable su inmediata inhumación o incineración y que no se acumulen en el depósito del hospital o institución sanitaria en que eran atendidas, sin necesidad de que transcurran más de 24 horas del fallecimiento, y una vez obtenidas la certificación médica de defunción y la licencia de enterramiento».

El artículo 14 del Reglamento por el que se regulan las prácticas de policía sanitaria mortuoria en el ámbito de la Comunidad Valenciana, aprobado por Decreto 39/2005, de 25 de febrero, del Consell de la Generalitat, señala que «sin perjuicio de lo previsto en el artículo 12, cuando existan razones sanitarias que aconsejen la inhumación inmediata de un cadáver, el alcalde del municipio correspondiente ordenará que sea transportado urgentemente al depósito de cadáveres del cementerio de la propia localidad, salvo en los casos de intervención judicial, para proceder a su inhumación tan pronto sea posible. Cuando las razones sanitarias determinantes de la inhumación inmediata tengan una incidencia territorial que exceda de un término municipal, la competencia para ordenar la conducción inmediata corresponderá al órgano autonómico de sanidad». Y, a causa de la fuerte mortalidad, esa situación se da.

Mes de triste récord

Hay que tener en cuenta que enero, se ha convertido en un mes tristemente récord en el territorio valenciano que preside Ximo Puig, con récord de muertos. Los últimos 10 días de enero revelan, de hecho, la magnitud de la tercera ola de Covid en esta comunidad autónoma. La presión hospitalaria sigue creciendo y las jornadas dramáticas se suceden sin parar.

Los datos son reveladores: ocho de los últimos 10 días hasta el 27 de enero han superado los 90 fallecidos por Covid en la región. Entre el 1 y el 27 de enero el número de valencianos fallecidos por Covid en la Comunidad Valenciana alcanza las 1.400 personas. La tercera semana de enero fue la peor de toda la pandemia de coronavirus en esta región con un balance de cifras negras: 571 fallecidos, más que en todo noviembre; 48.399 contagios, más que en todo diciembre, e ingresos hospitalarios en máximos históricos. Y la semana actual (25-31 de enero) lleva camino de superarla.

De hecho, la cifra actualizada a miércoles 27 constata nada menos que 855 fallecidos, lo que significa que en sólo tres días ha habido 284 muertos más respecto a los datos de la semana anterior (lunes 18-domingo 24). La tasa de incidencia acumulada a 14 días está en máximos, con más de 1.400 casos por cada 100.000 habitantes y en posiciones de liderazgo dentro de todo el territorio español.

La Comunidad Valenciana, además, se ha situado en las últimas fechas en máximos y como líder tanto en ocupación de camas covid, por encima de un 42%, como en ocupación en la UCI, disparada por encima del 62%.
La situación es dramática y el Gobierno ha optado por una medida que, efectivamente, tiene justificación científica. Pero también mediática. El temor a una fotografía con acumulación de féretros o cadáveres ha surgido ya en los despachos del Ejecutivo regional.

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