Vicente Gil: «El PSOE y el lobby ‘ecojeta’ han arruinado el campo español y nos han dejado sin agua»

Los agricultores han bloqueado numerosas carreteras de España. No tienen nada que perder. Están arruinados. Se han convocado por redes sociales al margen de los sindicatos oficiales que negocian con el ministro Planas y que también van a protestar en los próximos días.

Mientras, Cataluña se seca y Barcelona está sin agua. Todo muy «de progreso». La típica ruina del socialismo.

Una cosa y otra es la consecuencia del sectarismo ideológico de la izquierda, en particular, en España, del PSOE y de Zapatero, y de los lobbies ecologistas, de ecojetas de salón, que han dictado las políticas agrarias, medioambientales y de agua a toda Europa para beneficiar, eso sí, a grandes grupos industriales y gente muy rica a costa del campo y la excusa de la transición verde. Hay que cuidar el planeta, pero no a costa de los seres humanos que lo habitamos.

En el campo español llueve sobre mojado desde hace 40 años. España sufrió en los años 80 una brutal reconversión agraria, ganadera, pesquera e industrial para satisfacer el egoísmo de nuestros socios europeos y poder entrar en las Comunidades Europeas. El riquísimo campo español, como su pesca, fue el objetivo a batir de los agricultores franceses, italianos y alemanes. Sólo el gobierno fuerte de José María Aznar fue capaz de defenderlo en las Cumbres y Consejos. La debilidad de los restantes, incluido Felipe González pese a su influencia europea, vendieron, en cada PAC, en cada Cumbre, en cada Consejo, a nuestros agricultores y ganaderos. El ministro Planas ha perdido 5.000 millones de euros en la última PAC.

Luego llegó la influencia nefasta de los grupos ecologistas, que fueron imponiendo su agenda verde. En origen, el movimiento verde en Europa, aquel «Nucleares, No Gracias», fue una quinta columna de la extinta URSS y después de Rusia para debilitarnos energéticamente con la excusa del medio ambiente y que tuviéramos, finalmente, que acudir, como ocurrió, al gas ruso. La pandemia y la guerra de Ucrania nos pusieron desnudos frente al espejo.

La derecha europea no creó su propio discurso en este tema, sino que compró, casi al 100%, el de la izquierda hasta llegar a ese nuevo orden mundial que se pretende imponer llamado Agenda 2030. Es la nueva Biblia, que no se puede discutir a riesgo de que te llamen fascista, con la que pretenden decirnos cómo vivir, cómo beber, cómo comer, qué vestir, qué sentir (puedes sentirte cabra con derechos o mujer con testículos y barba) y hasta cuántas veces podemos ducharnos o bañarnos. Sea usted un guarro, pero proteja el planeta.

Una dictadura. Eco comunismo, en pleno capitalismo, al servicio de élites que, mientras le dicen a usted que vaya en bici sudando como un pollo, ellos van en Falcon y aviones privados.

El campo español no puede más, harto de imposiciones, gastos, trámites, burocracia, cuadernos digitales, amenazas y competencia desleal de Marruecos o Sudáfrica. ¿Qué quieren que comamos los burócratas de la ONU o de la Unión Europea en un país tan rico como España? ¿Basura artificial, pastillas energéticas, alimentos procesados hasta el infinito…?

La historia del agua en España es la misma. Ahora, los catalanes lloriquean y piden agua a los demás. ¿No eran independientes? Resulta que el agua «española» va a solucionarles su sequía. Lo coherente sería, para esos dos millones de fanáticos independentistas, morirse de sed o irse a buscar el agua a Francia antes que aceptarla de España. Pero no. Valencia se la dará cuando ellos se la negaron hace años con su habitual egoísmo.

¿Se acuerdan de los graciosos oficiales de la izquierda en La Sexta o en cadenas similares riéndose de Franco inaugurando pantanos? Pues menos mal que los hizo porque, si no, hoy estaríamos aún peor.

España ha sufrido el dogmatismo ideológico de la izquierda. No hay agua, no porque llueva menos, si es el caso, sino porque las políticas del PSOE y de los ecojetas urbanitas y de salón cargándose pantanos y presillas por doquier en cualquier pueblo o comarca han arruinado nuestras infraestructuras hídricas.

España ha perdido, por culpa del PSOE y de la izquierda, capacidad de embalsamiento y de trasvases. Por pura lógica, si llueve menos o de forma torrencial, habrá que embalsar más. Deberían pagar la ruina a la que han llevado al campo y a eso que llaman, ahora, la España vaciada. La han vaciado ellos con su sectarismo ideológico ahogando a los agricultores, destrozando pastos, arruinando montes para que terminen quemándose y dejándonos sin agua.

Aznar aprobó en 2001 el Plan Hidrológico Nacional que bendijo hasta Bono, presidente entonces de Castilla-La Mancha. Lo pactó, entre otros, con Pujol y Convergencia. Era el primer Plan Hidrológico Nacional desde el año 1933. El plan de Aznar conectaba todas las cuencas españolas. Lo financiaba y lo pagaba la Unión Europea. El dinero ya estaba y las obras de conexión de cuencas ya habían comenzado. Pero llegó el infame Zapatero, con su sectarismo, y lo derogó.

Cataluña y Barcelona hoy tendrían agua si Zapatero y el PSOE no se hubieran cargado el Plan Hidrológico Nacional. Entremedio, los ecojetas se han llevado la pasta de subvenciones, chiringuitos e informes idiotas que sólo han servido para enriquecerse ellos y vivir del cuento verde, mientras arruinaban grandes zonas rurales de España.

Vayan ustedes a la desembocadura del Ebro en Tarragona, que es Cataluña, y vean el enorme caudal que se pierde en el mar. O vayan a Oporto o a Lisboa a ver cómo llegan allí de caudalosos el Duero y el Tajo. Y vean los campos y plantaciones, hasta de olivos, que están haciendo los portugueses con el agua que les llega de España.

Zapatero y el PSOE son culpables de la ruina del campo y la sequía que vivimos. Ni Cambio Climático ni excusas. Algún día habría que juzgar a este tipo que, 20 años después, siendo un inútil al que no querían ni el bufete de su familia en León, va de sobrado por la vida, viviendo a nuestra costa, dando lecciones y manejando los hilos en la sombra de ese títere felón de La Moncloa llamado Pedro.