La secretaria judicial detalla su salida por el tejado: «Tuve miedo, le pedí al juez ‘sácame de aquí’»
La letrada del Juzgado de Instrucción número 13 de Barcelona, que comandó la comisión judicial que motivó la masiva concentración del 20 de septiembre frente a la Consejería de Economía de Cataluña, ha narrado este miércoles ante la sala del "procés" en el Tribunal Supremo los detalles de su estrambótica salida del edificio por los tejados y un teatro aledaños. Ha manifestado que "tuvo miedo, como cualquier ser humano" ante la insólita situación.
La alternativa, ideada por la imposibilidad de que saliera por la puerta, surgió después de hacer una llamada al titular del juzgado, Juan Antonio Ramírez Sunyer pasadas las diez de la noche: «Me tienes que sacar de aquí, no hay salida».
De forma prolija, y a preguntas del fiscal Javier Zaragoza, la letrada judicial ha relatado ante la sala cómo, acompañada de mandos de los Mossos d’Esquadra de paisano, tuvo que utilizar una azotea, ser ayudada para escalar un muro, descolgarse por el otro lado y llegar así al Teatro Coliseum, donde tras esperar en camerinos a que el responsable lo permitiera -le dijeron que se había arrepentido de su ofrecimiento inicial-, salió del edifico cuando el público de la función ya no estaba, corriendo «con mucho disimulo» hasta un coche sin distintivos policiales.
El relato de la letrada de administración de justicia, que sigue ocupando su cargo en el Juzgado que investiga la organización del referéndum ilegal del 1-O, se ha detenido especialmente en el dispositivo que hubo de articularse a partir de las diez de la noche para habilitar una salida para la comisión judicial, que no veía el modo de abandonar el edificio pese a que los registros en los despachos concluyeron a las 20.40, cuando Toro terminó de redactar el acta.
Un «mar de gente»
Tras comprobar desde la azotea el «mar de gente» que se extendía varios centenares de metros, hasta la Plaza de Cataluña, y bajar luego a la entrada de la Consejería y ver que la multitud «se aplastaba» contra el cristal del vestíbulo, el teniente de la Guardia Civil que la acompañaba le ofreció a Toro tres opciones para salir por la puerta.
No aceptó ninguna de las tres por tratarse de opciones que suponían hacerlo sin el resto de la comitiva judicial y porque no le ofrecían una seguridad «aceptable».
La primera consistía en salir sin más, acompañada de mossos hasta «la boca de Metro más cercana», lo que consideró inadmisible; mientras que la segunda consistía en un «pasillo de civiles», lo que también rechazó porque no se le garantizaba «ningún tipo de seguridad» para su integridad física.
La tercera ofrecía también un pasillo desde la puerta, custodiado por agentes antidisturbios de la policía autonómica, a lo que también rehusó porque no garantizaba la seguridad de los efectos del registro que ella portaba y consideró además que no era aceptable «ni como persona ni como profesional».
«No había más opciones
Después de que el teniente comunicara su rechazo «a la otra parte», según ha narrado, el policía miró a Toro y le dijo «no» con la cabeza, dándole a entender que «no había más opciones, que no esperaban más ayuda». Fue en ese momento en el que Toro pensó en recurrir a la única persona que entendió que podría auxiliarla, que era el titular de su juzgado.
Así, y tras conseguir cobertura de móvil en el pasillo de una de la plantas -debido a la multitud, los móviles no funcionaban y estuvo incomunicada durante todo el día- la letrada vio la gran cantidad de llamadas perdidas y mensajes de ‘Whatsapp’ que se acumulaban en su teléfono y después llamó al juez para decirle: «Me tienes que sacar de aquí. No hay salida», según ha relatado.
Después conoció, según ha manifestado, que Ramírez Sunyer se puso en contacto con el mayor de los Mossos, Josep Lluis Trapero, a quien exigió que pusieran todos los medios para permitir la salida de Toro. Rato después comparecieron dos mandos de este cuerpo que le ofrecieron -con «apenas un minuto» para pensarlo- salir por el teatro contiguo para aprovechar el final de una función y mezclarse con el público.
Preguntada en otro momento de la comparecencia si debía proteger las actas, Toro ha manifestado que estaba obligada a ello, y que los documentos eran el fruto del trabajo de diecisiete horas de registro, por lo estaba decidida a que no se perdiera. «Alguien me sugirió que dejara el material allí, a lo cual me negué, dije que vendrían conmigo pasara lo que pasara –ha añadido-. Coloqué la carpeta dentro del bolso que era muy grande y pude disimularlos».
Toro ha relatado también de forma muy concreta las dificultades de esta opción alternativa, que se concretó por la salida a una azotea interna -llena de cables y máquinas de aire acondicionado, según ha precisado- que desde la segunda planta de la Consejería daba acceso al terrado del teatro contiguo. En todo momento le pidieron que caminara ocultándose de la gente que había asomada a los edificios de enfrente, para que no pudieran hacerla fotos, y llegaron a un muro que separaba las dos azoteas.
«Era un murete de un metro y yo eso no lo puedo saltar», ha indicado seguidamente, aludiendo a que no es una persona de mucha estatura, y por ello le tuvieron que ayudar a escalarlo. Más adelante, y a preguntas de la defensora del líder de Ómnium Jordi Cuixart, Marina Roig, Toro ha detallado este momento asegurando que para poder subirlo tuvo que utilizar como escalera la rodilla de uno de los mossos que la ayudaban y descolgarse por el otro lado, ya que el suelo de la parte del teatro se situaba en un nivel más bajo.
Una vez en el teatro, la funcionaria tuvo que esperar durante una media hora en unos camerinos porque, según le manifestaron, el responsable del teatro «se había arrepentido» y ha añadido que aunque no sabía la razón, la entendía. Una vez «convencida» esta persona llegaron a la puerta del teatro, pero a esas horas la función ya había terminado y el público había salido.
«Sólo quedaban los actores y las verjas habían sido echadas», ha seguido relatando la funcionaria, para concluir que finalmente salieron corriendo «con mucho disimulo hasta el primer vehículo no logotipado». Pasaban ya las doce de la noche.
La abogada del Estado preguntó a la letrada Toro qué hizo cuando salió del teatro, a lo que ésta ha contestado que llamó al juez Ramírez Sunyer «para que estuviera tranquilo» y le dijo que tenía la documentación. «Llegué a mi casa a las dos menos cuarto y permanecí despierta hasta saber que había salido el primer vehículo de policía judicial, y al día siguiente volví a mi puesto a las ocho de la mañana», ha concluido la funcionaria.
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