Ridículo de la Generalitat Valenciana y su agencia antifraude: los acusados del ‘caso IVAM’ absueltos
Juicio al hijo del escultor Gerardo Rueda: los expertos ridiculizan a la Generalitat Valenciana
Estas son las autorizaciones que Gerardo Rueda firmó para su hijo y que la Generalitat Valenciana ignora
La Generalitat Valenciana, su Agencia Antifraude y la Fiscalía de Valencia se presentaron hace unas semanas en el juicio del conocido como ‘caso IVAM’ como las partes que iban a ajustar cuentas con lo que ellos aseguraban que había sido una estafa contra una entidad pública valenciana a la que según las acusaciones habrían estafado el hijo de un afamado escultor ya fallecido y la propia directora de la institución. Ahora una sentencia pone a cada uno en su sitio y descarta no sólo que no haya habido delito de estafa ni de prevaricación de recursos públicos, sino que además el tribunal asegura que las obras del escultor Gerardo Rueda adquiridas por el IVAM son originales y su precio se ajusta a mercado.
La estructura de la acusación contra los directivos del IVAM y el hijo del escultor era muy sencilla a ojos de quien la realizaba: si el Instituto de Arte había comprado obra del escultor Gerardo Rueda reproducida cuando éste ya había fallecido, ¿por qué no se especificaba que era obra póstuma?, ¿por qué no se adquirió por menos valor que una obra realizada en vida?, ¿acaso no era una copia? Estos axiomas estaban plagados de errores, pero no supieron o no quisieron verlos hasta que fue demasiado tarde.
La estrategia de defensa del hijo de Gerardo Rueda, ejercida por el abogado Santiago Milán del Bosch, se basó en que una cohorte de personalidades respetadísimas en el mundo del arte le explicase al tribunal las diferencias entre obra única, original y múltiple. Y vaya si lo hicieron. Estos expertos explicaron que la obra única es aquella de la que es imposible que el artista deje moldes con los que hacer una reproducción fidedigna que den como resultados la misma obra en términos de calidad y sobre todo bajo las instrucciones del artista, siga vivo o no.
Autorizaciones explícitas
Lo más grave del asunto es que las acusaciones siguieron empecinadas pese a escuchar dos argumentos prácticamente irrebatibles: en el mundo del arte se consideran originales las 12 primeras reproducciones de una misma obra si surgen de moldes aprobados por el artista y bajo sus instrucciones. Pero es que lo más grave de este asunto es que el hijo del escultor Gerardo Rueda presentó, no una, sino dos autorizaciones firmadas por su propio padre que le facultaban precisamente para hacer lo que hizo: reproducir, vender y ceder obra del artista después de su fallecimiento.
Así que la primera pata de la acusación se ha roto estrepitosamente después de que la sentencia haya dejado claro que no hubo estafa contra la entidad pública, porque para que este delito se consume hay que llevar a cabo un engaño suficiente, y eso nunca sucedió. El IVAM sabía perfectamente lo que compraba y el hijo del escultor sabía perfectamente lo que vendía: obra de un reconocido artista de talla internacional que ha repartido sus obras por los museos más prestigiosos del mundo.
Pero es que esta sentencia ha ido un poco más lejos. Si hay un personaje que llama la atención en esta singular acusación es la del director de la Agencia Antifraude dependiente de la Generalitat Valenciana, Joan Llinares. Esta agencia mantuvo que hubo un plan entre Císcar y Rueda hijo para inflar los precios de las obras que fueron pagadas con dinero público. Llinares antes de ser el Eliot Ness de la Generalitat fue cargo directivo del IVAM y tiene relación con una asociación que ha ejercido la acusación popular contra el hijo de Rueda en esta causa. Ni una cosa ni la otra le ha valido para saber que lo que el hijo del escultor vendió al IVAM por un valor total de 2,8 millones de euros ha sido tasado posteriormente en más de 8 millones.
La sentencia no pasa por alto este detalle y asegura, no sólo que el precio pactado fue acertado, sino que acabó resultando muy provechoso para la entidad pública. Algunas de las pruebas que convencieron al tribunal fue que en una subasta privada una de las piezas de Gerardo Rueda adquirida por 600.000 euros fue vendida por 800.000 o que una exhibición en el Museo del Louvre en la que había una pieza de Rueda se contrató un seguro de reposición de 2 millones de euros sólo para esa pieza.
Al final el uso de la Justicia para un ajuste de cuentas político ha terminado en una absolución lógica de haber comprendido las acusaciones la realidad de la gestión de un legado artístico que siempre respondió a una de las últimas voluntades del escultor Gerardo Rueda: que su obra estuviera en el IVAM, lo que ha reportado a Valencia un enriquecimiento cultural y económico, no un engaño ni una estafa.
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