Una fiscal de Madrid de 62 años, su marido de 60 y su hijo de 23 se cuelan y se vacunan en el Marañón
La adscrita a la Fiscalía de Sala de violencia sobre la mujer, Ana Isabel Vargas Gallego, se coló para recibir la primera dosis de la vacuna a mediados de enero. También su hijo y su marido se saltaron los turnos establecidos
El fenómeno de los vacunajetas, aquellos cargos o personalidades que acceden a la vacuna contra el coronavirus antes de tiempo aprovechando las ventajas de su posición social, alcanza a la Justicia de Madrid. La adscrita a la Fiscalía de Sala de Violencia sobre la Mujer, Ana Isabel Vargas Gallego, recibió la primera dosis de la vacuna a mediados de enero saltándose los turnos establecidos al tener 62 años. También su hijo, con 23 años, y su marido, de 60 años, se beneficiaron.
El pasado 14 de enero, la opinión pública española conoció un fenómeno insólito hasta el momento cuando saltó a los medios el caso de Ximo Coll y Carolina Vives, pareja sentimental y alcaldes de las poblaciones valencianas de El Verger y Els Poblets. Ambos regidores se vacunaron anticipadamente contra el coronavirus. «Estábamos en el aperitivo, en una terraza con todas las medidas de seguridad correspondientes cuando nos llamó la coordinadora del centro de salud. Que sobraban 7 dosis», argumentaron. Su caso, sonado mediáticamente, dio origen a esa cascada de vacunajetas.
Sólo 48 horas después de iniciarse aquel revuelo, el 16 de enero, el edificio de maternidad del Hospital General Universitario Gregorio Marañón se encontraba abarrotado. Largas colas de personas, presuntamente todos profesionales sanitarios, habían sido citados para recibir la primera de las dosis de Pfizer. Pero entre esas personas había al menos tres que no deberían estar allí: la adscrita a la Fiscalía de Sala de violencia sobre la mujer, Ana Isabel Vargas Gallego, su hijo de 23 años, estudiante, y su marido de 60, un ejecutivo con doce empresas en Madrid, Cáceres y Toledo.
Ese día se había comenzado a vacunar sólo a los profesionales sanitarios de Atención Primaria, de hospitales públicos y del servicio de Urgencias y Emergencias SUMMA 112 que están primera línea frente al SARS- CoV-2, por lo que la presencia de estas tres personas llamaba la atención a multitud de profesionales con uniformes sanitarios que se agolpaban a las puertas del Aula 2 donde habían sido citados.
«Estamos jugándonos la vida»
El personal sanitario que presenció la escena se mostró indignado al comprobar que estas personas, ajenas al mundo sanitario, se saltaban la lista para vacunarse. «Los primeros tenemos que ser los que estamos jugándonos la vida», manifestaban indignados. Fuentes consultadas por este periódico aseguran que fueron responsables del propio hospital quienes «colaron» a sus familiares y allegados.
Sin embargo, estos profesionales no se esperaban que un suceso imprevisible iba a suspender la campaña de vacunación. Sólo cinco días más tarde, cuando un número relevante de personas ya había recibido su dosis saltándose el protocolo, la Comunidad de Madrid se vio obligada a paralizar la vacunación porque la farmacéutica Pfizer había realizado cambios en su cadena de producción. El resultado: la firma envió menos unidades de las previstas a toda España. Como consecuencia de ello, cientos de sanitarios tuvieron que esperar varias semanas para que les administraran la primera dosis, mucho más tarde de lo esperado. Una circunstancia que agrava los efectos del ahora conocido como fenómeno de los vacunajetas.
Una lista paralela
OKDIARIO ha podido constatar tras una larga investigación que existe una lista paralela de personas que se han saltado el protocolo de vacunación en el Gregorio Marañón. Estas personas no estaban registradas en el sistema del hospital porque no eran pacientes del centro ni tampoco trabajadores.
El modus operandi fue el siguiente: un trabajador del centro coló a conocidos en la lista de vacunación, dio sus nombres y seguidamente el hospital –que desconocía este detalle– siguió el trámite habitual y les envió un mensaje con la cita. Fuentes consultadas por este periódico, que reservan su identidad por miedo a sufrir represalias, aseguran que «el hecho de haber recibido un mensaje de texto con cita no significa que el procedimiento haya sido regular». Subrayan: «Si dan el nombre de una persona para colarla, lo normal es que el sistema de manera automática le envíe dicho SMS. El sistema informático no analiza si la persona es apta», explican.
Durante una semana, la fiscal Ana Isabel Vargas y su familia, junto a otros ciudadanos más, estuvieron en esa lista paralela. Pero tras descubrirse que los vacunados no eran personal sanitario, el hospital se encontró con una disyuntiva: «¿Les ponemos la segunda dosis o no?», se plantearon los responsables.
Entre los expertos no existe una respuesta clara sobre qué podría ocurrir si a un paciente sólo se le suministra la primera dosis. Se sabe que la primera dosis ya genera anticuerpos y cierto nivel de protección, como se ha podido comprobar en países donde la campaña de vacunación está muy avanzada. Sin embargo, los responsables de la vacuna de Pfizer y BioNTech han advertido de que no tienen pruebas de que su vacuna siga protegiendo si la segunda dosis se administra pasado el plazo de 21 días, ya que todos sus ensayos se hicieron en este plazo.
Ante esta disyuntiva, el Área Única de Salud Pública –que se encarga de la ejecución de los programas establecidos por la Dirección General de Salud Pública– ordenó que los nombres que aparecían en la «lista paralela» se incorporaran a la oficial para que a estos pacientes se le suministrase la segunda dosis.
La fallida segunda dosis
La fiscal de Madrid fue citada el 6 de febrero, 21 días después de suministrarse la primera dosis, a las 15:18 horas. Sin embargo, por un error en el sistema se le citó dos veces en ese mismo día: uno, a las 8:30 am; y el otro a la hora ya indicada. Esta representante del Ministerio Fiscal que dirige Dolores Delgado se presentó a primera hora de la mañana en el Hospital Materno Infantil Gregorio Marañón, ubicado en calle de O’Donnell nº48.
Vargas se dirigió a la sala en la que suministraban las vacunas y, respondiendo a las preguntas realizadas por los sanitarios, manifestó que trabajaba como fiscal de violencia de género. «Ah, no, no; usted no puede vacunarse», le contestaron. «Bueno, me han citado para que viniera», respondió Ana Isabel. Finalmente decidió abandonar el centro.
OKDIARIO se ha puesto en contacto con la fiscal Ana Isabel Vargas Gallego. En conversación con este periódico ha explicado: «Recibí un mensaje a mi teléfono móvil, al que me citaban para mis revisiones de cáncer de mama, para ponerme la vacuna. Yo simplemente fui, no sé si ha habido un error en el hospital». Esta fiscal asegura que nadie la coló y desconoce por qué la citaron.
El pasado 16 de enero, cuando fue a ponerse la vacuna, la acompañaron su marido y su hijo. Ellos se pusieron en una fila de “no citados” donde había muchísimas personas. Manifiesta que les preguntaron la profesión y ambos respondieron a qué se dedicaban: uno es empresario y el otro estudiante. Sin embargo, no le pusieron ninguna objeción para suministrarles la primera dosis, según confirma la fiscal.
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