Congreso del PSOE

El congreso del PSOE pone al PP como la «más peligrosa» amenaza para la democracia por pactar con Vox

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Pedro Sánchez, entre Pablo Casado y Santiago Abascal.
Agustín de Grado
  • Agustín de Grado
  • Subdirector y responsable del Área Política en OKDIARIO. Antes jefe de área en ABC, subdirector en La Razón y director de Informativos en Telemadrid.

No son los ministros comunistas en el Gobierno de España, caso insólito en toda Europa. Tampoco los pactos de gobernabilidad con ERC, la formación que tiene a su líder condenado por sedición contra el orden constitucional. Ni siquiera las cesiones a Bildu, albaceas del legado político de ETA cuyo pasado de terror y vidas segadas sigue sin ser condenado. El gran peligro para la democracia española es el PP. Así está plasmado en la ponencia política que el PSOE debatirá en el congreso del partido que se celebra este fin de semana en Valencia.

«De la dependencia y connivencia con un PP temeroso que ha decidido atar su destino a la ultraderecha, viene la última, y quizás la más peligrosa por su alcance, amenaza de la ultraderecha a nuestra democracia ya que la posición del Partido Popular ha sido exactamente la opuesta que la de otros partidos de su familia ideológica europea», se lee en la ponencia socialista.

«Lejos de plantar cara al extremismo -añade-, como ha hecho de una forma decidida la derecha alemana, el PP le ha abierto la puerta de las instituciones, ha legitimado a la ultraderecha como socios de Gobierno, le ha entregado puestos de responsabilidad y blanqueado sus ideas. Institucionalmente, en la traducción de extremismo en políticas públicas, la ultraderecha es lo que le permite el PP y llega hasta donde le permite el PP».

La ponencia socialista dedica una docena de párrafos a explicar cómo «hacer frente a la ultraderecha». Ninguno, por supuesto, a analizar los peligros de la ultraizquierda (palabra que no aparece en ninguna de las más de 300 páginas de la ponencia), esa que en su día iba a quitar el sueño a Pedro Sánchez si entraba en el Consejo de Ministros, pero con la que gobierna desde hace dos años. Siempre inclinando de su lado las cuestiones más controvertidas cuando el PSOE y los comunistas de Podemos chocan, como acaba de suceder, por ejemplo, en la intervención de los alquileres y el ataque a la propiedad privada en la anunciada Ley de Vivienda.

La hemiplejia del PSOE

Explica el texto socialista que «la entrada de Vox en las instituciones ha terminado con lo que, desde la transición y durante décadas, se consideró la excepcionalidad española: la ausencia de un partido de ultraderecha equiparable a los que ya existían en otros países de nuestro entorno europeo». Naturalmente, en ningún momento explica que el Gobierno de Sánchez también ha roto con otras dos excepcionalidades. La primera, le convierte en el único Gobierno desde 1978 que alberga comunistas en su Consejo de Ministros. La segunda, le destaca como el único Gobierno de la Unión Europea con carteras cedidas a comunistas militantes o declarados, hasta el punto de que su segunda vicepresidenta se jacta de su afiliación al PCE.

El proyecto político del PSOE que será refrendado en el congreso del próximo fin de semana acusa a Vox de «disolver la democracia eliminando los espacios de encuentro entre españoles, distorsionando el papel de las instituciones como cauces de la pluralidad política e inoculando una retórica de odio y confrontación que solo siembra la división y el rencor entre los españoles».

Ningún peligro para la convivencia democrática detecta el documento socialista en el hecho de que Sánchez haya tenido como vicepresidente del Gobierno a un Pablo Iglesias que defendía, no ya que el poder se tomaba «por asalto», sino que desde su despacho como número tres del Ejecutivo defendió que «no hay una situación de plena normalidad política y democrática en España cuando los líderes de los dos partidos que gobiernan Cataluña, uno está en prisión y el otro en Bruselas». Una opinión compartida por los cinco ministros comunistas que permanecen en el Gobierno socialista sin que por ello el PSOE haya visto esta postura como una distorsión de las instituciones que detecta en Vox.

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