Independentismo en Cataluña

El racista Quim Torra quiere expulsar a los 3.325 guardias civiles que hay en Cataluña

Quim Torra
El presidente de la Generalitat, Quim Torra (FOTO:EFE)
Segundo Sanz

El nuevo presidente de la Generalitat, el radical Quim Torra, no quiere a la Guardia Civil en Cataluña. Así lo indicó en su cuenta oficial de Twitter el pasado 3 de octubre mientras participaba en Barcelona en la huelga convocada por sindicatos separatistas «para luchar contra la represión y por las libertades» tras las cargas policiales del 1-O.

El interino Torra, que ejerce como títere del expresident y prófugo de la Justicia española Carles Puigdemont, escribió aquel día en su perfil: «Guardia Civil vuelve a Perejil». Un comentario extraído de una pancarta que mostraron los secesionistas aquel día, según mostraba la imagen que acompañaba a su afirmación.

Con esta frase, Torra y los separatistas quisieron referirse al episodio del conflicto entre España y Marruecos por el islote Perejil en julio de 2002. Una docena de militares marroquíes ocuparon Perejil colocando dos banderas e instalando unas tiendas de campaña. La Guardia Civil, que se percató de la situación, se acerca a investigar y al advertir a los que allí se encontraban que debían retirarse. Los marinos marroquíes espetaron a los agentes españoles: «Marchaos de aquí, esto no es tierra española».

Días después, el Gobierno de José María Aznar se vio obligado a ordenar el desalojo del destacamento marroquí establecido en la isla española de Perejil. Sin embargo, aquella intervención no la efectuó en el islote la Guardia Civil sino que corrió a cargo de 28 soldados del Grupo de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra apoyados por cinco helicópteros Superpuma también de las Fuerzas Armadas.

Así mismo, en aquella jornada de huelga del pasado 3 de octubre, el radical Quim Torra también escribió en su cuenta de Twitter otro mensaje ofensivo hacia la Guardia Civil: «Nos pueden pegar pero no nos pueden callar». Agentes del Instituto Armado y la Policía Nacional habían tenido que intervenir en Cataluña dos días antes para dar cumplimiento al mandato judicial de impedir el referéndum ilegal. Las fuerzas de Seguridad del Estado actuaron en todo momento con prudencia, proporcionalidad y profesionalidad.

Según los datos oficiales del Ministerio del Interior, a 31 de diciembre de 2017 había destinados en Cataluña un total de 3.325 guardias civiles. Por provincias, Barcelona registra 1.835 agentes; Gerona 482; Lérida 415 y Tarragona 575. En cuanto a la Policía Nacional, el Gobierno reveló recientemente en una respuesta parlamentaria que el número de efectivos de la Policía Nacional en esta comunidad asciende a 2.859 agentes. Por provincias, Barcelona reúne a 2.172, Gerona 270; Lérida 135 y Tarragona, 282. En total, ambas fuerzas de seguridad del Estado suman 6.184 efectivos en Cataluña. Esta presencia superó los 10.000 agentes el pasado otoño con el desplazamiento de efectivos de otras comunidades autónomas para controlar la agitación callejera del proceso separatistas y dar cumplimiento a los mandatos judiciales.

El interés de los separatistas por que la Guardia Civil salga de Cataluña no es nuevo. El propio Carles Puigdemont, mentor de Quim Torra como nuevo presidente de la Generalitat, llegó a plantear la salida de Policía y Guardia Civil de Cataluña como una de las condiciones trasladadas al Gobierno de Mariano Rajoy para convocar elecciones y evitar la aplicación del artículo 155, según revelaron el pasado octubre fuentes conocedoras de aquellos contactos.

«¡Fuera, fuera!»

La animadversión de Torra hacia las fuerzas del orden público también se vio el 11 de diciembre de 2017 -ya con el 155 activo- durante el traslado de los bienes de Sijera. Tal y como publicó OKDIARIO hace unos días, Torra fue una de los separatistas que se enfrentó a los Mossos d’Esquadra en la protesta convocada por la organización juvenil Arran, vinculada a la CUP, ante el Museo de Lérida durante la devolución de las obras de arte. Un vídeo de aquella protesta acredita su presencia. El nuevo presidente de la Generalitat fue uno de los activistas desalojados por la fuerza por los antidisturbios, a quienes gritaban «¡fuera, fuera!»; «¿qué coño hacéis?», o «¡id a pegar a españoles que hay muchos por ahí!».

Los antidisturbios también tuvieron que escuchar de los separatistas otros insultos en catalán como “gossos butiflers” (perros traidores) y consignas como “¡mosso español al paredón!”, entre silbidos y gritos de “¡id a por los corruptos!” “¡vergüenza!”.

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