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Economía
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El poder oculto del Vaticano

El impacto diplomático de la Santa Sede ha sido siempre clave en asuntos políticos y sociales globales. Una diplomacia del Vaticano delegada por el Santo Padre en la Secretaría de Estado presidida por el Cardenal Parolin desde 2013, de acuerdo con la Ley fundamental.

Todo ello con una indiscutible autoridad global, un liderazgo ético y una presencia de nunciaturas apostólicas en 184 estados, además de la Unión Europea y la Orden Soberana y Militar de Malta, siendo las embajadas acreditas en el Vaticano de 91.

La Santa Sede participa como observador permanente en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (AGONU) desde 1964. En 2004 se amplió su presencia a poder también participar en los debates, incluyendo comunicaciones y seis asientos en el salón.

También es miembro de la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Liga Árabe, la Unión Africana, la organización internacional para las Migraciones y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados.

Antes de la reunificación italiana de 1870, la Santa Sede poseía los Estados Pontificios, que la hacía geográficamente comparable con otros estados soberanos.

Tras la unificación perdió poder territorial y militar, manteniendo la influencia espiritual y moral. En el año 1929, el Tratado de Letrán firmado con el Reino de Italia reconoció a la Ciudad del Vaticano dentro de Roma como una entidad soberana con un estatus especial en un mundo de 1400 millones de fieles católicos. La Santa Sede ha sido vista como una autoridad internacional desde el siglo V para muchos países.

El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral es el órgano responsable de promover la justicia, la paz y la protección de la creación, incluidas las cuestiones que afectan al desarme, los derechos humanos, la movilidad humana, la salud y a las obras de caridad. Dichas actividades las desarrolla apoyándose en una gran red de instituciones religiosas en todo el mundo incluyendo organizaciones no gubernamentales, asociaciones y agencias humanitarias.

En la Convención de Viena de 1969, en su apartado sobre los tratados entre países, se aclaró que dichos tratados se firmaban en nombre de la Santa Sede que tiene un reconocimiento legal en la esfera internacional.

En el plano de la diplomacia internacional, softpower, el Papa Benedicto XV fue el primer pontífice en pronunciarse a favor del fin de los combates de la primera Guerra Mundial en agosto de 1917 definiéndola como una “masacre inútil”. Para muchos se marcó un precedente sobre la acción internacional de la Santa Sede intentando un diálogo con ambas partes del conflicto. Después de la Gran Guerra europea, Alemania propuso que la Santa Sede fuera parte de la Sociedad de Naciones, pero Italia no lo permitió.

El Papa Pio XII, elegido al comienzo de la segunda guerra mundial se manifestó en contra del conflicto armado, aunque con una falta de condena explícita a la Alemania nazi y al genocidio contra el pueblo judío que se vio acompañada de una inmensa labor clandestina de ayuda específica a la población judía que pedía refugio a través de una macro operación humanitaria en la sombra tal y como revelaron los archivos vaticanos abiertos en 2020.

Con posterioridad el Papa Juan XXIII publicó en 1963 la encíclica “Paz en la tierra” durante la guerra fría que amenazaba al mundo con una guerra nuclear, construcción del muro y crisis de los misiles en Cuba, abordando el desarme atómico y convencional y la protección de los Derechos Humanos en el mundo. El Papa Juan XIII medió en la crisis cubana junto a Kennedy y Jrushchov negociando un tratado de prohibición limitada de los ensayos nucleares.

El Papa Pablo VI en su discurso de 1965 ante el plenario pidió “No más guerra, nunca más guerra”.

El Papa Juan Pablo II, en 1978 medió en las tensiones entre Argentina y Chile, dos países con vínculos históricos con la iglesia católica, sobre el Canal de Beagle, con reuniones de los embajadores de los países afectados en el Vaticano, cerrándose un Tratado de Paz y Amistad en 1984.

También contribuyó a la desescalada de tensión en El Salvador entre los años 1983 y 1992, un conflicto bélico que culminó con los acuerdos de paz de Chapultepec. El papel del Papa polaco San Juan Pablo II en contra del comunismo acelerando el fin de la guerra fría y la democratización de los países del telón de acero está ya en los libros de historia moderna.

El papado del Papa Francisco, jesuita primer pontífice latinoamericano y no europeo desde el siglo VIII aportó una visión más global y periférica. La diplomacia del encuentro se ha visto en hechos concretos, sentando en la mesa a interlocutores enfrentados para resolver las diferencias.

Su encíclica Alabado seas de 2015 habla de cómo deben abordarse las raíces de los conflictos, deterioro ambiental y pobreza, para lograr la paz. En sus primeros años fortaleció la influencia vaticana al promover el diálogo con China, facilitando el acercamiento entre Cuba y los EE. UU fomentando las relaciones interreligiosas.

Aunque no todo son éxitos de la diplomacia vaticana. Recientemente hemos tenido noticia del incumplimiento del acuerdo secreto «Sino Vaticano» firmado en 2018 que suponía un veto de la Santa Sede al nombramiento de los obispos de la asociación de la iglesia patriótica china por el Partido Comunista chino.

En Colombia el Papa Francisco participó como mediador entre las fuerzas armadas y las FARC reuniendo en 2016 en el Vaticano a los expresidentes Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe con posiciones enfrentadas sobre el acuerdo de paz, tras el fracaso del plebiscito. En 2017, el Papa Francisco visitó Colombia reuniéndose con las víctimas y actores clave del conflicto.

En 2023, visitó Sudan del Sur en un momento de gran fragilidad del proceso de implantación del acuerdo de paz firmado en 2018. En 2019 había invitado a los líderes de las facciones del conflicto a un retiro espiritual en el Vaticano. Antes de su fallecimiento remitió cartas pidiendo más dialogo para resolver la tensión.

También en 2023 en la celebración de una misa en la República Democrática del Congo afirmó ante un millón de fieles la necesidad del perdón mutuo entre las partes del conflicto reuniéndose con las víctimas.

En un mundo con 22 guerras activas en 2025, estamos muy focalizados en la cercana invasión rusa de la europea Ucrania. No podemos olvidar el encuentro celebrado en febrero de 2016 en la sala presidencial del aeropuerto de La Habana con el patriarca ortodoxo ruso Cirilo, una primera reunión de los líderes de las dos iglesias desde el cisma de 1054 con un deseo de cooperación para defender a los cristianos de todo el mundo.

La diplomacia del Vaticano de forma discreta y paciente, ha ofrecido en numerosas ocasiones su capacidad de mediación, la última vez de la boca del nuevo Papa León XIV, incluso ofreciendo su privilegiado enclave territorial para conseguir la reconciliación global, el respeto mutuo y la paz en los conflictos bélicos.

La Santa Sede está a disposición para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos, para que los pueblos recuperen la esperanza y reciban la dignidad que merecen, la dignidad de la paz son las palabras del Papa León XIV el 14 de mayo durante la audiencia con las iglesias orientales, seguida de una audiencia privada cuatro días después con el presidente ucraniano, y con el vicepresidente americano Vance y al secretario de estado Rubio al día siguiente.

La diplomacia vaticana trabaja de manera eficaz y silenciosa. El compromiso por la reconciliación está arraigado en las enseñanzas católicas sobre el perdón y la misericordia, ofreciendo un marco moral para sanar las relaciones rotas por la violencia, la división, el odio y la venganza de los conflictos.

En cuanto al excepcional e histórico marco geográfico que aporta la Ciudad del Vaticano para conseguir la paz, todos recordamos como ejemplo gráfico la icónica foto, ceremonia del perdón, tomada en abril durante los funerales del fallecido Papa francisco de los presidentes Trump y Zelenski en la iglesia de San Pedro en lo que a los ojos atentos del mundo parecía un sincero y recogido dialogo personal ha tenido más fuerza e impacto que muchos tratados y acuerdos internacionales existentes.

En este sentido el ofrecimiento del Papa León XIV de poder negociar la paz en el territorio del Vaticano fue valorado como una “una gran idea” por el presidente Trump y descartado por ser “poco realista” por el ministro de exteriores ruso Sergei Lavrov aludiendo el intento de destrucción de la iglesia ortodoxa rusa en Ucrania.

No es la primera vez que se minusvalora la diplomacia vaticana. Según cuenta Churchill, Stalin pronunció de forma burlona la frase ¿cuántas divisiones tiene el Papa? durante las negociaciones aliadas, minimizando la influencia del Vaticano en asuntos geopolíticos. Las “divisiones” del Papa, las mismas que hoy se cuestionan por Lavrov, son la influencia moral, diplomática y humanitaria que contrasta con un poder militar despiadado con respecto a la población civil.

El Papa León XIV el 28 de mayo ha vuelto a pedir el fin de la guerra en Ucrania y un alto el fuego en Gaza. Un nuevo llamamiento en favor de la paz y la protección de los civiles, un ruego dirigido especialmente para proteger a los niños y las familias víctimas de un largo conflicto. Sus declaraciones a favor de parar la guerra apoyando todas las iniciativas en favor del diálogo y de la paz. Ha llamado a la compasión como una cuestión de humanidad.

Y lo cierto es que las nuevas sanciones previstas por los estadounidenses contra Rusia están de momento paralizadas en la confianza de poder llegar a un acuerdo. Esta primera semana de junio se retoman en Estambul las conversaciones para discutir la hoja de ruta, los memorandos de arreglo y las condiciones para un alto el fuego entre Rusia y Ucrania.

Se hace además tras una exitosa “Operación Telaraña” que ha dejado fuera de combate a más de 40 aviones estratégicos rusos en Siberia a 4000 km de la frontera con Ucrania. Los aviones valorados en 7.000 millones de dólares han sido eliminados por una oleada de drones que han partido del propio territorio ruso.

Ojalá la paz armisticio esté próxima, tras más de 4000 días de conflicto si fijamos su inicio tras los eventos del Euromaidan en febrero de 2014.

Pax non est sola absentia belli, sed praesentia activa iustitiae, solidarietatis et reconciliationis

José Luis Moreno, economista ha sido director de Economía en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento de Madrid. Analista económico y empresarial.