Ana Botín reconoce que el Popular era solvente cuando fue intervenido, aunque sufría déficit de provisiones
La presidenta del Santander admite que las provisiones cumplían la regulación pero no las exigencias del mercado
Botín admite que Guindos le llamó para mostrarle su «preocupación» por el Popular antes de su resolución
Defiende que es demasiado pronto para saber si la adquisición será rentable o no
La presidenta del Banco Santander, Ana Botín, reconoció el jueves en la Audiencia Nacional que el Banco Popular era solvente en el momento de su resolución (intervención), si bien considera que presentaba un déficit de provisiones para los estándares del Santander (no respecto a las exigencias regulatorias). Pero no pujó por el banco en la subasta que Emilio Saracho puso en marcha en mayo de 2017 por la salida de liquidez y por la diferencia entre el valor calculado por el Santander y la cotización del Popular en bolsa. También admitió que Luis de Guindos le comunicó su preocupación por el estado del banco y que contactó con Blackstone para explorar la venta del ladrillo del Popular antes de la resolución.
La Junta Única de Resolución bancaria europea (JUR) decidió la resolución del Popular el 7 de junio de 2017, la pérdida de todo el dinero de accionistas y tenedores de preferentes y deuda subordinada, y su inmediata venta por un euro al Santander, que tuvo que ampliar capital en 7.000 millones para conservar su solvencia con la absorción. Asimismo, hubo de poner 13.000 millones de liquidez ese día para que las oficinas del Popular pudieran abrir en medio de una retirada masiva de depósitos.
Según fuentes presentes en la declaración, Ana Botín fue preguntada ayer sobre esos acontecimientos y aseguró que el Popular no tenía problemas de solvencia, sino de liquidez, y que eso fue lo que provocó su resolución.
Esta versión coincide con la del entonces Gobierno del PP y la del BCE, aunque obvia que, detrás de toda crisis de liquidez bancaria, siempre hay un problema de solvencia. En ese sentido, Botín ha admitido que el Popular no tenía déficit de provisiones respecto a las exigencias regulatorias (las provisiones son pérdidas que reducen la solvencia), pero sí respecto al estándar que en ese momento exigía el mercado y que aplicaba el Santander. De ahí que, tras la compra del Popular, acometiera un fuerte incremento de los saneamientos de sus créditos morosos y sus inmuebles adjudicados.
¿Por qué no pujó el Santander por el Popular si era solvente?
Entonces, si no había un problema de solvencia, ¿por qué el Santander no presentó una oferta en la subasta privada que realizó Emilio Saracho, último presidente del Popular, en mayo antes de la resolución? Según las fuentes citadas, la presidenta del Santander lo achacó a la salida de liquidez que comenzó en abril y a que la referencia para el precio -la cotización en bolsa- estaba muy por encima del valor real del banco pese a la constante caída que experimentó en las últimas semanas de vida del Popular.
Un elemento que señalaron algunas de las defensas es que el Santander comenzó a negociar con el fondo Blackstone la venta de los activos inmobiliarios del Popular cuando todavía no sabía que iba a hacerse con él, lo que da pie a las teorías ‘conspiranoicas’ de que fue una operación diseñada para que el Santander se quedara el Popular. Ana Botín reconoció que existieron esos contactos antes de la resolución porque el Santander trabajaba con la eventualidad de quedarse con la entidad si se producía una resolución en la que no tuvieron nada que ver (la decidió la JUR).
Es «pronto» para saber si la compra del Popular será rentable
Otra de las preguntas destacadas de la declaración en la Audiencia Nacional fue si el Santander había ganado dinero con el Popular, es decir, si se habían cumplido las expectativas de rentabilidad prometidas por el banco a sus accionistas cuando presentó la adquisición. La respuesta de Botín fue que «es pronto para saber si la operación es rentable» y que hace falta más tiempo para confirmarlo, pero admitió estar satisfecha porque fue una buena operación. Algunos analistas sostienen que el impacto del covid en el importante negocio de pymes que tenía Popular pone en entredicho esas expectativas de rentabilidad.
A preguntas del juez, Botín aseguró que recibió llamadas tanto del entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, como del gobernador del Banco de España, Luis María Linde, en las que ambos le mostraron su preocupación por el estado del Popular, una sensación que compartía el mercado. Algo que algunas fuentes consideran que pudo implicar información privilegiada. No obstante, aclaró que ni el organismo regulador ni Economía le presionaron «en absoluto».
Botín admitió que su banco recibió en mayo una invitación para acudir al proceso de venta privada del Popular; en él, indicó, pudieron intervenir Rodrigo Echenique, presidente de Santander España en esa época, y sus equipos, aunque ella nunca tuvo ningún contacto con él en este trámite.
Tras estudiar el proceso de venta, el Santander concluyó que «había un deterioro de confianza en el Popular», una circunstancia que, entendieron, supondría hacer reservas.
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