Un Real Madrid atascado y sin ritmo se dio contra un muro y se dejó dos puntos ante un ordenadísimo Osasuna. Segundo 0-0 en cuatro partidos de Ancelotti en el Bernabéu y ocasión perdida para asaltar el liderato en solitario y más tras la pifia del Barcelona en Vallecas. Sólo Vinicius, que no dejó de intentarlo, y Rodrygo, que agitó al equipo en la segunda parte, provocaron cierta sensación de peligro en un Madrid romo.
Rotaba Ancelotti. Pero poco, que Carletto no es un hombre de excesos. Tres cambios en la alineación del Real Madrid sobre el once que asaltó el Camp Nou fueron los que introdujo el técnico italiano ante Osasuna. Carvajal por Lucas Vázquez en el lateral diestro, Asensio por Rodrygo en ese mismo costado por delante y el joven Camavinga por el viejo Modric, que incluso se cayó de la convocatoria a última hora.
¿Y Hazard? Pues ni está ni se le espera. El belga ha pasado de ser el eterno convaleciente a convertirse en el suplente más caro del mundo. Como un jarrón tan valioso y tan frágil que es mejor tenerlo envuelto que expuesto. Su futuro en blanco cada vez pinta más negro y en el Real Madrid rezan y esperan que la Premier acuda al rescate, siquiera sea con una cesión que permita ahorrarse la mitad de su ficha que, a la vista de lo que cobra, es una pasta gansa.
Después de que el Barcelona perpetrara otro fiasco en Vallecas el Real Madrid ponía sus barbas a remojar para evitar que Osasuna (que llegaba al Bernabéu con un pleno de victorias de visitante) se las pelara. Vamos, que si el Sheriff le metió mano al Madrid en casa, los rojillos tenían más argumentos para tomar la casa blanca.
Entre estas y otras cavilaciones me pilló el inicio del partido, que arrancó con vértigo y energía. Osasuna dispuso una defensa de cinco, pero no se pertrechó atrás, sino que Arrasate la dispuso en lo que los panenkitas llaman bloque medio, es decir, unos 15 metros por delante de la frontal. El objetivo era reducir los espacios al mínimo a un Madrid que es feliz a campo abierto.
Osasuna levanta un muro
Osasuna consiguió su objetivo en los primeros diez minutos. Minimizar daños y que el Real Madrid apenas se asomara al área de Herrera. Vinicius trataba de mover el duelo como quien agita un jarabe para la tos. Su ímpetu era insuficiente para desordenar a los rojillos, mejor colocados que las estanterías de una farmacia. Lo máximo que sacó Vini fue una falta peligrosa después de llevarse tres cornadas pamplonicas en la misma jugada como si corriera un encierro en sanfermines. La falta, por cierto, la botó arriba Benzema.
Ya nos habíamos fumado un cuarto de hora. De repente compareció Asensio en el partido a poco que Osasuna se desordenó. El balear cabalgó con la pelota cosida al pie y asistió a Camavinga, que atacaba el espacio desde atrás, pero el francés llegó demasiado forzado. Minutos después el mediocentro vio una amarilla justísima (la cuarta en tres ratitos) por atropellar a un rival. Esos son los detalles que demuestran que Camavinga todavía que está más verde que un aguacate por dentro.
Un disparo duro y envenenado de Militao en el minuto 30 fue la siguiente ocasión del Real Madrid, que se encomendaba al descaro y a la insistencia de Vinicius para abrir huecos en la zaga osasunista. El brasileño y Kroos probaron suerte con sendos disparos de media distancia. El primero arriba y el segundo centrado y repelido por Herrera.
Luego Camavinga compró papeletas para que le expulsaran con sendas entradas a destiempo. Ancelotti le pedía calma. Quizá otro técnico se habría planteado quitarle para evitar males mayores. De ahí descanso ocurrieron pocas cosas por mucho que Vinicius siguiera intentándolo hasta el final.
Camavinga, hiperventilado
En el intermedio sí que quitó Carletto al hiperventilado Camavinga y metió a Rodrygo. Asensio retrasaba su posición al centro del campo para acompañar a Casemiro y a Kroos. Pero el primer susto lo dio Osasuna con una contra que aceleró Chimy Ávila y concluyó Moncayola con un remate a bocajarro que se estrelló contra el palo derecho de Courtois. Respiraba Ancelotti con su chaleco ochentero.
Una aparición benzemariana en el área de Osasuna devolvió el pulso al público del Bernabéu. Se asoció con Kroos, que le devolvió la pared de tacón y finalizó con un disparo algo. Se animaba un poco el Real Madrid, como Pedro Sánchez cuando se mira al espejo. La conexión Vinicius-Rodrygo empezó a iluminar al equipo blanco a medida que los rojillos comenzaron a notar el cansancio.
En el 60 el 1-0 hizo la cobra a Benzema después de que el francés bailara un chotis dentro del área, sentara a un rival y se sacara de la manga un zurdazo que se estrelló contra la cruceta. Ahora sí apretaba el Real Madrid. Más vale tarde. Otra vez en el 65 la tuvo Karim, pero la pegó mordida en la frontal.
Atasco en La Castellana
Ancelotti metió tres cambios de golpe: Lucas, Marcelo y Hazard por Carvajal, Mendy y Asensio. El Real Madrid pasaba al 4-2-3-1 con el belga por detrás de Benzema. Pero se le iba acabando el tiempo y el fantasma de otro pinchazo en el Bernabéu estaba a punto de materializarse en vísperas de Halloween.
Llegamos al 8o y Casemiro lo intentó desde el centro del campo como si fuera Pelé. Igual que su compatriota, la echó fuera. El Real Madrid no tenía su día y parecía que no sería capaz de meter gol ni aunque jugara una legislatura. Pasaron los minutos y los de Ancelotti, a pesar de los arreones postreros, incluida la ocasión de Marcelo, se quedaron compuestos y sin gol, así que acabaron firmando un triste 0-0 que les impide ser líderes en solitario.