Un Vinicius desatado, inspirado, descarado e imparable lideró al Real Madrid en su paseo militar ante el Shakhtar en Kiev. Los ucranianos se pegaron un tiro en el pie con un gol en propia puerta en la primera mitad y luego llegó el show del brasileño, que lo petó. Doblete de golazos, el segundo maradoniano, y asistencia para que Rodrygo hiciera el cuarto. Casi al final Benzema certificó la manita. Y todo con el Clásico a la vista.
Ancelotti se dejó de gaitas con el once ante el Shakhtar y tiró de la vieja guardia del Real Madrid. Para quien lo dudara, Casemiro-Kroos-Modric puede ser el centro del campo para Carletto hasta el año 2056 si hace falta. Los Valverde, Camavinga y compañía le valen para completar, pero cuando se juega las habichuelas el técnico italiano es conservador como un notario de provincias. De la vieja escuela, vamos.
Por cierto, que Ancelotti había prometido en la víspera que el Madrid iba a jugar 4-3-3 e hizo lo contrario que un político: cumplir su promesa. Metió en los laterales a Lucas Vázquez y Mendy, que regresaba al once después de más de cinco meses de lesión, con Militao y Alaba en el eje de la zaga (Nacho condenado a la suplencia). Por delante, el trío de centrocampistas que ya eran titulares en tiempos de Rajoy. Arriba Rodrygo y Vinicius acompañaban a Benzema porque Hazard ni está ni se le espera.
Enfrente un Shakhtar, a priori un rival más amable que un dependiente de El Corte Inglés. Pero luego en la Champions hasta el rival más débil te la puede liar. Y el Real Madrid no estaba para hacer el tolili después de la que lio con su derrota en el Bernabéu ante el tal Sheriff.
El duelo empezó sin ritmo ni presión, esa es la primera diferencia cuando al Real Madrid le quitas el vigor de Fede Valverde o Camavinga. El Shakhtar se quedó con la pelota y comenzó a tocar en corto para cumplir con el plan de su entrenador, que es uno de esos locos que quieren más a la posesión que a su señora.
Posesión infernal del Shakhtar
A pesar de defender con la mirada y con menos movimiento que los muñecos de un futbolín, el Madrid dio el primer aviso en una jugada vertiginosa que cocinaron entre Rodrygo y Vinicius y se cenó Benzema con un tirito raso que se fue a la izquierda del meta Trubin. Llegaron después sendos disparos lejanos de Kroos y Vinicius, que repelió el portero del Shakhtar con un punto de dificultad que hacía augurar futuros defectos.
El talento acabó inclinando el juego hacia el área del Shakhtar, aunque el Real Madrid jugaba a un ritmo que le permitiría a Zidane ser mediapunta y a Chendo lateral. Los ucranianos no tuvieron más remedio que replegarse en torno a su área.
En el 14 tuvo que aparecer Courtois para evitar una contra de Solomon. Suerte para el Real Madrid que al delantero del Shakhtar se le fue larguísimo el control y el meta belga pudo abortar males mayores. Fue un espejismo porque los blancos volvieron a retomar el control del partido, un control eficaz y aburrido como el prospecto de un medicamento.
El caso es que nos habíamos zampao 20 minutos de partido sin rastro de ese entretenimiento que tanto reclama Florentino para enganchar a los jóvenes al negocio. Otra vez el Shakhtar metió el miedo en el cuerpo al Real Madrid en una jugada por la banda (mal) defendida por Lucas Vázquez, que no causó daño gracias a una gran acción defensiva de Mendy.
El Shakhtar se pega un tiro en el pie
Volvió el Real Madrid a asomarse al área pero resistíanse las ocasiones. Rodrygo y Vinicius no estaban teniendo su día y Benzema se miraba en el espejito del Balón de Oro y no se veía tan guapo. Y como el Madrid no era capaz de marcarle un gol a la Puerta de Alcalá tuvo que ser el Shakhtar el que se pegara un tiro en el pie y se lo metiera en su propia portería. El culpable, el capitán Krivtsov, que le hizo la autovaselina a su portero en la misma portería en la que Karius le dio una Champions al Madrid.
Trubin evitó el 0-2 a un disparo envenenado de Benzema con una mano firme. Y con esa ocasión del Real Madrid, quizá la más clara, se acabó la primera parte. Menos mal porque había sido más tostón que la tesis de Pedro Sánchez. Parece como si el Madrid de Ancelotti hubiera perdido la frescura y el descaro de los inicios agosteños.
Se inició la segunda con una cornada de Marcos Antonio, recién salido tras el descanso, a un Casemiro que tuvo que ser atendido. Es cierto que el Real Madrid tenía otra cara, otra actitud. La que puso Karim para robar la pelota en un saque de banda rival y acelerar la jugada, ponérsela a Modric, que filtró un pase genial a Vinicius, habilitado por un defensor descolocadísimo del Shakhtar. El brasileño controló con el exterior e hizo una fenomenal picadita al meta Trubin para lograr el 0-2.
Vinicius superstar
El gol desató a Vinicius, que se atrevió minutos después con una jugada maradoniana en la que sentó a todos los defensas del Shakhtar, cuyas cinturas deberán ser revisadas por los doctores del club. El brasileño hizo amagos, bicicletas, se internó en el área y marcó por la izquierda en el palo corto del meta Trubin.
Y a Rodrygo le entró envidia de su compañero Vinicius, así que se apuntó al festival goleador del Real Madrid e hizo el cuarto en el 64. Por cierto, también asistido por el propio Vini. Con el partido resuelto a Ancelotti se le quedó sin batería el Nokia y no le sonó la alarma para hacer cambios y sacar del campo a futbolistas como Benzema, Modric, Kroos o el propio Vinicius con la mente puesta en el Clásico del sábado.
Al primero que quitó fue a Mendy para meter a Marcelo, otro que casi se estrenaba esta temporada. El Real Madrid comenzó a pensar en el Clásico del domingo y aun así tuvo el cuarto en una acción en la que Benzema pecó de chupón quizá porque también quería su golito.
En el 77, más vale tarde, hizo Ancelotti tres cambios de golpe: Camavinga, Valverde y Asensio por Rodrygo, Kroos y Modric. Eso sí, Benzema seguía en el campo de forma innecesaria. Y siguió hasta el final, porque el último cambio fue Vallejo por Militao. Pasaron los minutos de la basura y el Real Madrid certificó en Kiev, con el quinto gol que anotó Benzema, una victoria cómoda que le pone con seis puntos en la Champions y le insufla confianza para el Clásico del próximo domingo. Aunque esa será otra historia. Y se la contaremos, Dios mediante.