El Madrid resucita en La Catedral
Memorable actuación de Mbappé, con dos goles y una asistencia, para liderar la victoria del Real Madrid en San Mamés
El equipo de Xabi Alonso firmó el mejor partido de la temporada y no dio opción a un Athletic demasiado endeble atrás
Malas noticias para el Madrid: Trent se rompe en La Catedral
Mbappé es mucho Mbappé. Muchísimo. El francés lideró a un Real Madrid serio, solidario e imponente para golear al Athletic en San Mamés. Hizo dos goles y dio una asistencia a Camavinga para firmar una actuación memorable en uno de los escenarios más grandes de la Liga. Xabi Alonso, que tiró de la vieja guardia, resucitó en La Catedral con un planteamiento sin mácula que provocó que viéramos el mejor partido de la temporada del equipo madridista. Adiós a la crisis y hola a un equipo que no estaba muerto, estaba de parranda.
Xabi se la jugaba y lo sabía. Puede que hasta se lo hubiera dicho Florentino, oiga. Por eso el entrenador del Real Madrid se puso un chalequito de lana, se hizo la raya a un lado, arqueó una sola ceja y se convirtió en Ancelotti. Tiró sin rubor de la vieja guardia y dispuso un centro del campo de cemento armado: Tchouaméni, Camavinga, Valverde y Bellingham, los mismos que sacó Carletto dos años antes en aquel debut liguero de la temporada 2023-24. En aquella ocasión, el Real Madrid tenía en el banquillo a Kroos y a Modric. Hoy a Güler y Ceballos. Huelgan las comparaciones.
Atrás Xabi Alonso también se apoyaba en la pareja Militao-Rüdiger, recién restablecida para tranquilidad de Courtois, que veía a sus costados a Trent y a Carreras. Y arriba del todo, Vinicius y Mbappé, dispuestos a recuperar en San Mamés la puntería perdida en Montilivi. Enfrente el Athletic de Valverde (Ernesto), un equipo irregular y con lagunas, en problemas como el de Xabi, pero que siempre se hace fuerte en su estadio y más cuando el rival es precisamente el Real Madrid.
El partido era a las siete de la tarde porque a Tebas se le había puesto en los mismísimos. Cualquier cosa con tal de fastidiar al Real Madrid y, de paso, al Athletic, otro de los pocos clubes que no le practican la proskynesis o postración a la persa. Así castiga don Javier a sus opositores. Bueno, nos dieron las siete y, con Gil Manzano pito en boca, arrancó el fútbol en La Catedral. Y apretó el Athletic, claro.
Vértigo en San Mamés
Nació con ritmo el partido. Y con intensidad. El Real Madrid trataba de jugar a uno o dos toques para eludir la presión del Athletic. Y lo hacía bien. Tanto que Mbappé pudo abrir el marcador en una acción individual dentro del área que abortó con una buena salida Unai Simón. Que repetiría buena mano en el 5 a un disparo desde fuera del área de Vinicius. Tras las exhibiciones de Joan García, el meta del Athletic defendía su titularidad en la selección.
No hubo tercer aviso. No quiso Mbappé. El ’10’ del Real Madrid se transformó en Ronaldo, en Messi y en Cristiano a la vez. Controló en el centro del campo una diagonal iniciada por Trent, sentó primero a Lekue y después a Laporte, se plantó en la frontal del área y la puso tocadita lejos de la mano izquierda e Unai Simón. Un golazo como una catedral.
El Real Madrid se soltó el pelo. Se tambaleaba el Athletic, asustado ante un Mbappé dispuesto a seguir cazando leones. Los blancos, que habían salido a San Mamés más serios que un guardia civil de tráfico. Bellingham y Fede Valverde atacaban. Y defendían. Hasta Trent era Alexander-Arnold. El inglés, aunque no se lo crean, estaba jugando estupendamente. Vinicius desataba la ira de La Catedral pero se iba de todos.
Recital de Mbappé
En el 19 Mbappé le puso una asistencia soberbia a Vinicius, que remontó la ría de Bilbao, aunque se topó con Vivian en su intento final de asistencia. Jugaba bien el Real Madrid. Muy, muy bien. El Athletic apenas podía protegerse la cabeza para taparse los golpes. Dieron el primer zarpazo los leones después de un regalo de Fede Valverde, que hizo un control descontrolado a lo Khedira, y la jugada acabó en el área con un disparo a bocajarro de Guruzeta que, como siempre, repelió Courtois con un paradón.
Repitió el portero del Real Madrid una de esas paradas que solo hace él. Fue un remate a quemarropa de Berenguer, que recibió una gran pared de Nico Williams. El brazo biónico de Courtois evitó el 1-1 cuando San Mamés ya cantaba el gol. Respondió Vinicius con un mano a mano escorado ante Unai Simón, que salió a por uvas igual que Vivian antes. El remate del brasileño, ya sin ángulo, se estrelló contra el poste que abortó el 0-2.
En el 37 Vinicius se vistió de Higuaín para fallar un gol fácil en el mano a mano ante Unai Simón. Tenía toda la portería. Podía ponerla por arriba, por abajo. Podría regatear al portero. Eligió tirar al muñeco y el meta del Athletic rechazó su disparo centrado y flojito. El partido seguía teniendo un clarísimo color blanco nuclear. Xabi Alonso se relamía en el banquillo porque por fin su equipo se estaba comportando como tal.
Mbappé sentaba cátedra en La Catedral. Hacía de todo y todo bien. Entonces llegó el 0-2. Un gol antológico en el que el Real Madrid tocó la pelota de lado a lado para dibujar, toque a toque, una obra de arte. El centro final al segundo palo fue de Trent y la asistencia de cabeza de Mbappé para que Camavinga firmara el tanto. Este si fue un gol de un equipo de Xabi. Por fin el Madrid se parecía al Bayer Leverkusen.
Un Madrid imponente
El soberbio segundo gol abrochó la mejor primera parte del Real Madrid en años. Sonreía Xabi Alonso mientras hacía malabares con la espada de Damocles. Tras el entreacto siguió dominando el Madrid. Mbappé se fumó una ocasión a los 40 segundos en la que eligió un tirito en lugar de dársela a Vinicius. Luego Jauregizar hizo adornarse a Courtois con una parada a mano cambiada. San Mamés vibraba cada vez que el Athletic se asomaba al área del Real Madrid. En el 53 llegó la primera mala noticia para Xabi Alonso: Trent se echó al suelo víctima de una lesión muscular. Otra. Entró Asencio, la navaja suiza del Madrid, en su lugar para blindar el lateral derecho.
La suerte para el Real Madrid es que tiene a Mbappé. Cuando al equipo le entraron las dudas, llegó el francés, armó la diestra en la frontal, dibujó una parábola y batió a Unai por el palo corto. Golazo y (un poco) cantada del portero de la selección. El equipo de Xabi Alonso cerraba el duelo de San Mamés. Pero el Athletic no iba a rendirse. Siguió atacando pero, claro, también dejaba enormes espacios a su espalda.
Xabi Alonso tuvo que quitar a Camavinga, tocado en el tobillo por una entrada de Berenguer, para meter a Güler que salía con su cara de susto. Y luego, ya con el partido resuelto, quitó de golpe a los tres tenores, Vinicius, Militao y Mbappé, para meter a Gonzalo, Rodrygo y Brahim. El brasileño estuvo a punto de romper su mal fario con un disparo que rechazó en el área pequeña un defensor del Athletic.
Daba igual. Ya no había partido en San Mamés. Sólo quedaba contar los minutos para que acabara el partido y que el Real Madrid, que había saldado la batalla con las bajas de Trent y Camavinga, no perdiera a ningún soldado más. Dio el susto Rüdiger en las postrimerías del duelo, pero al menos pudo terminarlo. El equipo de Xabi Alonso abrochó una goleada cómoda en su partido más serio del año después de un gran primer tiempo y con una colosal actuación de Mbappé.