El Real Madrid se llevó dos grandes noticias de su visita de puente a Zaragoza. La primera, una nueva clara y sólida victoria (65-86) ante Casademont Zaragoza para comandar la clasificación de la ACB a la espera del encuentro del Barça y la segunda, más importante si cabe, fue el regreso de Anthony Randolph después de la rotura total del tendón de aquiles que le ha tenido apartado de las canchas durante un año. El norteamericano se sumó a la rotación y lo hizo con siete puntos en 13 minutos, cifras ambas que apuntan a subir una vez siga completando pasos camino de la recuperación definitiva de su nivel.
Después de un primer cuarto positivo y completo, el Real Madrid bajó el pistón y dio pie a la reacción de Zaragoza, que espoleado por su afción se marchó un punto arriba al descanso y poniendo contra las cuerdas a los blancos. La fecha no era la mejor pero el regreso de Randolph merecía una victoria, por lo que dos veteranos como Heurtel y Llull tomaron los mandos y multiplicaron el potencial del equipo en la segunda mitad.
La clave pasaba por reducir al mínimo al rival en ataque, una constante que se ha desmarcado como punto de inflexión en los encuentros del equipo de Laso, otrora poseedor del mayor estilo vanguardista ofensivo en el panorama europeo. Ahora el Madrid es pragmático pero igual de demoledor cuando reduce el empleo de su contrincante en términos de creatividad y, por ende, acierto.
Ahí jugaron un papel importante Yabusele, Tavares y Poirier, como casi siempre, pero en esta ocasión ejerciendo de secundarios de unos Heurtel y Llull que explicaron con sus cifras –13 y 17 puntos, respectivamente– y dominio que las estrellas en esta ocasión estuvieran en el exterior. Los dos bases, ya más escolta el menorquín, fueron los grandes artífices de la victoria, sellada con una ventaja de más de 20 puntos en la segunda mitad y que lanza al Madrid a liderar la Liga Endesa con el único borrón del tropiezo en casa ante Gran Canaria dentro de una tarjeta por lo demás inmaculada.