El pasado 13 de abril el Real Madrid caía derrotado ante Bilbao Basket y sumaba su quinta derrota consecutiva y la octava en nueve partidos, dentro de una crisis que era inevitable esconder y hacía presagiar lo peor en un conjunto caído, a todas luces. Lo que no podía pensar el aficionado medio, ni siquiera el madridista acérrimo, era que ese encuentro sería previo al pistoletazo de salida a una racha triunfal que ha superado lesiones, contratiempos de todo tipo, y que sigue vigente tras el primer encuentro de la final de la Liga Endesa, en el Palau y ante un Barcelona que parece rendido a este Madrid indestructible.
La mejor versión del Real Madrid ha llegado en medio de un cúmulo de infortunios que no han hecho otra cosa que convertir al conjunto blanco en una roca. Desde el traspiés de Bilbao, que complicaba incluso el puesto de cabeza de serie de cara a los Playoffs, han venido 16 victorias en 17 encuentros que forman parte de un periplo para el recuerdo. Dos meses en los que el Madrid se ha quedado sin bases e incluso sin entrenador, pero en el que la comunión del equipo, liderada por los veteranos en el vestuario, ha provocado la explosión del espíritu madridista elevado a la máxima expresión.
Por el camino, una serie de cuartos de final de Euroliga con rosco a Maccabi, el triunfo en la semifinal de la Final Four ante el Barça, rompiendo una racha de cinco derrotas consecutivas, y rozar con la punta de los dedos la Undécima, en el único lunar del equipo, por un punto y ante el doble y vigente campeón Efes. De regreso a la Liga, ya sin Williams-Goss ni por supuesto Heurtel –tampoco Alocén–, el Madrid siguió ganando sin fallo a Manresa y Baskonia, con Llull y Abalde también caídos, hasta llegar a la final con el todopoderoso Barça, con más nombre y plantel al completo pero también con la derrota europea en el recuerdo.
El Madrid había recibido para entonces el que podía resultar el golpe más grave de los infinitos sufrido en un curso más que accidentado. Pablo Laso, el jefe del proyecto, era ingresado con un infarto de miocardio, dando un gran susto a un plantel que lo que hizo, después de asegurarse de la mejoría de su líder, fue juntarse más si cabe y confirmarse en torno al objetivo de la Liga. Por Laso y el resto de caídos.
El Clásico confirma al Madrid
Chus Mateo se hizo con las riendas del equipo, con Laso como un ayudante en la sombra y Hanga, Deck y Causeur se hicieron gigantes en la primera prueba de fuego de la final. El casillero de triunfos en la racha triunfal madridista subía a 16 –de 17– en el escenario más complicado, ante el eterno rival y con todos aportando al máximo, hasta un adolescente como Juan Núñez, que funcionaba en el campo y hasta separando a Tavares de un cruce de cables en el encuentro. Ese es el resumen del actual Real Madrid en el que todos son iguales para remar juntos por el objetivo final que ponga el lazo a un desenlace de temporada para enmarcar.