Bombazo en el Bernabéu
Fue un partido maravilloso para honrar la mejor competición del mundo. Dos equipos consagrados al ataque a tumba abierta. Ida y vuelta, regates, ocasiones, golazos. FÚTBOL con mayúsculas. Fue una oda a la Champions, esa competición que es al Real Madrid lo que el arca perdida a Indiana Jones. Fue un partido que los blancos dejaron escapar después de ponerse 2-0 con doblete de Benzema, pero el Borussia Dortmund, liderado por el velocista Aubameyang, logró igualar el partido in extremis y meterse en octavos como primero de grupo. El Real Madrid llega como segundo finalmente.
Como un buen estudiante en un examen de matemáticas, Zidane no quería sacar la calculadora en la Champions. Quería ser primero de grupo, aunque eso supusiera tener un sorteo con más peligro que Papá Noel en el Toys are us. Pero en el Real Madrid no vale especular, sólo vale ganar. Eso sí, tras la batalla-atraco del Camp Nou, el técnico madridista daba descanso a Kovacic y Lucas Vázquez, empleados del mes, y entrada a Casemiro, guardaespaldas y fontanero del mediocampo, y a James Rodríguez, el suplente invisible.
Se sometía el colombiano al juicio de Zidane y al impeachment de Bernabéu, deseoso de ver a aquel futbolista que tiró del carro blanco hace dos temporadas. El madridismo quería que James dejara de ser el increíble jugador menguante. Miradas siniestras, como una vieja al visillo, recorrían también a Benzema, sospechoso habitual imputado de un delito de pereza. Aunque no era una noche para que el Bernabéu sacara la guillotina sino que batiera palmas, que 33 partidos seguidos sin perder no se ven todos los días, ni siquiera en el Real Madrid.
Enfrente un Dortmund que salió al Bernabéu como la piel de Berlusconi: sin arrugarse. El equipo de Touchel, digno heredero de Jurgen Klopp, sólo sabe atacar y ese afán ofensivo hacía presagiar un duelo vertiginoso y entretenido. De salida la pelota era del Borussia y el Real Madrid se defendía con apuros. Los alemanes habían salido mandones como la Merkel y los blancos sólo podían flotar por el ring y esquivar los golpes.
Cinco minutos tardaron los de Zidane en sacudirse el monólogo amarillo. Fue con una galopada de Marcelo que terminó en córner. Si el Real Madrid quería cantar el gordo de la primera plaza del grupo tenía que comprar décimos atacando al Borussia Dortmund. Superado el arreón inicial de los alemanes, el equipo blanco empezó a gobernar el partido. Una majestuosa recuperación de Casemiro provocó la primera ocasión clara del Real Madrid, que concluyó Benzema asistido por Cristiano con un disparo abajo que repelió el viejo Weidenfeller.
Espabila el Madrid
Una gran jugada cosida entre James y Lucas Vázquez pudo acabar en gol del colombiano, de nuevo asistido por Cristiano, si no se llega a cruzar en su camino el portero alemán, que en el mano a mano le acortó los espacios como quien coge el bajo de un pantalón. El duelo estaba entretenido igual que un jubilado en una obra. El Real Madrid presionaba muy arriba y lo hacía con interés, pero el Dortmund tocaba sin miedo y con precisión.
Por insistencia logró el Madrid el primero. Fue una jugada elaborada que nació en Varane. Lucas la aceleró, Casemiro la verticalizó, Carvajal la aceleró más, asistió y Benzema, el gatito, lo marcó. Fue una obra coral, bella y veloz como un Ferrari por la autopista, de un equipo que, al contrario de lo que dicen los gurús, suele dejar en cada partido alguna cucharada generosa de muy buen fútbol. Le joda a quien le joda.
Karim celebró el gol golpeándose el pecho como Leonardo di Caprio en El lobo de Wall Street. Era su reivindicación después de un par de partidos canallas. Pero el Dortmund no iba a acomplejarse por el gol y, lejos de venirse abajo, se vino arriba y empezó a atacar al Real Madrid como al principio. Una contra en el 35 la culminó Pulisic defectuosamente y una falta directa de Aubamenyang la sacó en un vuelo espectacular Keylor Navas.
Tuvo Cristiano en sus botas el segundo tras una asistencia de Benzema, pero no llegó por centímetros a la asistencia en el segundo palo. Era el 42 y fue una contra que se sacó de la manga el Real Madrid cuando más arreciaba el Borussia. Y así, sin un respiro y de área a área, nos fuimos al descanso en el Bernabéu.
Aprieta el Dortmund, marca el Madrid
Siguió la furia y el vértigo en el inicio de la segunda mitad y Dembélé rozó el empate después de una jugada individual en la que demostró que es más rápido que Flash. Pero el Real Madrid siempre vuelve. Esta vez no tardó mucho. En el 52 Benzema rozó el 2-0 con un mano a mano ante Weidenfeller, que le salió al muñeco. Un minuto después Karim no perdonaría. Fue un pase teledirigido de James Rodríguez desde la izquierda. Benzema, emboscado en el segundo palo, se elevó y cabeceó picado. Doblete de Karim.
Pero el Dortmund, insisto, no iba a rendirse. Marcó un gol de Play Station que nació en los pies de Weigl con un pase maravilloso, que acomodó en una asistencia tremenda Schmelzer y marcó Aubameyang en boca de gol. Ambos técnicos movían los banquillos. Touchel metió a Reus por Schürrle y a Emre Mor por Pulisic, mientras que Zidane sacó a Kroos por Modric. El Real Madrid necesitaba recuperar la pelota para dejar de sufrir.
Se rehicieron los de Zidane con dos ocasiones consecutivas en el 68. Primero Cristiano Ronaldo con un disparo que sacó Weidenfeller y luego Benzema con un cabezazo que sacó bajo palos un defensor del Dortmund. El partido era una batalla de Juego de Tronos. No tenía un respiro. La sucesión de ocasiones y llegadas al área era inenarrable. Aubameyang, Marcelo… Esto era un no parar.
En el 78 perdonó Cristiano Ronaldo el tercero después de una gran asistencia de Lucas Vázquez. El luso controló la pelota, miró a Weidenfeller y tiró suavecito, pero su disparo se estrelló contra el poste. El Real Madrid se había vuelto a adueñar del partido, pero quizá el Borussia no había dicho aún auf wiedersehen.
Zidane retiraba a Benzema a falta de cinco minutos para que se llevara la merecida ovación del Bernabéu. Entraba Morata, revulsivo recién salido de la enfermería. Y, no me digan que no les avisé, el Borussia logró el empate en el 87. Fue en una contra con el Madrid volcado. La comandó al galope Aubameyang y la rubricó Reus, otro velocista, en el segundo palo. El tanto condenaba al Real Madrid a la segunda plaza del grupo si la épica no lo evitaba. Apretaron los blancos hasta su minuto 93, pero esta vez no hubo milagro.
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